Con queste parole del vecchio e caro amico Senel Paz, intellettuale, cineasta e scrittore, autore di diversi soggetti, libri e racconti fra cui “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”, da cui è stato tratto il film “Fragole e cioccolata”, primo film cubano candidato all’Oscar, è stato presentato il numero 17 della rivista Nuevo Cine Latinoamericano, corrispondente all’inverno 2015/16. Penso che valga la pena di pubblicarle in lingua originale e con relativa traduzione in italiano, sperando che non perdano la punta di ironica freschezza.
Estimados cineastas:
Los llamo así porque es nuestro lado de cineastas lo que nos reúne en esta sala, hagamos o no películas.
Siempre que me ha tocado presentar una revista del cine cubano la leo con atención de la primera a la última página, solo en esas ocasiones. Lo he hecho ahora y puedo confirmar para ustedes que estamos ante una revista... de peso.
Debo confesar también que no más abrirla tuve la sensación de que se me parecía a algo, pero no pude determinar a qué, así que seguí de largo sin detenerme en problemas de originalidad.
No me gusta, en una presentación, ponerme a pasear por el índice o a interpretar a cada autor. Es algo que hará cada uno de ustedes. El propio equipo de redacción se encarga, en la portada, de llamarnos la atención sobre los tema que considera más relevantes: el dossier sobre las mujeres cineastas y el de las series televisivas; las entrevistas; las clases magistrales de ilustres visitantes y los 30 años de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.
De todo ese menú voy a referirme solo a algunos platos que me gustaron particularmente. Del dossier sobre las mujeres realizadoras, que aborda el trabajo de ellas desde varios ángulos --la producción, la realización, los contenidos y las poéticas--, elijo el artículo "Tabú, intimidad y pudor: el cine realizado por mujeres", de Jorge Ruffinelli. Ruffinelli es, en el mundo de las publicaciones del cine latinoamericano, lo más cercano que tenemos a Dios: está en todas partes. Pero Dios lo tiene fácil, le basta con soplar. A Ruffinelli no: él se lo pasa investigando, estudiando y pensando sobre los más diversos asuntos y luego tiene la bondad de compartir con nosotros el fruto de ese trabajo tremendo, agudo, amoroso e inagotable. Sobre este artículo les digo algo muy sencillo: no se lo pierdan.
Soy de los que lee las revistas saltando de un lado para otro, al estilo conejo (canguro que diría Mel Gibson por ser australiano), y de aquí me voy al artículo "Internet y el fin de la televisión de masas", adonde llegué atraído por la fama de su autor, Ignacio Ramonet, francés nacido en España o al revés. Excepto las fotos del propio Ramonet, todo es interesante en el artículo. Este señor, como ya sabemos, no se cansa de decirnos cosas inteligentes y de inquietarnos. Escribe: "Hay un cambio que se está produciendo en la relación con los contenidos audioavisuales, con los programas de la televisión. Todos los estudios, las encuentas que se han hecho últimamente sobre las nuevas prácticas del uso de la televisión... indican que estamos asistiendo a un cambio muy rápido en el consumo, lo que podríamos llamar el consumo lineal de la televisión, el hecho de que veamos un programa. ¿A qué llamamos consumo lineal? Es cuando veo la televisión en el momento en que se difunde el programa. Si estoy frente al televisor cuando se está difundiendo un programa, eso es un consumo lineal; estoy sincrónico con la televisión, con el canal de televisión. Pero eso que parece una obviedad está siendo cada vez menos frecuente..." Y a partir de ahí el hombre toma impulso y nos pone a pensar en cosas que tenemos delante y en las que no hemos reparado.
Encontrarán ustedes este texto entre las páginas 42 y 49, casi el centro de la entrega, punto donde me volvió la maldita sensación de que la revista se me parecía a algo, alguna cosa.
No menos atractivo es el texto de Diego Lerman sobre "Las series como una posibilidad de experimentar". El autor sabe de lo que habla y lo hace en estilo anticremático, es decir, sin esparadrapos en la boca.
De este título, confundido por la vanidad, pasé a la propuesta de Dan Halsted titulada: "Los mejores escritores dan los mejores trabajos". Pensé que se hablaría de mí; pero no, el autor se extiende sobre temas en los que es experto y acumula una profunda vivencia, y lo hace al calor y la pasión del diálogo que propició, aquí en La Habana y en este mismo hotel, el seminario La serie televisiva actual y el impacto de su estética y sus dinámicas en la producción audiovisual contemporáneas, organizado por este Festival en su edición pasada.
En esta línea de interés, especialización e intercambio con el público, están las tres conferencias magistrales, material igualmente propiciado por las actividades colaterales del Festival que la revista tiene el tino de compartir con todos a través de este número y convertirlo así en referencia que podemos visitar a gusto. Estas clases estuvieron entre lo mejor que ocurrió el año pasado, por lo que el concepto de "actividades colaterales" va a tener que ser revisado.
Como me prometí no caer en la pedantería de comentar la revista título por título, y dejando a un lado la sensación de que el número me recordaba cada a otra cosa, paso a una última recomendación: La entrevista a Iván Giroud realizada por Antonio Enrique González, periodista de la publicación digital cubana La Jiribila. Pero antes de referirme a ella, la entrevista, y a él, Iván, tengo que hacer mención a otro asunto primordial que apenas aparece en él índice pero que está presente en todo el número.
Una publicación no es, no se reduce, a su contenido. Si no hay diseño, si no hay trabajo de edición, entendido como pensamiento y el cuidado de cada página en su esencia y su forma, la revista no tendrá el cuerpo, la efectividad, el peso que tiene esta y no irá a la maleta de ustedes el día de la partida sino al cesto de la basura de la habitación del hotel. El diseño gráfico está a cargo de 10K, y ustedes harán algo bueno por sí mismo su recorren la revista apreciando su presentación, tan bella como inteligente. La jefa de redacción es Xenia Reloba, y como director aparece Iván Giroud, a quien seguro debemos la mirada de águila sobre el conjunto, en tanto que las tareas gordas habrán recaído sobre la editora, como ocurre casi siempre. En todo caso, entre los méritos más importante y maravilloso de ambos está el que tengamos la revista en la mano, a tiempo, en el día y la hora señalado. Esta es, posiblemente, la parte más difícil de una publicación cubana, y para conseguirlo el equipo tiene que emplear todo tipo de efectos especiales.
El diseño incluye, incluso, una muestra de aquello que antes llamábamos "mensaje subliminal", y que hace unos años era el no va más en las teorías comunicacionales. El concepto existe desde hace mucho, de cuando Ramonet era chiquito y todavía no hablaba francés. Encontramos este mensaje en el reverso de la portada, donde se ubica lo que parece un inocente anuncio del ron Havana Club con el que los editores nos están diciendo, subliminalmente, que aceptamos los tragos que ustedes les quieran obsequiar por el buen trabajo realizado.
Volvamos a la entrevista de Don Iván, bautizado así desde su discurso de anoche en la inauguración del Festival. En esas páginas se aprecia, no porque él lo diga sino porque está en la esencia de su saber y su reflexión, que el director de nuestro Festival no ha acompañado por gusto y durante tantos años a los cineastas de este país y a muchas de sus figuras fundadoras, sino que se ha alimentado con lucidez de esa experiencia y la ha ello suya. Podemos afirmar con cariño porque este no lo podríamos evitar, pero con toda responsabilidad, que en Iván Giroud está, como en pocos de nosotros, la fuerza pero también el espíritu de nuestra cinematografía.
Y con su entrevista comprendí finalmente a qué se me parecía la revista: al Festival, y con él a nosotros, los cineastas cubanos. El Festival la recorre página por página con la misma seriedad, entusiasmo y gozo que está en los cines; con la misma sensibilidad, inteligencia e imaginación de todo el programa. Esta revista es, como cualquier película, guión o cartel hecho en esta isla o por gente nacida en ella, cine cubano, para hoy y para siempre, de nosotros para ustedes. Gracias por ello, equipo de Nuevo Cine Latinoamericano, No. 17.
Muchas gracias.
Egregi cineasti:
Vi chiamo così perché è questa nostra parte di cineaste che ci riunisce in questa sala, facciamo o no pellicole.
Ogni volta che mi è toccato presentare una rivista del cinema cubano l’ho letta con attenzione dalla prim all’ultima pagina, solo in queste occasioni. L’ho fatto e adesso posso confermare davanti a voi che siamo di fronte a una rivista...di peso.
Devo confessare anche che solo all’aprirla ho avuto la sensazione che mi sembrava qualcosa, ma non ho potuto detrminare cosa, così che ho proseguito senza soffermarmi in problemi di originalità.
Non mi piace, in una presentazione, mettermi a scorrere l’indice o interpretare ogni autore.
È qualcosa che farà ognuno di voi. La stessa equipe di redazione si incarica, nella copertina, di richiamare la nostra attenzione sui temi che considera più rilevanti: il dossier sulle donne cineaste, e quello delle serie televisive; le interviste; le conferenze magistrali di illustri visitatori e i 30 anni della Fondazione del Nuovo Cine Latinoamericano.
Di tutto questo menù, mi riferirò solo ad alcuni piatti che mi sono piaciuti particolarmente.
Del dossier sulle donne realizzatrici che affronta il loro lavoro da diversi angoli – la produzione, la realizzazione, i contenuti e la poetica – scelgo l’articolo “Tabù intimità e pudore: il cine realizzato dalle donne”, di Jorge Ruffinelli. Ruffinelli è, nel mondo delle pubblicazioni sul cine latinoamericano, quello che abbiamo più vicino a Dio: è da tutte le parti. Ma per Dio è facile, gli basta soffiare. Per Ruffinelli invece no gli se la passa investigando, studiando, pensando sui diversi fatti e poi ha la bontà di compartire con noi il frutto di questo arduo lavoro, acto, amorevole e infinito. Su questo articolo dico qualcosa di molto semplice: non ve lo perdete.
Sono di quelli che leggono le riviste saltando da un lato all’altro, stile coniglio (Mel Gibson, come australiano mi direbbe canguro), da qua vado all’articolo “Internet, fine della televisione di massa”, dove sono arrivato attratto dalla fama del suo autore Ignacio Ramonet, francese nato in Spagna o al contrario. Tranne le foto, dello stesso Ramonet, l’articolo è tutto interessante, Questo signore, come già sappiamo, non si stanca di dirci cose intelligenti e di inquietarci. Scrive: C’è un cambiamento che si sta producendo con relazione agli audiovisuali, nei programmi della televisione. Tutti gli studi, le inchieste che sono stati fatti ultimamente sulle nuove pratiche di uso della televisione...indicano che stiamo assistendo a un cambio molto rapido nel consumo, quello che potremmo chiamare il consumo lineare della televisione, al fatto che vediamo un programma. Cosa chiamiamo come consumo lineare? È quando vedo la televisione nel momento in cui si diffonde il programma, questo è un consumo lineare; sono in sincrono con la televisione, col canale della televisione. Però quello che sembra un’ovvietà viene essendo sempre meno frequente...” E a partire da lì l’uomo prende la spinta e ci mette a pensare a cose che abbiamo davanti e a cui non abbiamo fatto caso.
Potete trovare questo testo tra le pagine 42 e 49, quasi al centro del fascicolo, punto dove mi tornò la maledetta sensazione che la rivista assomigliava a qualcosa, non so cosa.
Non meno attraente è il testo di Diego Lerman su “Le serie come possibilità di sperimentare”. L’autore sa di cosa parla e lo fa con stile disinvolto, vale a dire, senza peli sulla lingua.
Da questo titolo, confuso dalla vanità, sono passato alla proposta di Dan Halsted intitolata: “I migliori scrittori danno i mgliori lavori”. Ho pensato che si sarebbe parlato di me, ma no, l’autore si estende su temi nei quali è esperto e accumula una profonda conoscenza, lo fa col calore e la passione per il dialogo che ha propiziato, qua all’Avana e in questo stesso hotel, il seminario “La serie televisiva attuale, l’impatto della sua estetica e le sue dinamiche nella produzione audiovisiva contemporanea”, organizzato da questo Festival nella scorsa edizione.
In questa linea di interesse, specializzazione e interscambio col publico, ci sono le tre conferenze magistrali, materiale pure propiziato dalle attività collaterali del Festival che la rivista da modo di compartire con tutti tramite questo numero e trasformarlo così in riferimento che possiamo visitare a piacere. Queste lezioni sono state tra il meglio di quello successo l’anno scorso, per cui il concetto di “attività collaterali” dev’essere rivisto.
Siccome mi sono ripromesso di non cadere nella pedanteria di commentare la rivista titolo per titolo e lasciando da una parte la sensazione che il numero mi ricordava qualcos’altro, passo a un’ultima raccomandazione: l’intervista a Iván Giroud realizzata da Antonio Enrique González, giornalista della pubblicazsione digitale cubana La Jiribilla. Ma prima di riferirmi ad essa, l’intervista e a lui Iván, devo menzionare un altro fatto primordiale che appare appena nell’indice, ma che è presente in tutto il numero.
Una pubblicazione non è, non si riduce al suo contenuto. Se non c’è disegno, se non c’è lavoro di edizione, inteso come pensiero e la cura di ogni pagina nella sua essenza e forma, la rivista non avrà il corpo, l’effettività e il peso che ha questa e non entrera nella vostra valigia il giorno della partenza, ma nel cestino dei rifiuti della stanza dell’albergo. Il disegno grafico è a carico di 10K e voi farete qualcosa di buono sfogliando la rivista e apprezzando la sua presentazione, tanto bella quanto intelligente. La capo redattrice è Xenia Reloba e come direttore appare ivàn Giroud, a chi sicuramente dobbiamo lo sguardo d’aquila sull’insieme, mentre i compiti gravosi saranno ricaduti sull’editrice, come succede quasi sempre. Ad ogni modo, fra i meriti più importanti e meravigliosi di entrambi c’è quello che abbiamo in mano la rivista, in tempo, nell’ora e giorno stabiliti. Questa è, probabilmente, la parte più difficile di una pubblicazione cubana e per ottenerlo la squadra deve impiegare ogni tipo di effetto speciale.
Il disegno comprende, anche, una mostra di quello che prima chiamavamo “messaggio subliminale” e che alcuni anni fa era il non plus ultra nelle teorie di comunicazione. Il concetto esiste da molto tempo, da quando Ramonet era piccolo e non parlava ancora in francese. Troviamo questo messaggio nel retro della copertina, dove si trova quello che sembra un innocente annuncio del rum Havana Club col quale gli editori ci stanno dicendo, subliminalmente che accettano le bevande che gli vogliate ossequiare per il buon lavoro realizzato.
Torniamo all’intervista di Don Iván, battezzato così per il suo discorso pronunciato ieri sera nell’inaugurazione del Festival. In queste pagine si apprezza, non perché lo dica, ma perché è nell’essenza del suo sapere e della sua riflessione che il direttore del nostro Festival non ha accompagnato per niente e durante tanti anni i cineasti di questo Paese e a molte delle sue figure fondatrici, ma che si è alimentato con lucidità di questa esperienza e l’ha fatta sua. Possiamo affermare con simpatia, perché questo non lo possiamo evitare, ma con tutta responsabilità che in Iván Giroud c’è, come in pochi di noi, la forza e anche lo spirito della nostra cinematografia.
E con la sua intervista ho finalmente capito a cosa si assomigliava la rivista: al Festival e con lui a noi, i cineasti cubani. Il Festival percorre pagina per pagina, con la stessa serietà, entusiasmo e piacere che c’è nei cine; con la stessa sensibilità, intelligenza e immaginazione di tutto il programma. Questa rivista è, come qualsiasi pellicola, sceneggiatura o locandina fatta in quest’Isola o da gente nata in essa, cine cubano, per oggi e per sempre, da noi per voi. Grazie per questo, squadra di Nuovo Cine Latinoamericano, n° 17.
Molte grazie.