El reloj de bolsillo que perteneció a Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, el Padre de la Patria, funciona con absoluta precisión, a pesar de sus 143 años.
Céspedes lo usó durante la Guerra de los Diez Años, según certifica el documento de propiedad de la prenda. El reloj de marca Remontoir Perpétuel, fue construido en 1867. En una de sus tapas está tallado el escudo y en la otra la bandera cubana. Alrededor de la máquina tiene cinco rubíes, está confeccionado con oro de 18 quilates y posee siete brillantes pequeños en la esfera.
Céspedes le entregó el reloj al General Agüero antes de morir, quien posteriormente lo vendió a Rafael Cuevas el 11 de junio de 1902 en México. Este se lo vendió a Nicolás Pérez Díaz Argüelles, sancionado a 20 años de privación de libertad y quien entregó el preciado objeto al Ministerio del Interior, el cual, finalmente, donó la reliquia al Museo de la Revolución.
Estos element os se confirman en el Acta de Asesoría Legal de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios, fechada el 23 de octubre de 1973 y que también se encuentra en el museo junto a la pieza.
Actualmente el reloj no se halla en exhibición pues la instalación que lo atesora está siendo sometida a una reparación capital. La reliquia se conserva en una bóveda de seguridad perteneciente al fondo del museo capitalino.
Quienes tienen el privilegio de apreciar la pieza en pleno funcionamiento manifiestan su asombro por la calidad de la maquinaria y su buen estado, a pesar de tener casi un siglo y medio de existencia.
Céspedes fue el iniciador de la lucha por la independencia nacional contra España en el siglo XIX. Sacrificó sus bienes a la causa anticolonial. Su recia personalidad revolucionaria marcó un hito en la Historia de Cuba, cuando ante la oferta de perdonar la vida de su hijo Oscar, capturado por los españoles, expresó que ese no era su único hijo, sino que él era el padre de todos los cubanos, lo que le ganó el sobrenombre de Padre de la Patria.