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lunedì 25 agosto 2014

Leardo

LEARDO: le brucio

domenica 24 agosto 2014

Lazzo

LAZZO: cosa fastidiosa o scherzo di cattivo gusto "del L..."

venerdì 22 agosto 2014

Lavanda

LAVANDA: famosa soubrette degli anni '50

giovedì 21 agosto 2014

Emissione di nuove banconote

Información a la población

Banco Central de Cuba informa sobre la próxima emisión de billetes en moneda nacional (CUP) con nuevas medidas de seguridad
·          
·         Juventud  Rebelde
digital@juventudrebelde.cu
·        
18 de Agosto del 2014 23:00:54 CDT
·          
El Banco Central de Cuba informa a la población la próxima emisión de billetes en moneda nacional (CUP) con nuevas medidas de seguridad, según se detalla a continuación:
• En los billetes de altas denominaciones (100, 50 y 20 pesos) en la marca de agua localizada en la parte izquierda del frente del billete, aparece la imagen del patriota que identifica su denominación (Carlos Manuel de Céspedes en el billete de 100 pesos, Calixto García en el de 50 pesos y Camilo Cienfuegos en el de 20 pesos), la que puede verse colocando el billete a trasluz.
Se incorpora además, otra  marca de agua ubicada en la parte superior a la izquierda del patriota con el número de la denominación del billete.
•En el resto de las  denominaciones  se mantiene la marca de agua con la imagen de Celia Sánchez y a la derecha de esta se incorpora  el número con la denominación del billete.
El año de impresión de los billetes es 2014. El resto de los elementos de seguridad se mantienen sin modificaciones.
Estas nuevas características se muestran en afiches que se podrán ver en todas las oficinas bancarias y en la red de comercio minorista.
Los billetes actualmente en circulación, con año de impresión anterior al 2014, tanto de las altas denominaciones (100, 50 y 20 pesos), como del resto de las denominaciones, mantienen su vigencia y curso legal en el territorio nacional.


Lasciare

LASCIARE: sciare da quella parte

mercoledì 20 agosto 2014

Lampone

LAMPONE: saetta di grandi dimensioni

martedì 19 agosto 2014

Fonte: Cuba Contemporanea
Cibo Café: una vista a la sazón italiana y la pura vida habanera
Versión para impresión
Por Yizzet Bermello
17 Agosto, 2014 - 12:23






(Fotos: Elizabeth Angoiti)
Hacer un negocio de comida italiana en La Habana puede convertirse en un quebradero de cabeza, y no porque las pizzas y pastas no gusten a los comensales de este lado del mundo, es que las que conocemos en nuestro archipiélago nos llegaron con recetas muy tergiversadas. En el Cibo Café, otro de esos restaurantes que hoy adornan las calles más céntricas del Vedado habanero, se han propuesto mostrar que tenemos mucho que aprender sobre la verdadera sazón del lejano país europeo.
“Como decidimos enfocarnos un poquito más en la gastronomía de esa nación, aunque nuestra carta también incorpore muchos platos y preparados de la cocina internacional y manejemos el concepto de la fusión, pues tratamos de volver sobre propuestas originales de la comida clásica italiana e ingredientes muy básicos, como el orégano, el basílico y el perejil. Intentamos mantener siempre sazonadores y productos que respondan a ese principio, pero no es fácil en este mercado”, explica Osmanis Díaz Ríos, propietario del lugar.
Abunda que en su menú incorporan hoy unas 5 o 6 variantes de pastas, incluyendo una pasta fresca, además de canelones, lazañas; las pizzas en todas sus posibilidades y respetando el principio de la base fina y crocante, más los rissotos, tanto de vegetales como de mariscos. “Resultan platos indispensables de una cocina en la que no somos especialistas, pero sobre la que indagamos bastante para tratar de acercarnos todo lo que se pueda a las recetas verdaderas”, puntualiza el chef del Cibo Café, David Olmos.
Nos aclara, sin embargo, que muchos de esos clientes que ya vuelven una y otra vez al restaurante, lo hacen buscando también otros platos creados allí, a partir de probar sabores y alternativas que surgen de la fusión. “Gusta mucho nuestra torre de pescado a la vinagreta, así como el lomo con bacon en salsa de reducción de balsámico; en tanto que el cordero guisado al vino tinto es otro gran triunfador”, destaca este amante de la buena cocina.
Además de la oferta formal de restauración, esa que se busca para una cena romántica o un almuerzo de negocios, en la que suele haber entrantes, platos fuertes a base de carnes, pescados o mariscos, y luego postres y bebidas, en el Cibo Café usted puede disfrutar de sándwiches, hamburguesas, variantes diversas de dulces hechos en la casa, más cócteles y una amplia gama de cafés, que se agradecen cuando lo que se quiere es compartir un poco con los amigos. No debe olvidarse en esta lista su auténtica propuesta de cocina italiana, claro está.


“Por eso decidimos que el proyecto llevara el nombre de café. Queríamos comunicar a nuestro público meta, un segmento con poder adquisitivo medio y en el que incluimos tanto a consumidores cubanos como a turistas extranjeros interesados en probar las ofertas gastronómicas de la ciudad, que tenemos un espectro de servicios muy amplio, partiendo desde platos con elaboración y refinamiento, para pasar a las pizzas y pastas en todas sus variantes y luego a los alimentos más ligeros, esos que pueden consumirse en cualquier horario del día”, indica por su parte el propietario.
Nos menciona otro valor agregado del lugar en el que habíamos puesto atención desde la llegada. “Nuestra idea con la decoración fue que tuviera mucha correspondencia con la calle que el cliente observa todo el tiempo desde aquí, la transitada calle L, sin dudas una de las más movidas de la ciudad”.
Pero tuvieron también algo de suerte con los portales que ocuparon, en un edificio con grado dos de protección patrimonial, por ser joya del Art Decó de entre los años 30 y 40 del pasado siglo. “Decidimos ser muy respetuosos con la intervención del lugar y, por ejemplo, buscamos un cierre de ventanas que fuera armonioso con el estilo. Se mantuvieron los pisos originales, el baño, los techos, tratando solo de crear un ambiente confortable, urbano, a partir de la estructura original”, refiere Díaz Ríos.
A ello se adicionó en el Cibo Café un mobiliario y diseño minimalistas, en los que priman el blanco y negro como colores base, con algunos puntos de realce en rojo. Ameniza casi siempre este acogedor rinconcito una buena música, en tanto que el grupo de camareros, casi todos jóvenes, van y vienen dispuestos para que nada falle en el servicio.
Recuerde que tienen platos para todos los gustos y horarios, pero que le apuestan con fuerza a lo más clásico de la sazón italiana. Así que si quiere pasar una tarde probando pizzas y pastas bien cercanas al más conocido estilo toscano, pues lléguese hasta este establecimiento que mira siempre atento a la calle L, al bullir de la más pura vida habanera.


Ladino

LADINO: luogo dove si trova Dino

lunedì 18 agosto 2014

Un'altra notte al Tropicana, di Ciro Bianchi Ross

Pubblicato su Juventud Rebelde del 17/8/14


Lo abbiamo detto la settimana scorsa in questa stessa pagina: Martin Fox fu l'uomo che fece grande il Tropicana. Era un giocatore, ma come altri della sua stessa razza, raramente si avvicinò al gioco per scommettere. Lo faceva per vincere.Se con lui entrò, alla grande, il gioco d'azzardo al Tropicana, non è meno certo che gli interessò portare le possibilità del cabaret alle ultime conseguenze. Il gioco, per lui, fu un modo di vita e la maniera di accedere a un universo sociale che forse in altro odo gli sarebbe stato proibito. Il cabaret, in cambio, fu il suo sogno. Nelle sue memorie, pubblicate a New York nell'anno 2005 con il titolo di Topicana nights: The Life and Times of the legendary Cuban Club, sua moglie Ofelia dice che il cubano è capace di sacrificare tutto in cambio di un minuto di piacere. Martin Fox proporzionava questo piacere in una splendente sala da feste dove, al suono della musica migliore e una coreografia osé, si muovevano, leggere di vestiario, le più clamorose mulatte dei Caraibi.
Tutte le fonti consultate affermano che Fox nacque a Ciego de Ávila. Un lettore che scrive dopo la pubblicazione della pagina della settimana scorsa e che firma semplicemente col nome di Orlando il suo messaggio elettronico, in cambio riferisce che nacque e passò la sua prima giovinezza a Calimete, in provincia di Matanzas. Lavorò come operaio agricolo. Fu aiutante di un meccanico e poi meccanico alla Centrale España della stessa provincia, dove conobbe Florentino (Tino) Hernandez che avrà, fino alla sua morte nel 1956, un ruolo importante nella vita di Fox e che il mio corrispondente promette di raccontare più avanti. Fox e Tino si installano a Ciego de Ávila e per vivere si convertono in venditori ambulanti di frutta e verdura.
Bettezzano la carretta con cui muovono la loro merce come La Batallita e, camuffandosi con il carrettone, diventano scommettitori della lotteria clandestina.
Altre fonti riferiscono, senza dubbio che Fox, tornitore di una centrale di zucchero, soffrì un incidente sul lavoro che gli lesionò la mano sinistra e gli costò il lavoro. Fu allora che si dedicò alla lotteria clandestina dapprima come rivenditore o scommettitore, più tardi come gestore di un proprio “banco”.
Non tarderà a convertirsi il gestore di banco più famoso della regione.
Il suo banco di scomesse, in calle Independencia, l'arteria commerciale più importante della città di Ciego, si camuffava dietro un'innoqua rivendita di sigarette, sigari e biglietti della Lotteria Nazionale. Questo negozio, dove per fare scommesse, si davano appuntamento rappresentanti di tutti i settori della società della società avileña, si chiamò, dice Guillermo Jiménez nel suo libro Los proprietarios de Cuba, La Vallita.
Giunge alla capitale dell'Isola nel 1941 e non tarda a controllare la lotteria clandestina in Centro Habana. Comincia il suo avvicinamento al Tropicana nel 1943 e l'anno seguente si associa con Victor Correa, suo fondatore e proprietario. Compra, a questi, la concessione del casinò di gioco del cabaret. Successivamente compra alla vedova di Truffin il possesso di qualcosa in più di due ettari e mezzo, dove si trova il centro notturno e termina togliendo dal gioco Correa in virtù dei 92.000 pesos che gli doveva. Corre l'anno 1950 e Martin Fox è l'unico proprietario del Tropicana.

Rodney e Arco de Cristal

Decide dare un giro alla sla delle feste. Vuol fare del Tropicana il cabaret più sfolgorante del Paese; convertirlo in un riferimento per il turismo internazionale. Questo impegno lo porta a rimodellare l'immobile e a contrattare un nuovo coreografo. Nel marzo del 1952, il mitico Roderico Neyra, un mulatto di bassa statura, baffi sottili, sorriso furbesco, conosciuto come  Rodney nel mondo dello spettacolo, assume le coreografie di questo locale notturno della calle 72 a Marianao.
Un anno prima, Fox, aveva contattato l'architetto Max Borges, figlio. La ristrutturazione del tropicana si estende fino al 1954 ed è una delle opere maggiori del Movimento dell'Architettura Moderna nell'Isola. Rispetto a ciò Eduardo Luís Rodríguez dice nel libro che pubblicò nel 2011 per le Edizioni Uniones sul tema: “L'opera consiste in aggiunte ai giardini del cabaret, esistente dal 1939. L'architetto ha risolto il più spettacolare di tutti gli elemnti del progetto, il salone Arcos de Cristal (1951) con un sistema di cortecce composto da cinque sottili volte di cemento armato fra ogni vano. Il salone contiguo Bajo las estrellas (1952) è all'aperto, mentre il casinò (1954) porta alle sue ultime conseguenze la concezione integratrice tra architettura e natura”.
Per questo progetto, Max Borges figlio, meritò la Medaglia d'Oro del Collegio Nazionale degli Architetti. È una delle poche opere cubane che incluse Henry Russel Hitchcok all'esposizione Latin American Architecture, celebrata nel Museo di Arte Moderna di Nuova York nel 1955. Nel 2002 tutto il complesso fu dichiarato Monumento Nazionale.
Rodney segnò un modo di fare e concepire il mondo dello spettacolo che arriva fino ad oggi. Produsse gli show: Voodoo ritual, Carabalí, Mayombe, Carnaval carioca, Copacabana, Tambó, Rumbo al Waldorf e Ritmo y color...che diedero fama internazionale al Tropicana. Nei suoi spettacoli parteciparono artisti della taglia di Josephine Baker, Nat King Cole, Tongolele, Carmen Miranda, Maurice Chevalier, Xavier Cugat, Liberace, il nostro grande Benny Moré, fra gli altri.
Nonostante sia un dato di Rodney che non si conosca, questo artista menomato dalla lebbra, non debutta al Tropicana nel 1952. Era stato lì prima, dice Leonardo Acosta nel primo tomo del suo Descarga cubana: el jazz en Cuba, come figurante e assistente di David Lichine e Julio Richards, a carico della coreografia dello show Congo Pantera che unì sulla scena della sala delle feste di Marianao, le migliori figure del balletto classico mondiale, appartenenti al Balletto Russo di Montecarlo del colonnello Basil e un centinaio di ballerini cubani che si muovavano al ritmo sfrenato dei tamburi di Chano Pozo e la musica trepidante di Gilberto Valdés. Questo incontro di Lichine-Rodney-Chano, precisa Acosta, sarà per il mondo dello spettacolo a Cuba tanto importante come lo fu l'incontro di Chano con Dizzy Gillespie per il jazz afrocubano. Il soggiorno avanero del balletto del colonnello Basil, merita bene una pagina a parte. Lo portò Pro Arte Musical e le sue presentazioni nel teatro Auditorium furono un successo di pubblico e di critica, ma molto costose, un disastro economico. Quella famosa compagnia rimase bloccata all'Avana, senza un un centesimo per tornare in Europa, fino a che Victor de Correa gli offrì soldi e i biglietti per il ritorno in cambio delle loro presentazioni in Congo e pantere.
Rodney si iniziò come ballerino. Ballò ed effettuò piccoli quadri coreografici nel teatro Shangai del quartiere cinese avanero, con i suoi spettacoli sordidi, quando non pornografici. Senza dubbio oggi si vede in quello che fece per la sla della calle Zanja - un miscuglio di sesso, ballo, musica e umorismo – il predecessore delle sue grandi produzioni per il cabaret. Quando la sua discapacità fisica si fece maggiore e più evidente – i guanti gli permettevano di occultare la deformità delle mani – abbandonò la sua carriera di ballerino e si mise sempre più nella coreografia. Nel 1945 organizò lo spettacolo de Las mulatas de fuego, con grande successo a Cuba e in Messico e, nel 1950, è già il coreografo del cabaret Sans Souci fino a che, contrattato da Martin Fox, salta al Tropicana, anche se in alcune occasioni mantiene in simultanea le coreografie dei due cabaret. Come dice Leonardo Acosta nel libro citato, la concorrenza tra Sans Souci, Tropicana e Montmartre poco a poco si trasformerà in una “fraterna emulazione” a misura che i tre giganti del mondo notturno avanero si trasformavano in feudi delle varie “famiglie” con interessi similari.

Appare Santo Trafficante

Il Tropicana risulta, fino a d oggi, come l’unico dei grandi esercizi del gioco all’Avana che era proprietà esclusiva di cubani. Per mantenersi indipendenti e non cadere nell’egida della mafia nordamericana, il cabaret pagava con una succuluenta somma la “protezione” del presidente Batista. I suoi dirigenti e impiegati amministrativi erano famigliari di Fox o amici e compari dei suoi affari come tenutario delle lotterie e pertanto, cubani. D’altra parte il cabaret permetteva di mostrare ai visitatori di tutto il mondo il lavor che svolgevno ballerini, musicisti, disegnatori di scena o di abiti...tutti nati a Cuba.
Nel medesimo casinò della sala delle feste, a differenza della maggior parte della case di gioco, erano cubani quasi tutti i dipendenti.
Quanto fu introdotta la mafia nel Tropicana è un tema difficile da precisare. Si dice che con Rodney uscirono dal Sans Souci le celebrità e i grandi giocatori per seguirlo al Tropicana.
Allora Santo Trafficante, concesionario del gioco in un cabaret della strada per Arroyo Arenas, o proprietario dell’esercizio, dicono gli studiosi del tema, necessitava “stabilire una testa di ponte nel Tropicana, per dimostrare che la mafia era garante di tutto quello che prosperava nel suo territorio”.
Da un inzio, Trafficante si avvicnò a Fox sottilmente e con cautela.
Ossequiò a Ofelia, la moglie di Fox, una pelliccia di visone argentato e apartire da lì si dette il compito di guadagnare la fiducia della coppia. Quando chiamava Fox per telefono si identificava come El Solitario, al fine di fargli credere che agiva solo, cosa che non era vera. Era una giocata intelligente. Per un uomo come Fox che si era fatto da sé e dirigeva un affare molto personalizzato, vendere o associarsi con un solo uomo risultava più fattibile che consegnarlo a un conglomerato come la mafia. Il mafioso di Tampa cercò di guadagnarsi i dipendenti di Fox con regali spettacolari. A Felipe Dulzaides, direttore de Los Armonicos, gruppo musicale che si presentava abitualmente nel Tropicana e che diceva di ammirare, un giorno consgnò un mazzo di chiavi. “Questo è per te e i ragazzi”, disse. All’uscita del cabaret, Dulzaides rimase senza parole quando vide il Cadillac Seville, ultimo modello, nuovo di pacca, che Trafficante, “senza nessun compromesso” ossequiò ai musicisti. Uno degli uomini di fiducia di Trafficante era assiduo del Tropicana. Anche se si poteva vedere come un‘irruzione in territorio altrui, la sua presenza non solo si giustificava, ma che animava. Norman Rothman, un elegante ebreo di mezza età e padrone di locali notturni, era “amichetto” di Olga Chaviano, sfolgorante e seduttrice vedette cubana che figurava nell’elenco del Tropicana.
Ci furono affari tra Fox e Trafficante? Se si, fino a dove arrivarono? Non si sa. Un giornalista nordamericano dice al rispetto: “Fox comprendeva le leggi della malavita. Se conveniva ai suoi interessi allearsi con Trafficante e la mafia dell’Avana lo avrebbe fatto. L’unica cosa era che bisognava convincerlo”.

Otra noche en Tropicana
Ciro Bianchi Ross * digital@juventudrebelde.cu
16 de Agosto del 2014 21:13:58 CDT

Lo dijimos la semana anterior en esta misma página: Martín Fox fue el hombre que hizo grande a Tropicana. Era un jugador, pero, al igual que otros de su misma especie, rara vez se acercó al juego para apostar.
Lo hacía para ganar. Si con él entró por la puerta ancha en Tropicana el juego de azar, no es menos cierto que le interesó llevar las posibilidades del cabaré hasta sus últimas consecuencias. El juego fue para él un medio de vida y la forma de acceder a un universo social que tal vez de otra forma le hubiera sido vedado. El cabaré, en cambio, fue su sueño. En sus memorias, publicadas en Nueva York en el año 2005, bajo el título de Tropicana Nights: The Life and Times of the legendary Cuban Nightclub, su esposa Ofelia dice que el cubano es capaz de sacrificarlo todo a cambio de un minuto de placer. Martín Fox proporcionaba ese placer en una esplendente sala de fiesta en la que al compás de la mejor música y una atrevida coreografía se movían, ligeras de ropa, las más despampanantes mulatas del Caribe.
Todas las fuentes consultadas consignan que Fox nació en Ciego de Ávila. Un lector que escribe a raíz de la publicación de la página de la pasada semana y que firma simplemente con el nombre de Orlando su mensaje electrónico, refiere en cambio que nació y pasó su primera juventud en Calimete, provincia de Matanzas. Trabajó como obrero agrícola. Fue ayudante de mecánico y luego mecánico en el central España, de la misma provincia, donde conoció a Florentino (Tino) Hernández, que tendrá, hasta su fallecimiento en 1956, un papel importante en la vida de Fox y que mi corresponsal promete contar más adelante. Fox y Tino se instalan en Ciego de Ávila y para vivir se convierten en vendedores ambulantes de viandas, frutas y vegetales.
Bautizan la carretilla en la que mueven su mercancía como La Batallita y, camuflándose con el carretón, se hacen apuntadores de la bolita.
Otras fuentes refieren, sin embargo, que Fox, tornero de un central azucarero, sufrió un accidente laboral que le lesionó la mano izquierda y le costó el empleo. Fue entonces que se dedicó a la bolita, primero como listero o apuntador, y más tarde como banquero.
No demoraría en convertirse en el banquero más connotado de la región.
Su banco de apuestas, en la calle Independencia, la arteria comercial más importante de la ciudad de Ciego, se disimulaba tras un inocuo expendio de cigarros y tabacos y billetes de la Lotería Nacional. Esa tienda donde, para hacer sus apuestas, se daban cita representantes de todos los sectores de la sociedad avileña, se llamó, dice Guillermo Jiménez en su libro Los propietarios de Cuba, La Vallita.
Llega a la capital de la Isla en 1941 y no demora en controlar la bolita en Centro Habana. Comienza su acercamiento a Tropicana en 1943 y al año siguiente se asocia con Víctor de Correa, su fundador y propietario. Compra a este la concesión del casino de juego del cabaré. Compra después a la viuda de Truffin el predio de algo más de dos hectáreas y media donde se ubica el centro nocturno y termina sacando a Correa del juego en virtud de los 92 000 pesos que le adeudaba. Corre el año de 1950 y Martín Fox es el propietario único de Tropicana.

Rodney y arcos de cristal

Decide darle un vuelco a la sala de fiesta. Quiere hacer de Tropicana el cabaré más deslumbrante del país; convertirlo en una referencia para el turismo internacional. Ese empeño lo lleva a remodelar el inmueble y a contratar a un nuevo coreógrafo. En marzo de 1952 el mítico Roderico Neyra, un mulato de baja estatura, bigote fino y sonrisa pícara, conocido como Rodney en el mundo del espectáculo, asume las coreografías de este establecimiento nocturno de la calle 72, en Marianao.
Un año antes Fox había entrado en tratos con el arquitecto Max Borges, hijo. La remodelación de Tropicana se extiende hasta 1954 y es una de las obras cumbres del Movimiento de la Arquitectura Moderna en la Isla. Respecto a esta dice Eduardo Luis Rodríguez en el libro que sobre el tema publicó Ediciones Unión, en 2011: “La obra consiste en adiciones en los jardines del cabaret, existente desde 1939. El arquitecto resolvió el más espectacular de todos los elementos del proyecto, el salón Arcos de Cristal (1951) con un sistema de cáscaras compuesto por cinco delgadas bóvedas de hormigón colocadas excéntricamente y decrecientes en tamaño, lo que produce un efecto telescópico que dirige el espacio hacia la zona de la orquesta. El ambiente de este salón es excepcional e integra la naturaleza a través de los vidrios que cierran, en forma de arco, los espacios entre cada bóveda. El salón contiguo, Bajo las Estrellas (1952) está al aire libre, mientras que el casino (1954) lleva a las últimas consecuencias la concepción integradora entre arquitectura y naturaleza”.
Por este proyecto Max Borges, hijo, mereció la Medalla de Oro del Colegio Nacional de Arquitectos. Es una de las pocas obras cubanas que incluyó Henry Russell Hitchcock en la exposición Latin American Architecture, celebrada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en 1955. En 2002 todo el conjunto fue declarado Monumento Nacional.
Rodney marcó una manera de hacer y concebir el mundo del espectáculo que llega hasta hoy. Produjo los shows Vudú ritual, Carabalí, Mayombe, Carnaval carioca, Copacabana, Tambó, Rumbo al Waldorf y Ritmo y color...
que le dieron fama internacional a Tropicana. En sus espectáculos participaron artistas de la talla de Josephine Baker, Nat King Cole, Tongolele, Carmen Miranda. Maurice Chevalier, Xavier Cugat, Liberace y nuestro gran Benny Moré, entre otros.
Aunque sea un dato de Rodney que se desconozca, ese artista, aquejado por la lepra, no debuta en Tropicana en 1952. Había estado allí antes, dice Leonardo Acosta en el primer tomo de su Descarga cubana: el jazz en Cuba, como figurante y asistente de David Lichine y Julio Richards, a cargo de la coreografía del show Congo Pantera, que juntó en el escenario de la sala de fiestas de Marianao a las mejores figuras del ballet clásico mundial, pertenecientes al elenco del Ballet Ruso de Montecarlo del coronel Basil y a un centenar de bailarines cubanos que se movieron al ritmo desenfrenado de los tambores de Chano Pozo y la música trepidante de Gilberto Valdés. Ese encuentro de Lichine-Rodney-Chano, precisa Acosta, sería para el mundo del espectáculo en Cuba tan importante como lo fue el encuentro de Chano con Dizzy Gillespie para el jazz afrocubano. La estancia habanera del ballet del coronel Basil bien merece una página aparte. Lo trajo Pro Arte Musical y sus presentaciones en el teatro Auditórium fueron un éxito de público y de crítica, pero, por lo costosas, un fracaso económico. Aquella famosa compañía quedó varada en La Habana, sin un centavo para retornar a Europa hasta que Víctor de Correa le ofreció dinero y los pasajes de regreso a cambio de sus presentaciones en Congo Pantera.
Rodney se inició como bailarín. Bailó y acometió pequeños cuadros coreográficos en el teatro Shanghái, del Barrio Chino habanero, con sus espectáculos sórdidos cuando no pornográficos. Sin embargo, hoy se ve en lo que hizo para el coliseo de la calle Zanja --una mezcla de sexo, música, baile y humor-- el antecedente de sus grandes producciones para el cabaré. Cuando su incapacidad física se hizo mayor y más evidente --los guantes le permitían ocultar la deformidad de las manos-- abandonó su carrera como bailarín y se metió cada día más en la coreografía. En 1945 organizó el espectáculo de Las mulatas de fuego, con gran éxito en Cuba y en México, y en 1950 es ya el coreógrafo del cabaré Sans Souci hasta que, contratado por Martín Fox, salta a Tropicana, aunque en ocasiones simultanea la coreografía de los dos cabarés. Como dice Leonardo Acosta en el libro citado, la competencia entre Sans Souci, Tropicana y Montmartre poco a poco se iría convirtiendo en una “emulación fraterna” a medida que los tres gigantes del mundo nocturno habanero se iban transformando en feudos de varias “familias” con intereses similares.

Aparece Santo Trafficante

Tropicana pasa hasta hoy como el único de los grandes establecimientos del juego en La Habana que era propiedad exclusiva de cubanos. Para mantenerse independiente y no caer en la égida de la mafia norteamericana, el cabaré pagaba con una jugosa suma la “protección” del presidente Batista. Sus directivos y empleados administrativos eran familia de Fox o amigos y compinches de sus negocios como bolitero y, por tanto, cubanos. Por otra parte, el cabaré permitía mostrar a visitantes de todo el mundo el trabajo que desplegaban bailarines, músicos, diseñadores, vestuaristas... nacidos todos en Cuba.
En el mismo casino de la sala de fiestas, a diferencia de la mayor parte de las casas de juego, eran cubanos casi todos sus empleados.
Cuán metida estuvo la mafia en Tropicana, es un tema difícil de precisar. Se dice que con Rodney salieron del Sans Souci las celebridades y los grandes jugadores para seguirlo a Tropicana.
Entonces Santo Trafficante, concesionario del juego en el cabaré de la carretera de Arroyo Arenas o propietario del establecimiento, dicen los estudiosos del tema, necesitaba “establecer una cabeza de playa en Tropicana para demostrar que la mafia era garante de todo lo que prosperaba en su territorio”.
En un inicio, Trafficante se acercó a Fox sutilmente y con cautela.
Obsequió a Ofelia, la esposa de Fox, un abrigo de visón plateado, y a partir de ahí se dio a la tarea de ganarse a la pareja. Cuando llamaba a Fox por teléfono se identificaba como El Solitario, a fin de hacerle pensar que actuaba solo, lo que no era cierto. Era una jugada inteligente. Para un hombre como Fox, que se había hecho por sí mismo y dirigía un negocio muy personalizado, venderle o asociarse con un solo hombre resultaba más factible que entregarlo a un conglomerado como la mafia. Trató también el mafioso de Tampa de ganarse a los empleados de Fox con regalos espectaculares. A Felipe Dulzaides, director de Los Armónicos, grupo musical que se presentaba de manera habitual en Tropicana y que decía admirar, entregó un día un juego de llaves. “Esto es para ti y los chicos”, dijo. Al salir del cabaré, Dulzaides quedó sin palabras cuando vio el Cadillac Seville último modelo, nuevo de paquete, que Trafficante, “sin compromiso alguno” obsequió a los músicos. Uno de los hombres de confianza de Trafficante era asiduo en Tropicana. Aunque podía verse como una irrupción en terreno ajeno, su presencia no solo se justificaba sino que se animaba. Norman Rothman, un elegante judío de mediana edad y dueño de clubes nocturnos, era el “amiguito” de Olga Chaviano, despampanante y seductora vedette cubana que figuraba en la nómina de Tropicana.
¿Hubo negocios entre Fox y Trafficante? De haberlos, ¿hasta dónde llegaron? No se sabe. Dice un periodista norteamericano al respecto:
“Fox entendía los dictados del hampa. Si convenía a sus intereses aliarse con Trafficante y la mafia de La Habana, lo haría. Lo único que hacía falta era convencerle”.

Ciro Bianchi Ross



Lacuale

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