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sabato 31 maggio 2014
venerdì 30 maggio 2014
giovedì 29 maggio 2014
Pesca fruttifera e avvistamento eccezionale
Non soltanto la soddisfazione di eccellenti giornate di pesca al Cabo San Antonio per i fratelli Alessandro e Luca. Oltre alle normali prede previste, hanno catturato uno squalo di dimensioni rispettabili ed hanno avuto l'occasione di fotografare e filmare il passaggio di una balena, fatto eccezionale da queste parti. Chi volesse provare ad avere uguale fortuna (con le balene) e soddisfazione certa, nella pesca, può chiedere informazioni a: http://www.latitudcuba.net o alla mail: latitudcuba@mtc.co.cu
Avvertenze doganali
Fonte AFP/Elnuevoherald
Cuba advierte a viajeros que se abstengan de transportar bultos ajenos en equipaje
Un viajero arriba al aeropuerto José Martí de La Habana en esta foto de archivo. La aduana de la isla está advirtiendo a los viajeros que no deben llevar bultos ajenos en sus equipajes. JOSE GOITIA / NEW YORK TIMES
AFP
LA HABANA -- La Aduana de Cuba alertó este miércoles a los viajeros hacia el país que se abstengan de transportar bultos ajenos (“encomiendas”) en sus equipajes, pues puede traerles consecuencias administrativas y penales.
“Los pasajeros no están autorizados a transportar consigo encomiendas para otras personas naturales o jurídicas y en ocasiones, al incumplir esta norma, incurren en violaciones que pueden acarrear responsabilidades, no solo de carácter administrativas sino también penales”, dijo un aviso publicado en su sitio aduana.co.cu.
Con la finalidad de “evitarles molestias y contratiempos a su paso por nuestras fronteras”, los viajeros recibirán próximamente un plegable con esa información, anunció.
Añadió que las encomiendas “pueden ser utilizadas para el traslado y enmascaramiento de sustancias y artículos empleados en el terrorismo, operaciones de narcotráfico y contrabando de mercancías, que puedan poner en riesgo la seguridad, la salud humana y el medio ambiente”.
“El pasajero que sea portador de una encomienda asume la responsabilidad administrativa o penal derivada del incumplimiento de esta regulación”, agregó.
Muchas personas que viajan a Cuba, sobre todo desde Estados Unidos, donde existe una comunidad emigrada de más de un millón de personas, traen bultos ajenos en sus equipajes, enviados por amigos y familiares de los destinatarios, una práctica habitual durante las últimas cinco décadas.
Incluso, existen las denominadas “mulas” que se dedican a transportar mercancías ajenas hacia la isla, cubriendo con el flete los gastos de viaje.
La aduana adoptó varias regulaciones para estipular la cantidad de productos sin fines comerciales que puede entrar el viajero a Cuba, y qué impuestos debe pagar por ellos.
La nota de la Aduana está acompañada por un video, según el cual una persona fue detenida cuando intentó entrar 150 pendrives (memorias flash) camuflados en una lata de leche en polvo, artículo cuyo número máximo de entrada es de cinco unidades.
Si esa persona “llega a ser acusada por un delito de contrabando pudiera estar sujeta a sanción penal de uno a tres años de privación de libertad”, o una multa, dijo en el video Carmen Arias, subdirectora de Técnicas de la Aduana.
Cuba advierte a viajeros que se abstengan de transportar bultos ajenos en equipaje
Un viajero arriba al aeropuerto José Martí de La Habana en esta foto de archivo. La aduana de la isla está advirtiendo a los viajeros que no deben llevar bultos ajenos en sus equipajes. JOSE GOITIA / NEW YORK TIMES
AFP
LA HABANA -- La Aduana de Cuba alertó este miércoles a los viajeros hacia el país que se abstengan de transportar bultos ajenos (“encomiendas”) en sus equipajes, pues puede traerles consecuencias administrativas y penales.
“Los pasajeros no están autorizados a transportar consigo encomiendas para otras personas naturales o jurídicas y en ocasiones, al incumplir esta norma, incurren en violaciones que pueden acarrear responsabilidades, no solo de carácter administrativas sino también penales”, dijo un aviso publicado en su sitio aduana.co.cu.
Con la finalidad de “evitarles molestias y contratiempos a su paso por nuestras fronteras”, los viajeros recibirán próximamente un plegable con esa información, anunció.
Añadió que las encomiendas “pueden ser utilizadas para el traslado y enmascaramiento de sustancias y artículos empleados en el terrorismo, operaciones de narcotráfico y contrabando de mercancías, que puedan poner en riesgo la seguridad, la salud humana y el medio ambiente”.
“El pasajero que sea portador de una encomienda asume la responsabilidad administrativa o penal derivada del incumplimiento de esta regulación”, agregó.
Muchas personas que viajan a Cuba, sobre todo desde Estados Unidos, donde existe una comunidad emigrada de más de un millón de personas, traen bultos ajenos en sus equipajes, enviados por amigos y familiares de los destinatarios, una práctica habitual durante las últimas cinco décadas.
Incluso, existen las denominadas “mulas” que se dedican a transportar mercancías ajenas hacia la isla, cubriendo con el flete los gastos de viaje.
La aduana adoptó varias regulaciones para estipular la cantidad de productos sin fines comerciales que puede entrar el viajero a Cuba, y qué impuestos debe pagar por ellos.
La nota de la Aduana está acompañada por un video, según el cual una persona fue detenida cuando intentó entrar 150 pendrives (memorias flash) camuflados en una lata de leche en polvo, artículo cuyo número máximo de entrada es de cinco unidades.
Si esa persona “llega a ser acusada por un delito de contrabando pudiera estar sujeta a sanción penal de uno a tres años de privación de libertad”, o una multa, dijo en el video Carmen Arias, subdirectora de Técnicas de la Aduana.
mercoledì 28 maggio 2014
Quando arrivano gli amici....
A volte si ricevono piacevolissime sorprese come questo salame piacentino o qualche taglio di Parmigiano o Grana...
Inevitabili critiche al Senato USA per la visita del presidente della Camera di Commercio a Cuba
Fonte AP/Elnuevoherald
Senador critica viaje de Cámara de Comercio a Cuba
BY POR BRADLEY KLAPPER
ASSOCIATED PRESS
WASHINGTON -- El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado dijo a la Cámara de Comercio de Estados Unidos que cree que su viaje a Cuba es una mala idea.
En una carta dirigida a la Cámara, el senador Bob Menéndez, demócrata por Nueva Jersey, dijo que Cuba no es una oportunidad atractiva de inversión porque el gobierno encarcela injustificadamente a líderes empresariales e infringe las normas internacionales del trabajo. Menéndez puso en entredicho los méritos de acercarse a un gobierno que controla casi toda la actividad económica de la isla.
Thomas J. Donohue, presidente de la Cámara, se reunió el martes en La Habana con empresarios, funcionarios y estudiantes universitarios. Varios ejecutivos empresariales estadounidenses lo acompañaron. La delegación llegó el martes y Donohue se reunió con el canciller cubano Bruno Rodríguez.
"Espero regresar a Estados Unidos con un claro mensaje de que en Cuba se avanza en materia de la libre empresa y el empleo privado, así como un gran avance para la pequeña empresa" dijo Donohue. "También espero regresar con otra información también".
Funcionarios de la Cámara dicen que es la primera visita de una delegación de la organización a la isla desde 1999.
La delegación tiene planeado visitar el miércoles una cooperativa de reparación de automóviles.
Cuba ha legalizado ciertas actividades de negocios en muchas áreas desde 2010, creando miles de emprendedores independientes.
Pero Menéndez recuerda a la Cámara que el embargo estadounidense a la isla, impuesto hace cinco décadas, probablemente no se levantará pronto y afirma que Cuba debe liberar a todos los presos políticos y respetar los derechos de sus ciudadanos.
Senador critica viaje de Cámara de Comercio a Cuba
BY POR BRADLEY KLAPPER
ASSOCIATED PRESS
WASHINGTON -- El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado dijo a la Cámara de Comercio de Estados Unidos que cree que su viaje a Cuba es una mala idea.
En una carta dirigida a la Cámara, el senador Bob Menéndez, demócrata por Nueva Jersey, dijo que Cuba no es una oportunidad atractiva de inversión porque el gobierno encarcela injustificadamente a líderes empresariales e infringe las normas internacionales del trabajo. Menéndez puso en entredicho los méritos de acercarse a un gobierno que controla casi toda la actividad económica de la isla.
Thomas J. Donohue, presidente de la Cámara, se reunió el martes en La Habana con empresarios, funcionarios y estudiantes universitarios. Varios ejecutivos empresariales estadounidenses lo acompañaron. La delegación llegó el martes y Donohue se reunió con el canciller cubano Bruno Rodríguez.
"Espero regresar a Estados Unidos con un claro mensaje de que en Cuba se avanza en materia de la libre empresa y el empleo privado, así como un gran avance para la pequeña empresa" dijo Donohue. "También espero regresar con otra información también".
Funcionarios de la Cámara dicen que es la primera visita de una delegación de la organización a la isla desde 1999.
La delegación tiene planeado visitar el miércoles una cooperativa de reparación de automóviles.
Cuba ha legalizado ciertas actividades de negocios en muchas áreas desde 2010, creando miles de emprendedores independientes.
Pero Menéndez recuerda a la Cámara que el embargo estadounidense a la isla, impuesto hace cinco décadas, probablemente no se levantará pronto y afirma que Cuba debe liberar a todos los presos políticos y respetar los derechos de sus ciudadanos.
martedì 27 maggio 2014
lunedì 26 maggio 2014
I fatti di Orfila (IV e fine), di Ciro Bianchi Ross
Pubblicato su Juventud Rebelde del 25/5/14
In un’intervista che concesse a Miami, molti anni dopo dei fatti di Orfila, Mario Salabarría affermò che quando ebbe fra le mani l’ordine del giudice istruttore per arrestare Emilio Tro chiese al colonnello Fabio Ruiz Rojas, Capo della Polizia Nazionale, che la facesse vedere al Presidente della Repubblica e che Grau fu d’accordo che si procedesse con l’arresto, sebbene non fu responsabile di quello che successe a casa di Morín Dopico quando si volle eseguire la cattura.
Non si perda di vista che entrambi, nominati da Grau, erano comandanti della Polizia in virtù del Servizio Militare della Riserva e che mentre Salabarría disimpegnava il comando del Servizio di Investigazioni di Attività Nemiche, Tro occupava la direzione di questo corpo repressivo, incarico che ad opinione di alcuni, non ha mai svolto mentre svolse, invece, il comando della sua unità di Addestramento e Disciplina Militare.
Secondo l’opimione dello storico Humberto Vázquez García, nel suo libro El Gobierno de la Kubanidad (1985), il colonnello Ruiz Rojas era un uomo di Salabarría e partecipava alle sue malefatte. Tro si era opposto alle speculazioni di borsa nera e altri affari sporchi dalle alte sfere del Governo, Salabarría nonostante la sua fama di onesto – si ricordi che denunciò il Ministro del Commercio quando lo “sorprese” in un affare scandaloso -, fini involucrandosi in questo tipo di operazioni in complicità con il capo della Polizia e con il comandante Roberto Meoqui Lezama, fra gli altri.
Tro si opponeva a queste attività illecite, forse le denunciò al Presidente, dice Vázquez García e aggiunge che le contraddizioni e i sentimenti di antipatia fra i due venivano dai tempi di Machado, rivalità che condusse a fatti di sangue fra i rispettivi seguaci. Ruiz Rojas non fu per niente contento della designazione di Tro dentro al corpo di Polizia e non partecipò alla sua presa di possesso, come nemmeno lo fece nessun alto ufficiale eccetto, Morín Dopico. L’inimicizia tra Salabarría e Tro crebbe quendo questi volle installare il suo ufficio dove l’altro aveva il proprio.
Il colonnello Ruiz Rojas si schierava sempre a favore di Salabarría e Tro lo minacciò di morte. “La paura che ciò si materializzasse fece sì che Ruiz e Salabarría decidessero di eliminare Tro. Il fallito attentato contro questi e la morte del capitano Ávila erano serviti come catalizzatori del conflitto. In queste circostanze, Salabarría e Ruiz ricorsero al mandato di cattura ordinato dal giudice istruttore dopo del quale, in compagnia di Benito Herrera, capo della Polizia Segreta, prepararono l’attacco alla casa di Morín Dopico”, precisa Vázquez García.
Per ordine del capo dell’Esercito, maggior generale Genovevo Pérez, Salabarría e Morín rimasero reclusi nel campo militare di Columbia, sede dello Stato Maggiore. L’Esercito occupò gli uffici di Salabarría procedendo a una perquisizione minuziosa in casa del colonnello Fabio Ruiz. Tre uomini della sua scorta si trovavano detenuti a Columbia e Ruiz Rojas, crededendosi ancora capo del corpo poliziesco, si comunicò con Genovevo per trattare la loro libertà. Il ben nutrito militare gli rispose che li avrebbero fatto uscire se dimostravano di non aver partecipato ai fatti di Orfila. Ruiz Rojas non insistette. Sapeva di essere inguaiato e Genovevo che lo aveva già a testa bassa, voleva dargli una bastonata sulle orecchie: aveva l’idea di far si che il colonnello Oscar Díaz, ufficiale investigatore della causa 95 dello Stato Maggiore Generale dell’Esercito per il massacro in casa di Morín, venisse citato a Columbia e una volta lì, disponesse della sua detenzione.
Ruiz Rojas, manco a dirlo, si rifugiò al Palazzo e dopo aver avuto una licenza di 30 giorni – per recuperasi dalle emozioni ricevute – fuggì all’estero. Tornò il 2 febbraio del 1950 e dovette rispondere delle accuse che gli si imputavano nella causa 95. Allora rilasciò a Columbia le sue dichiarazioni e fu rimesso alle carceri militari: lo accusavano di essere l’autore intellettuale del massacro.
Morti che sapevano troppo
Il documentario di Guayo per il Notiziario Nazionale del Cinema che raccoglie, minuto a minuto i dettagli del massacro, si esibiva nei cinema Fausto e Rex quando, Alejo Cossío del Píno, Ministro degli Interni del presidente Grau, ne dispose il divieto per considerarlo “poco edificante”. Il giovane studente Fidel Castro accusò il presidente e il suo ministro di sequestro diretto, disse, a eliminare le prove d’accusa. Per i fatti di Orfila, i leaders dell’opposizione accusarono il Governo di “irresponsabile, inetto e senza disciplina” accusando i ministri di alimentare i disordini e la violenza mentre altri, in modo più diretto, identificavano il Presidente come “il grande colpevole, la grande delusione, il grande assassino, il grande simulatore”. Il senatore Eduardo Chibás innalzava al cielo le virtù reali o immaginarie di Tro. Condannava, si, i suoi fatti di sangue, ma riconosceva che non uccideva alla schiena né ammazzava donne e che nemmeno partecipava alle speculazioni della borsa nera. Esaltò la sua generosità quando disse che nei momenti più intensi della sparatoria, Emilio Tro decise di suicidarsi per salvare, col suo sacrificio, la moglie e la figlioletta di Morín.
Dopo tre lunghi mesi, dopo aver ascoltato le dichiarazioni di 168 testimoni e consumate circa 200 ore di sessioni permanenti e segrete, il Consiglio di Guerra dettò, il 6 marzo del 1948, la sua sentenza per la causa 95. Furono giorni che trascorsero in un ambiente di relativa ostilità, assicurarono i reporters della sezione En Cuba della rivista Bohemia. Il pubblico non era composto da semplici curiosi, ma da famigliari e partitari degli accusati di ambo le parti, molti non riuscirono a trattenersi e minacciavano a gesti i loro nemici o profferivano insulti a bassa voce. Salabarría protestò davanti al presidente del tribunale per le provocazioni di cui era oggetto e alla fine di una delle sessioni, nel corridoio del Consiglio Superiore di Guerra, Morín Dopico e il fratello del Rosso vennero quasi alle mani nonostante la presenza dei militari di scorta che impugnarono i loro fucili per dissuaderli. L’avvocato di Salabarría desistette dall’incarico perché considerò coazioni morali quelle che il tribunale gli metteva continuamente con i continui dinieghi alla sua difesa.
Nel giudizio vennero alla luce le operazioni di borsa nera e il contrabbando di armi e droga lungo il fiume Almendares, ma in nessun momento si presentò testimonianza delle investigazioni per i delitti che si menzionavano. Si disse che alcune delle vittime di Orfila, come il tenente Puertas Yero, morirono perché sapevano troppo di queste cose e non perché fossero attori della contesa. Si lasciò intravvedere una versione molto diversa da quella conosciuta in merito al tentativo di detenzione di Emilio Tro. La sua eliminazione dallo scacchiere delle operazioni poliziesche non fu idea di Salabarría, suo nemico irriducibile, ma che nacque nel Palazzo Presidenziale. Questo causò che l’avvocato Fernando del Busto, noto batistiano, reclamasse la presenza del primo cittadino come testimone del processo.
Fra altri militari, il comandante Mario Salabarría fu condannato a 30 anni per omicidio e a un anno e un giorno per disordine pubblico. Il tenente Roberto Pérez Dulzaides, 25 anni per omicidio e sei mesi per disordine pubblico, Il capitano Mariano Miguel a 20 anni per omicidio. Il caporale Osvaldo Sabater a 25 anni per omicidio... Il comandante Antonio Morín Dopico fu condannato a un anno e un giorno per disordine pubblico. I tribunali ordinari giudicarono e sentenziarono gli elementi civili implicati nel massacro. Dicono che quando chiesero a José Fayat o Fallat, alias il Turchetto, perché uccise la moglie di Morín Dopico rispose, come se lo avvolgesse una grande tristezza: “ Mi faceva pena vederla ferita. Le diedi il colpo di grazia per carità...”
Sei nomi e una data
Nel cimitero di Colón, una lapide di grandi dimensioni che incornicia un pantheon, porta scritti sei nomi e una data: Emilio Tro Rivero, Luís Padierne Labrada, Alberto Díaz González, Arcadio Méndez Valdés, Mariano Puertas Yero e Aurora Soler de Morín; 15 settembre 1947. Per ognuno di questi nomi l’Unione Insurrezionale Rivoluzionaria (UIR), l’organizzazione fondata da Tro, scrisse quello dei loro asssassini: Mario Salabarría, Roberto Meoqui, Rogelio Hernández Vega...ciò che equivaleva a una condanna a morte. Scrissero anche il nome di Cossío del Píno. Consideravano che la proibizione dell’esibizione del documentario di Guayo, di cui fu responsabile, lo faceva complice della tragedia.
Nella notte dell11 febbraio 1952, Cossío fu vittima di un attentato mentre celebrava con amici e compagni di partito ad un tavolo del caffé Strand all’angolo di Belascoaín e San José. Con 16 fori di proiettile nella schiena, non giunse vivo all’Ospedale d’Emergenza. Per molti, l’UIR aveva compiuto il giuramento di eliminarlo che fecero al funerale di Tro, ma si dice che esistono elementi sul fatto che Batista pagò gli assassini per creare, nel Paese, un clima proprizio al colpo di stato del 10 marzo.
Rogélio Hernández Vega, “Cucú”, fu finito a colpi d’arma da fuoco nel consolato cubano in Messico, nel luglio 1948. Dimenticato e in miseria, Roberto Meoqui, morì nel sanatorio antitubercolare de La Esperanza di Arroyo Naranjo, nel 1950. La mattina del 21 novembre del 1951, il Turchetto evadeva dal Castello del Principe, dov’era recluso; una fuga spettacolare protagonizzata da Policarpo Soler e diretta, da fuori, da Orlando León Lemus, il Rosso. Questi, dopo i fatti di Orfila, riuscì a raggiungere il Messico e poi cercò rifugio in Venezuela fino a che, espulso dal Paese sudamericano, trovò rifugio a Panama. Non tardò molto nel suo periplo all’estero. Nel maggio ’48 ritornò clandestinamente, ma con l’appoggio di alti funzionari del Governo. Fu sempre antibatistiano e rafforzò la sua lotta contro il dittatore a partire dal 10 di marzo. All’alba del 24 febbraio del 1955, forze di polizia comandate dal tenente colonnello Lutgardo Martín Pérez lo abbatterono a colpi d’arma da fuoco nel suo nascondiglio di Durege 211, a Santos Suárez.
Mario Salabarría usci dal carcere il 3 giugno del 1961. Si trovava ricoverato all’Ospedale Curie (Istituto di Oncologia) operato di cancro ad una gamba, quando gli comunicarono la sua liberazione. Il 22 giugno del 1965 fu arrestato di nuovo per la sua partecipazione, provata, ad un attentato contro la vita del Comandante in Capo. Trascorse, in totale, 28 anni di carcere; cifra che non comprende il periodo di privazione di libertà che soffrì nei giorni di Machado. Alla sua uscita dall’ultima reclusione, andò ad abitare al numero 60 della calle Agustina, alla Víbora, assieme a sua sorella Haydée che fu fidanzata di Rafael Trejo. Morì a Miami il 10 marzo del 2004, a causa di una insufficienza mitralica. I suoi resti furono cremati. Aveva 94 anni d’età.
Emilio Tro, continua ad essere vivo nella sua leggenda.
Los sucesos de Orfila (IV y final)
Ciro Bianchi RossCiro Bianchi Ross * digital@juventudrebelde.cu
24 de Mayo del 2014 20:38:33 CDT
En una entrevista que concedió en Miami, muchos años después de los
sucesos de Orfila, Mario Salabarría afirmó que cuando tuvo en las
manos la orden del juez de instrucción para detener a Emilio Tro,
pidió al coronel Fabio Ruiz Rojas, jefe de la Policía Nacional, que la
mostrara al Presidente de la República y que Grau estuvo de acuerdo
con que se procediera a la detención, si bien el mandatario no fue
responsable de lo que sucedió en la casa de Morín Dopico cuando se
quiso ejecutar el arresto.
No se pierda de vista que ambos, nombrados por Grau, eran comandantes
de la Policía, en virtud del Servicio Militar de Reserva, y que
mientras Salabarría desempeñaba la jefatura del Servicio de
Investigaciones Extraordinarias de la Policía Nacional, creado en los
días de la II Guerra Mundial como Servicio de Investigaciones de
Actividades Enemigas, Tro ocupaba la dirección de la academia de ese
cuerpo represivo, cargo que en opinión de algunos nunca desempeñó y sí
la jefatura de su unidad de Entrenamiento y Disciplina Militar.
En opinión del historiador Humberto Vázquez García, en su libro El
Gobierno de la Kubanidad (1985), el coronel Ruiz Rojas era un hombre
de Salabarría y participaba en sus fechorías. Tro se había enfrentado
a las especulaciones de la bolsa negra y a otros negocios sucios
organizados por las altas esferas del Gobierno. Salabarría, pese a su
fama de honrado --recuérdese que denunció al Ministro de Comercio
cuando lo <> en un negocio escandaloso--, terminó involucrándose
en ese tipo de operaciones en contubernio con el jefe de la Policía y
con el comandante Roberto Meoqui Lezama, entre otros.
Tro se oponía a esas actuaciones ilícitas y quizá las habría
denunciado al Presidente, dice Vázquez García y agrega que las
contradicciones y los sentimientos de antipatía entre ambos venían
desde la época de Machado, rivalidad que había conducido a sucesos de
sangre entre sus respectivos seguidores. Ruiz Rojas no había sido nada
feliz con la designación de Tro dentro del cuerpo policial y no
asistió a su toma de posesión, como tampoco lo hizo ningún alto
oficial, salvo Morín Dopico. La enemistad entre Salabarría y Tro se
acrecentó cuando este quiso instalar su despacho en el mismo edificio
donde el otro tenía el suyo.
El coronel Ruiz Rojas se parcializaba siempre a favor de Salabarría y
Tro lo amenazó de muerte. “El temor a que ello se materializara hizo
que Ruiz y Salabarría decidieran eliminar a Tro. El fallido atentado
contra este y la muerte del capitán Ávila habían servido como
catalizador del conflicto. En esas circunstancias, Salabarría y Ruiz
recurrieron al mandato de detención dictado por el juez de
instrucción, luego de lo cual, en compañía de Benito Herrera, jefe de
la Policía Secreta, prepararon el ataque a la casa de Morín Dopico”,
precisa Vázquez García.
Por orden del jefe del Ejército, mayor general Genovevo Pérez,
Salabarría y Morín quedaron incomunicados en el campamento militar de
Columbia, sede del Estado Mayor. El Ejército ocupaba las oficinas de
Salabarría y procedía a un registro minucioso en la casa del coronel
Fabio Ruiz. Tres hombres de su escolta se hallaban detenidos en
Columbia y Ruiz Rojas, creyéndose aún el jefe del cuerpo policial, se
comunicó por teléfono con Genovevo para gestionar su libertad. El bien
comido militar le contestó que los dejaría salir si demostraban no
haber participado en los sucesos de Orfila. Ruiz Rojas no insistió. Él
mismo estaba en llamas, y Genovevo, que lo tenía ya con la cabeza en
el suelo, quería darle un porrazo en la oreja: tenía la idea de hacer
que el coronel Oscar Díaz, oficial investigador de la causa 95 del
Estado Mayor General del Ejército por la matanza de la casa de Morín,
lo citara a Columbia y, una vez allí, disponer su detención.
Ruiz Rojas, sin embargo, se refugió en Palacio y, tras conseguir una
licencia por 30 días --para reponerse, dijo Genovevo, de las emociones
recibidas-- marchó al extranjero. Regresó el 2 de febrero de 1950 y
debió responder por los cargos que se le imputaban en la causa 95.
Prestó entonces declaraciones en Columbia y fue remitido a las
prisiones militares: lo acusaban de ser el autor intelectual de la
masacre.
Muertos que sabían demasiado
El documental de Guayo para el Noticiero Nacional de Cine, que recoge
minuto a minuto los detalles de la matanza, se exhibía en los cines
Fausto y Rex cuando Alejo Cossío del Pino, ministro de Gobernación
(Interior) del presidente Grau, dispuso su prohibición por
considerarlo “poco edificante”. El joven estudiante Fidel Castro acusó
al mandatario y a su ministro de ese secuestro encaminado, aseguró, a
borrar las pruebas acusatorias. Por los sucesos de Orfila, líderes de
la oposición tacharon al Gobierno de “irresponsable, inepto e
indisciplinado” y acusaron al Ejecutivo de fomentar desórdenes y
violencia, mientras que otros, de manera más directa, identificaban al
Presidente como <>. El senador Eduardo Chibás ponía por los
cielos las virtudes reales o imaginarias de Tro. Condenaba, sí, sus
hechos de sangre, pero reconocía que no mataba por la espalda ni
asesinaba mujeres y que tampoco participaba en las especulaciones de
la bolsa negra. Exaltó su generosidad cuando reveló que en los
momentos más intensos del tiroteo, Emilio Tro propuso suicidarse para
salvar con su sacrificio a la esposa y a la hijita de Morín.
Después de tres largos meses y tras escuchar las declaraciones de 168
testigos y consumir unas 200 horas en sesiones permanentes y secretas,
el Consejo de Guerra dictó, el 6 de marzo de 1948, su fallo en la
causa 95. Fueron jornadas que transcurrieron en un ambiente de
relativa hostilidad, aseguraron los reporteros de la sección En Cuba,
de la revista Bohemia. El público no lo componían simples curiosos,
sino familiares y partidarios de los acusados de uno y otro bando y
muchos no podían contenerse y amenazaban por señas a sus enemigos o
proferían insultos a media voz. Salabarría protestó ante el presidente
del tribunal por las provocaciones de que era objeto y al finalizar
una de las sesiones, al coincidir en el pasillo del edificio del
Consejo Superior de Guerra, Morín Dopico y el hermano de El Colorado
casi se van a las manos pese a las presencia de los escoltas, que
rastrillaron sus fusiles para disuadirlos. El abogado de Salabarría
desistió de seguirlo siendo por lo que consideró coacciones morales
del tribunal, que ponía continuos reparos a su desempeño.
Salieron a relucir en el juicio las operaciones de bolsa negra y el
contrabando de armas y drogas por el río Almendares, pero en ningún
momento se dedujo testimonio para la investigación de los delitos que
se mencionaban. Se dijo que algunas de las víctimas de Orfila, como el
teniente Puertas Yero, murieron porque sabían demasiado de esas cosas
y no porque fueran actores de la contienda. Se dejó entrever una
versión muy diferente a la conocida en cuanto al motivo del intento de
detención de Emilio Tro. Su eliminación del tablero de las actividades
policiales no fue idea de Salabarría, su enemigo irreconciliable, sino
que nació en el Palacio Presidencial. Eso provocó que el abogado
Fernando del Busto, un batistiano notorio, reclamase la presencia del
mandatario de la nación como testigo del proceso.
Entre otros militares, el comandante Mario Salabarría fue condenado a
30 años por asesinato y a un año y un día por desorden público. El
teniente Roberto Pérez Dulzaides, 25 años por asesinato y seis meses y
un día por desorden público. Capitán Mariano Miguel, 20 años por
homicidio. Cabo Osvaldo Sabater, 25 años por asesinato... El comandante
Antonio Morín Dopico fue sancionado a un año y un día por desorden
público. Tribunales ordinarios juzgaron y sentenciaron a elementos
civiles implicados en la matanza. Dicen que cuando le preguntaron a
José Fayat o Fallat, alias el Turquito, por qué mató a la esposa de
Morín Dopico, respondió como si una gran tristeza lo embargara: “Me
daba pena verla sufrir tanto, pues estaba herida. La rematé por
caridad...”.
Seis nombres y una fecha
En la necrópolis de Colón, una lápida de grandes proporciones que
resguarda un panteón tiene inscritos seis nombres y una fecha: Emilio
Tro Rivero, Luis Padierne Labrada, Alberto Díaz González, Arcadio
Méndez Valdés, Mariano Puertas Yero y Aurora Soler de Morín; 15 de
septiembre de 1947. Por cada uno de esos nombres, la Unión
Insurreccional Revolucionaria (UIR) la organización fundada por Tro,
escribió el de uno de sus asesinos: Mario Salabarría, Roberto Meoqui,
Rogelio Hernández Vega... lo que equivalía a una condena a muerte.
Escribieron asimismo el nombre de Cossío del Pino. Consideraban que la
prohibición de la exhibición del documental de Guayo, de la que fue
responsable, lo hacía cómplice de la tragedia.
En la noche del 11 de febrero de 1952, Cossío fue víctima de un
atentado mientras departía con amigos y correligionarios en torno a
una mesa del café Strand, en la esquina de Belascoaín y San José. Con
16 perforaciones de bala en sus espaldas, no llegó vivo al Hospital de
Emergencias. Para muchos, la UIR había cumplido el juramento de
eliminarlo que hizo en el entierro de Tro, pero se dice que existen
elementos sobre que Batista pagó a los asesinos con el ánimo de crear
en el país un clima propicio al golpe de Estado del 10 de marzo.
Rogelio Hernández Vega, “Cucú”, fue ultimado a balazos en el consulado
cubano de México, en julio de 1948. Olvidado y en la miseria moría, en
1950, Roberto Meoqui en el sanatorio antituberculoso de La Esperanza,
en Arroyo Naranjo. En la mañana del 21 de noviembre de 1951, escapaba
el Turquito del Castillo del Príncipe, donde guardaba prisión; una
fuga espectacular protagonizada por Policarpo Soler y dirigida desde
fuera por Orlando León Lemus, el Colorado. Este, tras los sucesos de
Orfila, logró salir a México y buscó luego refugio en Venezuela hasta
que, expulsado del país sudamericano, halló refugio en Panamá. No
demoró mucho en su periplo por el exterior. En mayo del 48 regresó
clandestinamente, pero con el apoyo de altos funcionarios del
Gobierno. Siempre fue antibatistiano y recrudeció su lucha contra el
dictador a partir del 10 de marzo. En la madrugada del 24 de febrero
de 1955, fuerzas policiales mandadas por el teniente coronel Lutgardo
Martín Pérez lo abatieron a tiros en su escondite de Durege 211, en
Santos Suárez.
Mario Salabarría salió de la cárcel el 3 de junio de 1961. Se hallaba
internado en el Hospital Curie (Instituto de Oncología) operado de un
cáncer en una pierna, cuando le comunicaron su libertad. El 22 de
junio de 1965 fue detenido de nuevo por su participación probada en un
atentado contra la vida del Comandante en Jefe. Pasó, en conjunto, 28
años en prisión, cifra que no incluye el tiempo de privación de
libertad que padeció en los días de Machado. A su salida de su última
cárcel fue a vivir en el número 60 de la calle Agustina, en la Víbora,
junto a su hermana Haydée, que fue novia de Rafael Trejo. Murió en
Miami, el 10 de marzo de 2004, a causa de una insuficiencia mitral.
Sus restos fueron incinerados. Tenía 94 años de edad.
Emilio Tro sigue vivo en su leyenda.
Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/
http://cbianchiross.blogia.com/
In un’intervista che concesse a Miami, molti anni dopo dei fatti di Orfila, Mario Salabarría affermò che quando ebbe fra le mani l’ordine del giudice istruttore per arrestare Emilio Tro chiese al colonnello Fabio Ruiz Rojas, Capo della Polizia Nazionale, che la facesse vedere al Presidente della Repubblica e che Grau fu d’accordo che si procedesse con l’arresto, sebbene non fu responsabile di quello che successe a casa di Morín Dopico quando si volle eseguire la cattura.
Non si perda di vista che entrambi, nominati da Grau, erano comandanti della Polizia in virtù del Servizio Militare della Riserva e che mentre Salabarría disimpegnava il comando del Servizio di Investigazioni di Attività Nemiche, Tro occupava la direzione di questo corpo repressivo, incarico che ad opinione di alcuni, non ha mai svolto mentre svolse, invece, il comando della sua unità di Addestramento e Disciplina Militare.
Secondo l’opimione dello storico Humberto Vázquez García, nel suo libro El Gobierno de la Kubanidad (1985), il colonnello Ruiz Rojas era un uomo di Salabarría e partecipava alle sue malefatte. Tro si era opposto alle speculazioni di borsa nera e altri affari sporchi dalle alte sfere del Governo, Salabarría nonostante la sua fama di onesto – si ricordi che denunciò il Ministro del Commercio quando lo “sorprese” in un affare scandaloso -, fini involucrandosi in questo tipo di operazioni in complicità con il capo della Polizia e con il comandante Roberto Meoqui Lezama, fra gli altri.
Tro si opponeva a queste attività illecite, forse le denunciò al Presidente, dice Vázquez García e aggiunge che le contraddizioni e i sentimenti di antipatia fra i due venivano dai tempi di Machado, rivalità che condusse a fatti di sangue fra i rispettivi seguaci. Ruiz Rojas non fu per niente contento della designazione di Tro dentro al corpo di Polizia e non partecipò alla sua presa di possesso, come nemmeno lo fece nessun alto ufficiale eccetto, Morín Dopico. L’inimicizia tra Salabarría e Tro crebbe quendo questi volle installare il suo ufficio dove l’altro aveva il proprio.
Il colonnello Ruiz Rojas si schierava sempre a favore di Salabarría e Tro lo minacciò di morte. “La paura che ciò si materializzasse fece sì che Ruiz e Salabarría decidessero di eliminare Tro. Il fallito attentato contro questi e la morte del capitano Ávila erano serviti come catalizzatori del conflitto. In queste circostanze, Salabarría e Ruiz ricorsero al mandato di cattura ordinato dal giudice istruttore dopo del quale, in compagnia di Benito Herrera, capo della Polizia Segreta, prepararono l’attacco alla casa di Morín Dopico”, precisa Vázquez García.
Per ordine del capo dell’Esercito, maggior generale Genovevo Pérez, Salabarría e Morín rimasero reclusi nel campo militare di Columbia, sede dello Stato Maggiore. L’Esercito occupò gli uffici di Salabarría procedendo a una perquisizione minuziosa in casa del colonnello Fabio Ruiz. Tre uomini della sua scorta si trovavano detenuti a Columbia e Ruiz Rojas, crededendosi ancora capo del corpo poliziesco, si comunicò con Genovevo per trattare la loro libertà. Il ben nutrito militare gli rispose che li avrebbero fatto uscire se dimostravano di non aver partecipato ai fatti di Orfila. Ruiz Rojas non insistette. Sapeva di essere inguaiato e Genovevo che lo aveva già a testa bassa, voleva dargli una bastonata sulle orecchie: aveva l’idea di far si che il colonnello Oscar Díaz, ufficiale investigatore della causa 95 dello Stato Maggiore Generale dell’Esercito per il massacro in casa di Morín, venisse citato a Columbia e una volta lì, disponesse della sua detenzione.
Ruiz Rojas, manco a dirlo, si rifugiò al Palazzo e dopo aver avuto una licenza di 30 giorni – per recuperasi dalle emozioni ricevute – fuggì all’estero. Tornò il 2 febbraio del 1950 e dovette rispondere delle accuse che gli si imputavano nella causa 95. Allora rilasciò a Columbia le sue dichiarazioni e fu rimesso alle carceri militari: lo accusavano di essere l’autore intellettuale del massacro.
Morti che sapevano troppo
Il documentario di Guayo per il Notiziario Nazionale del Cinema che raccoglie, minuto a minuto i dettagli del massacro, si esibiva nei cinema Fausto e Rex quando, Alejo Cossío del Píno, Ministro degli Interni del presidente Grau, ne dispose il divieto per considerarlo “poco edificante”. Il giovane studente Fidel Castro accusò il presidente e il suo ministro di sequestro diretto, disse, a eliminare le prove d’accusa. Per i fatti di Orfila, i leaders dell’opposizione accusarono il Governo di “irresponsabile, inetto e senza disciplina” accusando i ministri di alimentare i disordini e la violenza mentre altri, in modo più diretto, identificavano il Presidente come “il grande colpevole, la grande delusione, il grande assassino, il grande simulatore”. Il senatore Eduardo Chibás innalzava al cielo le virtù reali o immaginarie di Tro. Condannava, si, i suoi fatti di sangue, ma riconosceva che non uccideva alla schiena né ammazzava donne e che nemmeno partecipava alle speculazioni della borsa nera. Esaltò la sua generosità quando disse che nei momenti più intensi della sparatoria, Emilio Tro decise di suicidarsi per salvare, col suo sacrificio, la moglie e la figlioletta di Morín.
Dopo tre lunghi mesi, dopo aver ascoltato le dichiarazioni di 168 testimoni e consumate circa 200 ore di sessioni permanenti e segrete, il Consiglio di Guerra dettò, il 6 marzo del 1948, la sua sentenza per la causa 95. Furono giorni che trascorsero in un ambiente di relativa ostilità, assicurarono i reporters della sezione En Cuba della rivista Bohemia. Il pubblico non era composto da semplici curiosi, ma da famigliari e partitari degli accusati di ambo le parti, molti non riuscirono a trattenersi e minacciavano a gesti i loro nemici o profferivano insulti a bassa voce. Salabarría protestò davanti al presidente del tribunale per le provocazioni di cui era oggetto e alla fine di una delle sessioni, nel corridoio del Consiglio Superiore di Guerra, Morín Dopico e il fratello del Rosso vennero quasi alle mani nonostante la presenza dei militari di scorta che impugnarono i loro fucili per dissuaderli. L’avvocato di Salabarría desistette dall’incarico perché considerò coazioni morali quelle che il tribunale gli metteva continuamente con i continui dinieghi alla sua difesa.
Nel giudizio vennero alla luce le operazioni di borsa nera e il contrabbando di armi e droga lungo il fiume Almendares, ma in nessun momento si presentò testimonianza delle investigazioni per i delitti che si menzionavano. Si disse che alcune delle vittime di Orfila, come il tenente Puertas Yero, morirono perché sapevano troppo di queste cose e non perché fossero attori della contesa. Si lasciò intravvedere una versione molto diversa da quella conosciuta in merito al tentativo di detenzione di Emilio Tro. La sua eliminazione dallo scacchiere delle operazioni poliziesche non fu idea di Salabarría, suo nemico irriducibile, ma che nacque nel Palazzo Presidenziale. Questo causò che l’avvocato Fernando del Busto, noto batistiano, reclamasse la presenza del primo cittadino come testimone del processo.
Fra altri militari, il comandante Mario Salabarría fu condannato a 30 anni per omicidio e a un anno e un giorno per disordine pubblico. Il tenente Roberto Pérez Dulzaides, 25 anni per omicidio e sei mesi per disordine pubblico, Il capitano Mariano Miguel a 20 anni per omicidio. Il caporale Osvaldo Sabater a 25 anni per omicidio... Il comandante Antonio Morín Dopico fu condannato a un anno e un giorno per disordine pubblico. I tribunali ordinari giudicarono e sentenziarono gli elementi civili implicati nel massacro. Dicono che quando chiesero a José Fayat o Fallat, alias il Turchetto, perché uccise la moglie di Morín Dopico rispose, come se lo avvolgesse una grande tristezza: “ Mi faceva pena vederla ferita. Le diedi il colpo di grazia per carità...”
Sei nomi e una data
Nel cimitero di Colón, una lapide di grandi dimensioni che incornicia un pantheon, porta scritti sei nomi e una data: Emilio Tro Rivero, Luís Padierne Labrada, Alberto Díaz González, Arcadio Méndez Valdés, Mariano Puertas Yero e Aurora Soler de Morín; 15 settembre 1947. Per ognuno di questi nomi l’Unione Insurrezionale Rivoluzionaria (UIR), l’organizzazione fondata da Tro, scrisse quello dei loro asssassini: Mario Salabarría, Roberto Meoqui, Rogelio Hernández Vega...ciò che equivaleva a una condanna a morte. Scrissero anche il nome di Cossío del Píno. Consideravano che la proibizione dell’esibizione del documentario di Guayo, di cui fu responsabile, lo faceva complice della tragedia.
Nella notte dell11 febbraio 1952, Cossío fu vittima di un attentato mentre celebrava con amici e compagni di partito ad un tavolo del caffé Strand all’angolo di Belascoaín e San José. Con 16 fori di proiettile nella schiena, non giunse vivo all’Ospedale d’Emergenza. Per molti, l’UIR aveva compiuto il giuramento di eliminarlo che fecero al funerale di Tro, ma si dice che esistono elementi sul fatto che Batista pagò gli assassini per creare, nel Paese, un clima proprizio al colpo di stato del 10 marzo.
Rogélio Hernández Vega, “Cucú”, fu finito a colpi d’arma da fuoco nel consolato cubano in Messico, nel luglio 1948. Dimenticato e in miseria, Roberto Meoqui, morì nel sanatorio antitubercolare de La Esperanza di Arroyo Naranjo, nel 1950. La mattina del 21 novembre del 1951, il Turchetto evadeva dal Castello del Principe, dov’era recluso; una fuga spettacolare protagonizzata da Policarpo Soler e diretta, da fuori, da Orlando León Lemus, il Rosso. Questi, dopo i fatti di Orfila, riuscì a raggiungere il Messico e poi cercò rifugio in Venezuela fino a che, espulso dal Paese sudamericano, trovò rifugio a Panama. Non tardò molto nel suo periplo all’estero. Nel maggio ’48 ritornò clandestinamente, ma con l’appoggio di alti funzionari del Governo. Fu sempre antibatistiano e rafforzò la sua lotta contro il dittatore a partire dal 10 di marzo. All’alba del 24 febbraio del 1955, forze di polizia comandate dal tenente colonnello Lutgardo Martín Pérez lo abbatterono a colpi d’arma da fuoco nel suo nascondiglio di Durege 211, a Santos Suárez.
Mario Salabarría usci dal carcere il 3 giugno del 1961. Si trovava ricoverato all’Ospedale Curie (Istituto di Oncologia) operato di cancro ad una gamba, quando gli comunicarono la sua liberazione. Il 22 giugno del 1965 fu arrestato di nuovo per la sua partecipazione, provata, ad un attentato contro la vita del Comandante in Capo. Trascorse, in totale, 28 anni di carcere; cifra che non comprende il periodo di privazione di libertà che soffrì nei giorni di Machado. Alla sua uscita dall’ultima reclusione, andò ad abitare al numero 60 della calle Agustina, alla Víbora, assieme a sua sorella Haydée che fu fidanzata di Rafael Trejo. Morì a Miami il 10 marzo del 2004, a causa di una insufficienza mitralica. I suoi resti furono cremati. Aveva 94 anni d’età.
Emilio Tro, continua ad essere vivo nella sua leggenda.
Los sucesos de Orfila (IV y final)
Ciro Bianchi RossCiro Bianchi Ross * digital@juventudrebelde.cu
24 de Mayo del 2014 20:38:33 CDT
En una entrevista que concedió en Miami, muchos años después de los
sucesos de Orfila, Mario Salabarría afirmó que cuando tuvo en las
manos la orden del juez de instrucción para detener a Emilio Tro,
pidió al coronel Fabio Ruiz Rojas, jefe de la Policía Nacional, que la
mostrara al Presidente de la República y que Grau estuvo de acuerdo
con que se procediera a la detención, si bien el mandatario no fue
responsable de lo que sucedió en la casa de Morín Dopico cuando se
quiso ejecutar el arresto.
No se pierda de vista que ambos, nombrados por Grau, eran comandantes
de la Policía, en virtud del Servicio Militar de Reserva, y que
mientras Salabarría desempeñaba la jefatura del Servicio de
Investigaciones Extraordinarias de la Policía Nacional, creado en los
días de la II Guerra Mundial como Servicio de Investigaciones de
Actividades Enemigas, Tro ocupaba la dirección de la academia de ese
cuerpo represivo, cargo que en opinión de algunos nunca desempeñó y sí
la jefatura de su unidad de Entrenamiento y Disciplina Militar.
En opinión del historiador Humberto Vázquez García, en su libro El
Gobierno de la Kubanidad (1985), el coronel Ruiz Rojas era un hombre
de Salabarría y participaba en sus fechorías. Tro se había enfrentado
a las especulaciones de la bolsa negra y a otros negocios sucios
organizados por las altas esferas del Gobierno. Salabarría, pese a su
fama de honrado --recuérdese que denunció al Ministro de Comercio
cuando lo <
en ese tipo de operaciones en contubernio con el jefe de la Policía y
con el comandante Roberto Meoqui Lezama, entre otros.
Tro se oponía a esas actuaciones ilícitas y quizá las habría
denunciado al Presidente, dice Vázquez García y agrega que las
contradicciones y los sentimientos de antipatía entre ambos venían
desde la época de Machado, rivalidad que había conducido a sucesos de
sangre entre sus respectivos seguidores. Ruiz Rojas no había sido nada
feliz con la designación de Tro dentro del cuerpo policial y no
asistió a su toma de posesión, como tampoco lo hizo ningún alto
oficial, salvo Morín Dopico. La enemistad entre Salabarría y Tro se
acrecentó cuando este quiso instalar su despacho en el mismo edificio
donde el otro tenía el suyo.
El coronel Ruiz Rojas se parcializaba siempre a favor de Salabarría y
Tro lo amenazó de muerte. “El temor a que ello se materializara hizo
que Ruiz y Salabarría decidieran eliminar a Tro. El fallido atentado
contra este y la muerte del capitán Ávila habían servido como
catalizador del conflicto. En esas circunstancias, Salabarría y Ruiz
recurrieron al mandato de detención dictado por el juez de
instrucción, luego de lo cual, en compañía de Benito Herrera, jefe de
la Policía Secreta, prepararon el ataque a la casa de Morín Dopico”,
precisa Vázquez García.
Por orden del jefe del Ejército, mayor general Genovevo Pérez,
Salabarría y Morín quedaron incomunicados en el campamento militar de
Columbia, sede del Estado Mayor. El Ejército ocupaba las oficinas de
Salabarría y procedía a un registro minucioso en la casa del coronel
Fabio Ruiz. Tres hombres de su escolta se hallaban detenidos en
Columbia y Ruiz Rojas, creyéndose aún el jefe del cuerpo policial, se
comunicó por teléfono con Genovevo para gestionar su libertad. El bien
comido militar le contestó que los dejaría salir si demostraban no
haber participado en los sucesos de Orfila. Ruiz Rojas no insistió. Él
mismo estaba en llamas, y Genovevo, que lo tenía ya con la cabeza en
el suelo, quería darle un porrazo en la oreja: tenía la idea de hacer
que el coronel Oscar Díaz, oficial investigador de la causa 95 del
Estado Mayor General del Ejército por la matanza de la casa de Morín,
lo citara a Columbia y, una vez allí, disponer su detención.
Ruiz Rojas, sin embargo, se refugió en Palacio y, tras conseguir una
licencia por 30 días --para reponerse, dijo Genovevo, de las emociones
recibidas-- marchó al extranjero. Regresó el 2 de febrero de 1950 y
debió responder por los cargos que se le imputaban en la causa 95.
Prestó entonces declaraciones en Columbia y fue remitido a las
prisiones militares: lo acusaban de ser el autor intelectual de la
masacre.
Muertos que sabían demasiado
El documental de Guayo para el Noticiero Nacional de Cine, que recoge
minuto a minuto los detalles de la matanza, se exhibía en los cines
Fausto y Rex cuando Alejo Cossío del Pino, ministro de Gobernación
(Interior) del presidente Grau, dispuso su prohibición por
considerarlo “poco edificante”. El joven estudiante Fidel Castro acusó
al mandatario y a su ministro de ese secuestro encaminado, aseguró, a
borrar las pruebas acusatorias. Por los sucesos de Orfila, líderes de
la oposición tacharon al Gobierno de “irresponsable, inepto e
indisciplinado” y acusaron al Ejecutivo de fomentar desórdenes y
violencia, mientras que otros, de manera más directa, identificaban al
Presidente como <
cielos las virtudes reales o imaginarias de Tro. Condenaba, sí, sus
hechos de sangre, pero reconocía que no mataba por la espalda ni
asesinaba mujeres y que tampoco participaba en las especulaciones de
la bolsa negra. Exaltó su generosidad cuando reveló que en los
momentos más intensos del tiroteo, Emilio Tro propuso suicidarse para
salvar con su sacrificio a la esposa y a la hijita de Morín.
Después de tres largos meses y tras escuchar las declaraciones de 168
testigos y consumir unas 200 horas en sesiones permanentes y secretas,
el Consejo de Guerra dictó, el 6 de marzo de 1948, su fallo en la
causa 95. Fueron jornadas que transcurrieron en un ambiente de
relativa hostilidad, aseguraron los reporteros de la sección En Cuba,
de la revista Bohemia. El público no lo componían simples curiosos,
sino familiares y partidarios de los acusados de uno y otro bando y
muchos no podían contenerse y amenazaban por señas a sus enemigos o
proferían insultos a media voz. Salabarría protestó ante el presidente
del tribunal por las provocaciones de que era objeto y al finalizar
una de las sesiones, al coincidir en el pasillo del edificio del
Consejo Superior de Guerra, Morín Dopico y el hermano de El Colorado
casi se van a las manos pese a las presencia de los escoltas, que
rastrillaron sus fusiles para disuadirlos. El abogado de Salabarría
desistió de seguirlo siendo por lo que consideró coacciones morales
del tribunal, que ponía continuos reparos a su desempeño.
Salieron a relucir en el juicio las operaciones de bolsa negra y el
contrabando de armas y drogas por el río Almendares, pero en ningún
momento se dedujo testimonio para la investigación de los delitos que
se mencionaban. Se dijo que algunas de las víctimas de Orfila, como el
teniente Puertas Yero, murieron porque sabían demasiado de esas cosas
y no porque fueran actores de la contienda. Se dejó entrever una
versión muy diferente a la conocida en cuanto al motivo del intento de
detención de Emilio Tro. Su eliminación del tablero de las actividades
policiales no fue idea de Salabarría, su enemigo irreconciliable, sino
que nació en el Palacio Presidencial. Eso provocó que el abogado
Fernando del Busto, un batistiano notorio, reclamase la presencia del
mandatario de la nación como testigo del proceso.
Entre otros militares, el comandante Mario Salabarría fue condenado a
30 años por asesinato y a un año y un día por desorden público. El
teniente Roberto Pérez Dulzaides, 25 años por asesinato y seis meses y
un día por desorden público. Capitán Mariano Miguel, 20 años por
homicidio. Cabo Osvaldo Sabater, 25 años por asesinato... El comandante
Antonio Morín Dopico fue sancionado a un año y un día por desorden
público. Tribunales ordinarios juzgaron y sentenciaron a elementos
civiles implicados en la matanza. Dicen que cuando le preguntaron a
José Fayat o Fallat, alias el Turquito, por qué mató a la esposa de
Morín Dopico, respondió como si una gran tristeza lo embargara: “Me
daba pena verla sufrir tanto, pues estaba herida. La rematé por
caridad...”.
Seis nombres y una fecha
En la necrópolis de Colón, una lápida de grandes proporciones que
resguarda un panteón tiene inscritos seis nombres y una fecha: Emilio
Tro Rivero, Luis Padierne Labrada, Alberto Díaz González, Arcadio
Méndez Valdés, Mariano Puertas Yero y Aurora Soler de Morín; 15 de
septiembre de 1947. Por cada uno de esos nombres, la Unión
Insurreccional Revolucionaria (UIR) la organización fundada por Tro,
escribió el de uno de sus asesinos: Mario Salabarría, Roberto Meoqui,
Rogelio Hernández Vega... lo que equivalía a una condena a muerte.
Escribieron asimismo el nombre de Cossío del Pino. Consideraban que la
prohibición de la exhibición del documental de Guayo, de la que fue
responsable, lo hacía cómplice de la tragedia.
En la noche del 11 de febrero de 1952, Cossío fue víctima de un
atentado mientras departía con amigos y correligionarios en torno a
una mesa del café Strand, en la esquina de Belascoaín y San José. Con
16 perforaciones de bala en sus espaldas, no llegó vivo al Hospital de
Emergencias. Para muchos, la UIR había cumplido el juramento de
eliminarlo que hizo en el entierro de Tro, pero se dice que existen
elementos sobre que Batista pagó a los asesinos con el ánimo de crear
en el país un clima propicio al golpe de Estado del 10 de marzo.
Rogelio Hernández Vega, “Cucú”, fue ultimado a balazos en el consulado
cubano de México, en julio de 1948. Olvidado y en la miseria moría, en
1950, Roberto Meoqui en el sanatorio antituberculoso de La Esperanza,
en Arroyo Naranjo. En la mañana del 21 de noviembre de 1951, escapaba
el Turquito del Castillo del Príncipe, donde guardaba prisión; una
fuga espectacular protagonizada por Policarpo Soler y dirigida desde
fuera por Orlando León Lemus, el Colorado. Este, tras los sucesos de
Orfila, logró salir a México y buscó luego refugio en Venezuela hasta
que, expulsado del país sudamericano, halló refugio en Panamá. No
demoró mucho en su periplo por el exterior. En mayo del 48 regresó
clandestinamente, pero con el apoyo de altos funcionarios del
Gobierno. Siempre fue antibatistiano y recrudeció su lucha contra el
dictador a partir del 10 de marzo. En la madrugada del 24 de febrero
de 1955, fuerzas policiales mandadas por el teniente coronel Lutgardo
Martín Pérez lo abatieron a tiros en su escondite de Durege 211, en
Santos Suárez.
Mario Salabarría salió de la cárcel el 3 de junio de 1961. Se hallaba
internado en el Hospital Curie (Instituto de Oncología) operado de un
cáncer en una pierna, cuando le comunicaron su libertad. El 22 de
junio de 1965 fue detenido de nuevo por su participación probada en un
atentado contra la vida del Comandante en Jefe. Pasó, en conjunto, 28
años en prisión, cifra que no incluye el tiempo de privación de
libertad que padeció en los días de Machado. A su salida de su última
cárcel fue a vivir en el número 60 de la calle Agustina, en la Víbora,
junto a su hermana Haydée, que fue novia de Rafael Trejo. Murió en
Miami, el 10 de marzo de 2004, a causa de una insuficiencia mitral.
Sus restos fueron incinerados. Tenía 94 años de edad.
Emilio Tro sigue vivo en su leyenda.
Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/
http://cbianchiross.blogia.com/
domenica 25 maggio 2014
sabato 24 maggio 2014
venerdì 23 maggio 2014
Cuba si prepara alla celebrazione della Giornata Mondiale a difesa dell'Ambiente
Nell'ambito delle celebrazioni previste dal 3 al 5 giugno prossimi, per la Giornata Mondiale a difesa dell'Ambiente, l'amico Luca Lombroso, sempre attento al tema, mi ha "rimbalzato" questa notizia pubblicata da "Prensa Latina".
Gisela Alonso Domínguez, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente (AMA). Foto: Archivo
Organismos estatales e instituciones cubanas integran el Grupo Nacional de Cambio Climático, para evaluar las medidas de adaptación y mitigación a eventos naturales extremos, informó en La Habana una experta en la materia.
En el nuevo equipo están representados los ministerios de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Agricultura, Educación y Educación Superior, Industrias, así como también Transporte y Construcción, anunció a la AIN Gisela Alonso Domínguez, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente (AMA).
Indicó que también están presentes los institutos de Meteorología y de Recursos Hidráulicos, el Centro de Estudios de la Economía Mundial y la Universidad de La Habana, entre otros.
Significó la ejecución de un inventario con los resultados de mayor relevancia durante los últimos 15 años, que recogen experiencias de diversos sectores económicos y sociales del país en relación con medidas de conciliación, según la especialista.
Anunció la próxima presentación en La Habana del libro “Impactos del cambio climático y medidas de adaptación en Cuba”, que será de consulta sobre la vulnerabilidad del archipiélago cubano a la elevación del nivel del mar, regímenes cambiantes de precipitaciones y eventos meteorológicos excesivos.
No obstante, Alonso Domínguez señaló la realización de investigaciones sobre la biodiversidad marina y costera en áreas protegidas en zonas del sur de Cuba, de la calidad ambiental, el manejo de especies exóticas invasoras, estudios taxonómicos y de acceso a la biodiversidad, y el uso de organismos marinos para la industria biomédica.
Confirmó que prosigue en la nación el servicio de tratamiento de residuales, orientado a satisfacer las necesidades de sectores específicos.
En materia de energía, concluyó la confección del Atlas Eólico y un estudio sobre la determinación de la distribución de la radiación solar en el territorio nacional a partir de la información de la red heliográfica, comentó Alonso Domínguez.
(Con información de Prensa Latina)
Gisela Alonso Domínguez, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente (AMA). Foto: Archivo
Organismos estatales e instituciones cubanas integran el Grupo Nacional de Cambio Climático, para evaluar las medidas de adaptación y mitigación a eventos naturales extremos, informó en La Habana una experta en la materia.
En el nuevo equipo están representados los ministerios de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Agricultura, Educación y Educación Superior, Industrias, así como también Transporte y Construcción, anunció a la AIN Gisela Alonso Domínguez, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente (AMA).
Indicó que también están presentes los institutos de Meteorología y de Recursos Hidráulicos, el Centro de Estudios de la Economía Mundial y la Universidad de La Habana, entre otros.
Significó la ejecución de un inventario con los resultados de mayor relevancia durante los últimos 15 años, que recogen experiencias de diversos sectores económicos y sociales del país en relación con medidas de conciliación, según la especialista.
Anunció la próxima presentación en La Habana del libro “Impactos del cambio climático y medidas de adaptación en Cuba”, que será de consulta sobre la vulnerabilidad del archipiélago cubano a la elevación del nivel del mar, regímenes cambiantes de precipitaciones y eventos meteorológicos excesivos.
No obstante, Alonso Domínguez señaló la realización de investigaciones sobre la biodiversidad marina y costera en áreas protegidas en zonas del sur de Cuba, de la calidad ambiental, el manejo de especies exóticas invasoras, estudios taxonómicos y de acceso a la biodiversidad, y el uso de organismos marinos para la industria biomédica.
Confirmó que prosigue en la nación el servicio de tratamiento de residuales, orientado a satisfacer las necesidades de sectores específicos.
En materia de energía, concluyó la confección del Atlas Eólico y un estudio sobre la determinación de la distribución de la radiación solar en el territorio nacional a partir de la información de la red heliográfica, comentó Alonso Domínguez.
(Con información de Prensa Latina)
Racconti cubani di Alessandra Riccio
Il "Granma" di ieri, pubblica una recensione del libro Racconti di Cuba di Alessandra Riccio, edito da Iacobelli. Un giusto riconoscimento a questa amica incondizionale di Cuba che pur sapendo distinguere le imperfezioni del sistema - e quale non ne ha? - ha sempre manifestato il suo appoggio e amicizia in ogni sede. Laureata in Letteratura Spagnola, Cuba le è servita anche come pratica di perfezionamento e arricchimento di questa lingua e Cultura. Nella seconda metà degli anni '80 è stata corrispondente dell'Unità dall'Avana, sulle orme di illustri predecessori come Saverio Tutino e Giorgio Oldrini, fra gli altri. In quel periodo ho avuto il piacere e l'onore di condividere qualche momento del nostro tempo libero e anche di lavoro. Fu da lei che ricevetti la segnalazione della "bufala" organizzata da Sandra Milo nel 1991 e che mi "girò" in quanto non la riteneva materia adatta al suo lavoro. Ricordo con simpatia e perché no, anche affetto, Alessandra e sono in attesa di una copia del suo libro che un amico ha promesso di farmi avere.
giovedì 22 maggio 2014
mercoledì 21 maggio 2014
Imprenditori statunitensi arriveranno a Cuba
FONTE EFE/ELNUEVOHERALD
Inversores visitarán la isla en busca de mercado
EFE
WASHINGTON -- Una delegación de empresarios estadounidenses viajará a Cuba la próxima semana para analizar la situación económica y las oportunidades de invertir en el país, informó la Cámara de Comercio.
La comitiva estará encabezada por el presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Thomas Donohue, informó la institución, que no precisó las fechas exactas del viaje.
“Este viaje nos dará una idea de primera mano sobre los cambios en las políticas económicas y si están afectando a la posibilidad de hacer negocios allí”, indicó Donohue en un comunicado.
El viaje cuenta con la autorización del departamento del Tesoro, que regula las licencias de viaje a la isla debido al embargo que el Gobierno estadounidense impuso a Cuba hace cinco décadas.
El anuncio se produce el mismo día en que casi medio centenar de figuras de distinto signo político, empresarios, militares e intelectuales han pedido en una carta abierta al presidente Barack Obama más medidas para propiciar un acercamiento que contribuya a profundizar los incipientes cambios en la isla.
La delegación se reunirá en la Habana con funcionarios del gobierno, empresarios, cooperativas privadas, académicos y líderes religiosos.
Donohue hablará ante estudiantes de la Universidad de La Habana.
El director del consejo directivo de la Cámara de Comercio, Steve Van Andel, y el director financiero de Cargill Corporation, Marcel Smits, viajarán con Donohue como parte de la comitiva.
“Queremos saber más sobre esas reformas, determinar si han traído cambios reales y duraderos y encontrar formas de animar a la construcción del sector privado”, agregó Donohue.
Inversores visitarán la isla en busca de mercado
EFE
WASHINGTON -- Una delegación de empresarios estadounidenses viajará a Cuba la próxima semana para analizar la situación económica y las oportunidades de invertir en el país, informó la Cámara de Comercio.
La comitiva estará encabezada por el presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Thomas Donohue, informó la institución, que no precisó las fechas exactas del viaje.
“Este viaje nos dará una idea de primera mano sobre los cambios en las políticas económicas y si están afectando a la posibilidad de hacer negocios allí”, indicó Donohue en un comunicado.
El viaje cuenta con la autorización del departamento del Tesoro, que regula las licencias de viaje a la isla debido al embargo que el Gobierno estadounidense impuso a Cuba hace cinco décadas.
El anuncio se produce el mismo día en que casi medio centenar de figuras de distinto signo político, empresarios, militares e intelectuales han pedido en una carta abierta al presidente Barack Obama más medidas para propiciar un acercamiento que contribuya a profundizar los incipientes cambios en la isla.
La delegación se reunirá en la Habana con funcionarios del gobierno, empresarios, cooperativas privadas, académicos y líderes religiosos.
Donohue hablará ante estudiantes de la Universidad de La Habana.
El director del consejo directivo de la Cámara de Comercio, Steve Van Andel, y el director financiero de Cargill Corporation, Marcel Smits, viajarán con Donohue como parte de la comitiva.
“Queremos saber más sobre esas reformas, determinar si han traído cambios reales y duraderos y encontrar formas de animar a la construcción del sector privado”, agregó Donohue.
martedì 20 maggio 2014
lunedì 19 maggio 2014
Centri culturali in edifici dismessi, all'Avana
Crean centros culturales en fábricas y almacenes en ruinas en Cuba
Fonte EFE/Elnuevoherald
ANETT RIOS
EFE
LA HABANA -- Fábricas ruinosas y almacenes abandonados en diferentes zonas de La Habana han resurgido en los últimos meses como centros culturales gracias a proyectos e inversiones de artistas cubanos y del Estado, una iniciativa que, a largo plazo, podría cambiar el paisaje de la ciudad.
De las destartaladas naves han salido galerías, salas de teatro, bibliotecas y pequeños jardines de estar, que reúnen a un público de arte y bohemia, vecinos del barrio, estudiantes, turistas.
En la céntrica barriada de El Vedado, lo que antes era una manufactura de refrigeradores fue reconvertida en una ecléctica sala de teatro para “El Ciervo Encantado”, una compañía que durante casi 20 años deambuló por iglesias, aulas y locales viejos y se caracterizó por levantar su escenario en “basureros”.
“Esto era un desastre. Todo estaba destruido, hace un año. Cuando lo vi me pareció imposible que pudiera hacerse algo, pero me dije: hay que tener fe”, dijo a Efe Nelda Castillo, líder del grupo, cuya nueva sede ha sido subvencionada por el Ministerio de Cultura y se estrenará en el marco del evento Mayo Teatral.
A solo metros de allí, en el inmueble de una antigua industria de aceite, fue inaugurada en febrero la sede del ambicioso proyecto Fábrica de Arte Cubano (FAC), con espacio interactivo para música, audiovisuales, moda, fotografía y artes plásticas y escénicas.
Liderada por el músico y realizador X Alfonso, FAC se convirtió en pocos días en sitio de moda y en referencia por ser un “proyecto cultural autofinanciado”, aunque con el apoyo inicial de las autoridades.
Otra experiencia liderada por un artista surgió en enero en la zona oeste de la urbe, donde el plástico Kcho aprovechó el espacio de un taller de reparación de ómnibus en desuso para crear su “Kcho Estudio Romerillo Laboratorio para el Arte”, un complejo de galerías, biblioteca y teatro, sin fines de lucro y con marcada vocación comunitaria.
Raúl Martín, director del grupo “Teatro de La Luna”, uno de los más prestigiosos de Cuba, opina que el éxito que han tenido lugares como FAC y Romerillo “impulsa a otros emprendedores y da un excelente ejemplo a las instituciones del Estado”.
“Hay muchos lugares abandonados con grandes posibilidades de ser aprovechados en este sentido”, manifestó a Efe.
Al menos en La Habana, donde el deterioro de inmuebles es uno de los principales problemas, la lista de candidatos es amplia: vetustos cines y teatros, comercios, depósitos, librerías.
Pero la propia historia de Martín muestra que el proceso puede ser complicado.
Durante años, el director ha intentado sin suerte sacar adelante un proyecto personal para restaurar un cine de barrio clausurado e instalar allí la sede de su grupo, con un café y una galería incluidos.
Con recursos “propios” y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas logró construir un escenario de ensayos dentro del cine, pero el año pasado fue destruido como parte de un plan de reparación total del inmueble que, en definitiva, se detuvo a los pocos meses por “falta de materiales”, precisó.
Nelda Castillo subrayó a Efe que no todos los artistas tienen la posibilidad de impulsar esas iniciativas con recursos propios, como es su caso, pero recordó que, antes de ser distinguidos con una sede permanente, ella y sus actores decidieron trabajar casi en la calle y sin condiciones porque “en la espera está la muerte”.
Fonte EFE/Elnuevoherald
ANETT RIOS
EFE
LA HABANA -- Fábricas ruinosas y almacenes abandonados en diferentes zonas de La Habana han resurgido en los últimos meses como centros culturales gracias a proyectos e inversiones de artistas cubanos y del Estado, una iniciativa que, a largo plazo, podría cambiar el paisaje de la ciudad.
De las destartaladas naves han salido galerías, salas de teatro, bibliotecas y pequeños jardines de estar, que reúnen a un público de arte y bohemia, vecinos del barrio, estudiantes, turistas.
En la céntrica barriada de El Vedado, lo que antes era una manufactura de refrigeradores fue reconvertida en una ecléctica sala de teatro para “El Ciervo Encantado”, una compañía que durante casi 20 años deambuló por iglesias, aulas y locales viejos y se caracterizó por levantar su escenario en “basureros”.
“Esto era un desastre. Todo estaba destruido, hace un año. Cuando lo vi me pareció imposible que pudiera hacerse algo, pero me dije: hay que tener fe”, dijo a Efe Nelda Castillo, líder del grupo, cuya nueva sede ha sido subvencionada por el Ministerio de Cultura y se estrenará en el marco del evento Mayo Teatral.
A solo metros de allí, en el inmueble de una antigua industria de aceite, fue inaugurada en febrero la sede del ambicioso proyecto Fábrica de Arte Cubano (FAC), con espacio interactivo para música, audiovisuales, moda, fotografía y artes plásticas y escénicas.
Liderada por el músico y realizador X Alfonso, FAC se convirtió en pocos días en sitio de moda y en referencia por ser un “proyecto cultural autofinanciado”, aunque con el apoyo inicial de las autoridades.
Otra experiencia liderada por un artista surgió en enero en la zona oeste de la urbe, donde el plástico Kcho aprovechó el espacio de un taller de reparación de ómnibus en desuso para crear su “Kcho Estudio Romerillo Laboratorio para el Arte”, un complejo de galerías, biblioteca y teatro, sin fines de lucro y con marcada vocación comunitaria.
Raúl Martín, director del grupo “Teatro de La Luna”, uno de los más prestigiosos de Cuba, opina que el éxito que han tenido lugares como FAC y Romerillo “impulsa a otros emprendedores y da un excelente ejemplo a las instituciones del Estado”.
“Hay muchos lugares abandonados con grandes posibilidades de ser aprovechados en este sentido”, manifestó a Efe.
Al menos en La Habana, donde el deterioro de inmuebles es uno de los principales problemas, la lista de candidatos es amplia: vetustos cines y teatros, comercios, depósitos, librerías.
Pero la propia historia de Martín muestra que el proceso puede ser complicado.
Durante años, el director ha intentado sin suerte sacar adelante un proyecto personal para restaurar un cine de barrio clausurado e instalar allí la sede de su grupo, con un café y una galería incluidos.
Con recursos “propios” y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas logró construir un escenario de ensayos dentro del cine, pero el año pasado fue destruido como parte de un plan de reparación total del inmueble que, en definitiva, se detuvo a los pocos meses por “falta de materiales”, precisó.
Nelda Castillo subrayó a Efe que no todos los artistas tienen la posibilidad de impulsar esas iniciativas con recursos propios, como es su caso, pero recordó que, antes de ser distinguidos con una sede permanente, ella y sus actores decidieron trabajar casi en la calle y sin condiciones porque “en la espera está la muerte”.
I fatti di Orfila (III), di Ciro Bianchi Ross
Pubblicato su Juvetud Rebelde del 18/5/14
Il giorno in cui lo avrebbero ucciso, - 15 settembre del 1947 -, Emilio Tro Rivero fece colazione in compagnia della madre nell’umile casa che condividevano al numero 409 della calle San Rafael, in Centro Avana. Qualche ora dopo, già verso le 12, si comunicava telefonicamente con l’anziana per dirle di non aspettarlo a pranzo. Era invitato a farlo nella residenza di Antonio Morín Dopico, sospeso da vari mesi dalle sue funzioni di capo della Polizia di Marianao a causa di uno scandalo di cui fu protagonista a Guanabacoa. Lo accompagnavano Luís Padierne, Arcadio Méndez, e Alberto Díaz González, tutti membri dell’Unione Insurrezionale Rivoluzionaria (UIR).
Lo scriba non può precisare se a questo punto, Tro sapesse del mandato di cattura per la morte del capitano Rafael (Porcellino) Ávila che pesava su di lui e che era stato affidato al comandante Mario Salabarría Aguiar. La sentinella che era fissa al domicilio di Morín dichiarò che verso le tre del pomeriggio, Tro e due dei suoi compagni si trovavano seduti nel portico della casa con fare pacifico e spensierato, quando li vide alzarsi precipitosamente e trasferirsi all’interno dell’abitazione.
Fu allora che si accorse che da due automobili scendevano uomini armati con mitragliatrici e che prendevano posizione nella via per iniziare immediatamente a sparare verso la casa, aggressione che ebbe risposta dall’interno dell’immobile, sito in calle 8 e D, del quartiere Benítez, una zona conosciuta come Orfila per una farmacia omonima che esisteva in luogo. L’aggressione – precisò il vigilante – partì dai nuovi arrivati: affermazione che confermò la domestica di Morín Dopico. Fra gli aggressori figuravano: Orlando León Lemus (Il Rosso), Rogelio Hernández Vega (Cucú), secondo capo della Polizia Segreta, José Fallat o Fayat (Il Turchetto), il tenente Roberto Pérez Dulzaides, il comandante Roberto Meoqui Lezama e molti altri fino a raggiungere una truppa di 200 uomini, tutti vicini a Salabarría, ma non tutti appartenenti al Servizio di Investigazioni Speciali e Straordinarie, il reparto poliziesco che questi dirigeva. Ciò, a giudizio dell’investigatore Humberto Vázquez García, “indicava chiaramente il carattere gangsteristico dell’operazione” che fu trasmessa in diretta da Radio Reloj (orologio, n.d.t.), registrata integralmente dall’annunciatore Germán Pinelli (divenuto poi popolarissimo attore brillante, di origine italiana, n.d.t.) – che poi la trasmise nel suo programma Reporter Canda Dry, della CMQ – e filmata da Guayo del Notiziario Nazionale del Cine.
“Il Presidente è malato”
Gli uomini di Salabarría sottomisero la casa a un vero sbarramento di fuoco con armi leggere e ricorsero in qualche caso ai gas lacrimogeni. Gli assediati risposero al fuoco con vigore. La battaglia lascerà un saldo di sei morti e otto feriti. La prima vittima fu l’ufficiale Mariano Puerta Yergo dell’11ma Stazione di Polizia. Informato dei fatti del quartiere Benitez, prese un’automobile assieme ad altre due guardie, con l’intenzione di combattere assieme al suo amico Tro. Non giunse a destinazione. Una raffica di mitragliatrice lo fulminò mentre cercava di raggiungere la casa assediata.
Quando la sanguinosa battaglia era al suo culmine, Tro riuscì a comuncare telefonicamente col tenente Armando Correa gli chiese di recarsi al campo militare Columbia per richiedere l’intervento dell’Esercito, i suoi amici temevano che cadendo in mano di Salabarría sarebbero stati giustiziati. Correa svolse l’incombenza e assieme ad altri membri della UIR si presentò alla sede dello Stato Maggiore delle Forze Armate. Il generale Ruperto Cabrera, che lo ricevette, dispose il fermo dei visitatori al fine di evitare – disse – la loro partecipazione nella battaglia.
Intanto, si stavano facendo altre gestioni a favore degli assediati. Membri della UIR ed elementi vincolati a Tro si recarono al Palazzo Presidenziale. Non poterono vedere Grau. Riuscirono, però, ad avere un colloquio con Paulina Alsina, la prima dama della Repubblica che gli assicurò di aver ottenuto dal Presidente l’autorizzazione perché intervenisse l’Esercito negli scontri. I rettori del Senato e della Camera, il Ministro degli Interni, il Capo della Polizia, il Vice Ministro della Difesa, parlamentari..., tutti coloro che visitarono il Palazzo al fine di conoscere l’opinione del Presidente su quella sparatoria o, almeno, indovinarla nel suo linguaggio metaforico o leggerla nella scintilla maliziosa dei suoi occhi, ricevettero la stessa risposta: “Il Presidente è malato e non li può ricevere”.
Si è speculato su questa attitudine di Grau. Molti anni dopo, Salabarría rivelerà un dettaglio sconosciuto che nel suo momento fu quasi un segreto di Stato. Il Presidente soffriva di epilessia e ogni attacco gli causava perdita di memoria. Mentre avveniva il fatto di Orfila era in una delle sue crisi, cosa che impedì di dargli informazione dei fatti. Qualcuno avvisò il generale Genovevo Pérez, Capo dell’Esercito in visita a Washington, di quello che succedeva e l’obeso e vitaminizzato militare dispose, da la, l’uso di mezzi blindati per porre fine al massacro.
Tre ore dopo
Erano passate tre ore dall’inizio del combattimento, quando dalle finestre della casa si fecero vedere bandiere bianche e grida di “Non sparate! Non sparate! Escono donne e bambini!”. La gente di Salabarría rispose con violenti epiteti, ma Tro e i suoi compagni insistettero finché si raggiunse l’uscita che coincise con l’arrivo delle truppe dell’Esercito con carri armati, mezzi blindati e armi per affrontare una battaglia di notevole livello. Al fronte dei militari giunsero il generale Gregorio Querejeta, il colonnello Oscar Díaz e il tenente colonnello Lázaro Lendeira, capo dei carristi.
Il primo a uscire dalla casa fu Morín Dopico, che portava tra le braccia, ferita gravemente, sua figlia Miriam di appena dieci mesi di vita. L’Esercito lo condusse all’Ospedale Militare in qualità di detenuto. Poi uscì Aurora Soler de Morín, in stato di gravidanza e dietro, Emilio Tro. Tutto sembrava essere finito quando si udì di nuovo il crepitìo di una mitragliatrice e la moglie di Morín cadde al suolo colpita a morte. Un poliziotto la prese per le braccia per farla alzare e Tro cercò di alzarla dalle caviglie con il proposito di toglierla dalla strada. Non si poté concludere l’operazione perché appena giunti al marciapiede si udì un’altra raffica e Tro crollò crivellato di colpi. Aveva 15 perforazioni nel torace, due nella regione scapolare, sei a fior di pelle, tre in un a spalla, una nella coscia e un’altra in faccia che distrusse il mascellare superiore e gli svuotò l’occhio destro.
Le immagini cinematografiche riprese da Guayo per il Notiziario Nazionale misero in evidenza o corroborarono la colpevolezza di alcuni degli uomini di Salabarría nei fatti. Nel documentario si apprezza come Il Turchetto spara alla signora Soler ed a Emilio Tro, di passo ferisce l’autista di questi, il capitano De la Osa, aiutante del Capo della Polizia e fulmina il tenente Padierne, uno degli uomini di Tro. Un’altra scena riprende Pérez Dulzaides, tenente della Polizia Nazionale azionando la sua mitragliatrice contro gli arresi, in particolare Tro quando, in ginocchio, cercava di alzare il corpo agonizzante della moglie di Morín Dopico. Dulzaides venne interrogato a Columbia con tanta violenza che perse conoscenza in due occasioni. Il cadavere del capitano Arcadio Méndez apparve nella sala della casa, appena cominciarono a dissiparsi i gas lacrimogeni lanciati all’interno dell’abitazione.
Il fatto, esecrabile, di sparare contro persone già arrese, provocò una grave rissa tra gli assedianti dal momento che molti di loro discrepavano dai loro compagni per aver attuato in questo modo. In ogni modo l’Esrecito impedì che proseguisse il massacro, pretese la consegna immediata delle armi e Landeira procedette alla detenzione di Salabarría e di non pochi agenti ai suoi ordini. Immediatamente, il plenario del Tribunale Superiore della Giurisdizione di Guerra e Marina stabilì la causa 95 del 1947 dello Stato Maggiore Generale dell’Esercito contro Mario Salabarría Aguiar, Antonio Morín Dopico e numerosi ufficiali, per il delitto di omicidio, disordine pubblico, attentato e danni alla proprietà. Anche un buon numero di civili rimase a disposizione dei tribunali ordinari. Cucú Hernández Vega, secondo capo della Polizia Segreta, si presentò volontariamente davanti al colonnello Oscar Díaz, ufficiale investigatore della causa, ma si dovette ordinare l’arresto del comandante Meoqui Lezama per non comparire alla chiamata di una citazione giudiziaria. Orlando León Lemus, Il Rosso, scomparve. Nella foga di trovarlo l’Esercito occupò, senza successo, l’hotel Sevilla dove si supponeva si nascondesse e poi la Guardia Rurale lo cercò all’interno dell’Isola. Si saprà successivamente che rimase nascosto nella casa del senatore Paco Prío fino alla sua partenza clandestina per il Messico.
Il 16 settembre, 24 ore dopo la tragedia, circa 3000 persone seguirono fino al cimitero di Colón il corteo funebre delle vittime. Attorno alle otto di sera, alla luce dei fari delle automobili, ebbe fine la sepoltura. Per garantire l’ordine, forze dell’Esercito si disposero lungo il percorso e circondarono il cimitero.
Prima, nella notte dello stesso 15, nel discendere da un autobus nella calle San Lázaro, era ultimato a colpi d’arma da fuoco Raúl Adán Daurry, agente del Servizio di Investigazioni Speciali e Straordinarie che dirigeva Mario Salabarría. La vendetta per i fatti di Orfila era cominciata. (Continua)
Los sucesos de Orfila (III)
Ciro Bianchi Ross
El día en que lo iban a matar --15 de septiembre de 1947--, Emilio Tro Rivero desayunó en compañía de su madre en la humilde habitación que compartían en la casa de vecindad marcada con el número 409 de la calle San Rafael, en Centro Habana. Horas después, ya sobre las 12, se comunicaba por teléfono con la anciana para decirle que no lo esperara a almorzar. Estaba invitado a hacerlo en la residencia de Antonio Morín Dopico, suspendido desde meses antes en sus funciones de jefe de la Policía de Marianao, a causa de un escándalo que protagonizó en Guanabacoa. Lo acompañarían Luis Padierne, Arcadio Méndez y Alberto Díaz González, todos miembros de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR).
No precisa el escribidor si a esa altura Tro conocía de la orden de detención que por la muerte del capitán Rafael (Lechoncito) Ávila pesaba sobre él y que había sido confiada al comandante Mario Salabarría Aguiar. El vigilante que estaba de posta fija en el domicilio de Morín declararía que sobre las tres de la tarde, Tro y dos de sus compañeros se hallaban sentados en el portal de la casa en actitud pacífica y desprevenida, cuando los vio ponerse de pie de manera precipitada, trasladarse al interior de la vivienda y cerrar la puerta principal.
Fue entonces que advirtió que de dos automóviles descendían hombres armados con ametralladoras que se posesionaban en la calle para de inmediato comenzar a tirotear la casa, agresión que fue ripostada desde el interior del inmueble, sito en calle 8 y D, reparto Benítez, una zona conocida como Orfila por una farmacia existente en la zona.
La agresión --puntualizó el vigilante-- partió de los recién llegados; aseveración que ratificó la sirvienta de Morín Dopico. Entre los agresores figuraban Orlando León Lemus (El Colorado); Rogelio Hernández Vega (Cucú), segundo jefe de la Policía Secreta; José Fallat o Fayat (El Turquito); el teniente Roberto Pérez Dulzaides; el comandante Roberto Meoqui Lezama y muchos más hasta completar una tropa de unos 200 hombres, todos allegados a Salabarría, pero no todos pertenecientes al Servicio de Investigaciones Especiales y Extraordinarias, la dependencia policial que aquel dirigía. Esto, a juicio del investigador Humberto Vázquez García, <>, que fue reportada en directo por Radio Reloj, grabada íntegramente por el locutor Germán Pinelli --quien luego la transmitió en su programa Repórter Canada Dry, de la CMQ-- y filmada por Guayo, del Noticiero Nacional de Cine.
"El presidente está enfermo"
Los hombres de Salabarría sometieron la casa a un verdadero barraje con armas ligeras y recurrieron en determinado momento a los gases lacrimógenos. Los sitiados respondieron al fuego con vigor. La batalla dejaría un saldo de seis muertos y ocho heridos. La primera víctima fue el oficial Mariano Puerta Yergo, de la 11na. Estación de Policía.
Enterado de los sucesos del reparto Benítez tomó un automóvil, junto con otros dos vigilantes, con la intención de luchar junto a su amigo Tro. No llegó a su destino. Lo fulminó una ráfaga de ametralladora cuando trataba de ganar la casa sitiada.
Cuando la sangrienta pelea se hallaba en su clímax, Tro logró comunicarse por teléfono con el teniente Armando Correa. Le pidió que se dirigiera al campamento militar de Columbia y gestionara la intervención del Ejército, pues él y sus amigos temían ser ejecutados de caer en manos de Salabarría. Correa cumplió el encargo y en compañía de otros miembros de la UIR se personó en la sede del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. El general Ruperto Cabrera, que los recibió, dispuso la retención de los visitantes a fin de evitar
--aseveró-- su participación en la refriega.
Mientras tanto, otras gestiones se hacían en favor de los sitiados.
Miembros de la UIR y elementos vinculados a Tro acudieron al Palacio Presidencial. No pudieron ver a Grau. Lograron, sí, entrevistarse con Paulina Alsina, primera dama de la República, que les aseguró haber obtenido del Presidente la autorización para que el Ejército interviniera en el altercado. Los rectores del Senado y la Cámara, el Ministro de Gobernación (Interior), el Jefe de la Policía, el Viceministro de Defensa, parlamentarios..., todos los que visitaron Palacio a fin de conocer la opinión del mandatario sobre aquella balacera o, al menos, adivinarla en su lenguaje epigramático o leerla en la chispa maliciosa de sus ojos, recibieron la misma respuesta: <>.
Se ha especulado sobre esa actitud de Grau. Muchos años después Salabarría revelaría un detalle desconocido y que en su momento fue casi secreto de Estado. El mandatario sufría de epilepsia, y cada ataque le provocaba pérdida de memoria. Mientras transcurría lo de Orfila, estaba en una de sus crisis, lo que impidió que se le diera noticia de los sucesos. Alguien avisó al general Genovevo Pérez, jefe del Ejército, de visita en Washington, de lo que sucedía, y el obeso y bien vitaminado militar dispuso desde allá el empleo de los blindados para poner fin a la matanza.
Tres horas después
Habían transcurrido tres horas desde el inicio del combate, cuando por las ventanas de la casa se dejaron ver trapos blancos y gritos de <<¡No tiren! ¡No tiren! ¡Van a salir niños y mujeres!>>. La gente de Salabarría respondió con epítetos violentos. Pero Tro y sus compañeros insistieron hasta que al fin se efectuó la salida, lo que coincidió con la llegada de tropas del Ejército equipadas con tanques, camiones blindados y armas como para una batalla de gran envergadura. Al frente de los militares llegaban el general Gregorio Querejeta, el coronel Oscar Díaz y el teniente coronel Lázaro Landeira, jefe de los tanques.
El primero en salir de la casa fue Morín Dopico, quien llevaba en brazos, herida a sedal, a su hija Miriam, de apenas diez meses de nacida. El Ejército lo conduciría al Hospital Militar en calidad de detenido. Luego salió Aurora Soler de Morín, en estado de gestación, y detrás Emilio Tro. Todo parecía haber terminado cuando se escuchó de nuevo el tableteo de una ametralladora, y la esposa de Morín cayó al suelo herida de muerte. Un policía la tomó por los brazos para levantarla, y Tro trató de alzarla por los tobillos con el propósito de sacarla a la calle. No pudo concluirse la gestión, porque apenas llegados a la acera se escuchó una ráfaga más y Tro se desplomó cosido a balazos. Tenía 15 perforaciones en el tórax, dos en la región escapular, seis a flor de piel, tres en el hombro, una en el muslo y otra más en la cara que le destrozó el maxilar superior y le vació el ojo derecho.
Las imágenes cinematográficas captadas por Guayo para el Noticiero Nacional pusieron en evidencia o corroboraron la culpabilidad de algunos de los hombres de Salabarría en los sucesos. En el documental se aprecia cómo El Turquito dispara sobre la señora Soler y Emilio Tro, hiere de pasada al chofer de este y al capitán De la Osa, ayudante del Jefe de la Policía, y fulmina al teniente Padierne, uno de los hombres de Tro. Otra escena capta a Pérez Dulzaides, teniente de la Policía Nacional, encañonando con su ametralladora a los rendidos, en especial a Tro cuando, de rodillas, trataba de levantar el cuerpo agonizante de la esposa de Morín Dopico. Dulzaides fue entrevistado en Columbia con tanta violencia que perdió el conocimiento en dos ocasiones. El cadáver del capitán Arcadio Méndez apareció en la sala de la casa, apenas empezaron a disiparse los gases lacrimógenos lanzados al interior de la vivienda.
El hecho execrable de disparar contra personas ya rendidas provocó una grave riña entre los sitiadores, ya que muchos de ellos increparon a sus compañeros por haber actuado de esa forma. De cualquier manera, el Ejército impidió que prosiguiera la matanza, exigió la entrega inmediata de las armas, y Landeira procedió a la detención de Salabarría y de no pocos agentes a sus órdenes. De inmediato el pleno del Tribunal Superior de la Jurisdicción de Guerra y Marina radicó la causa 95 de 1947 del Estado Mayor General del Ejército contra Mario Salabarría Aguiar, Antonio Morín Dopico y numerosos oficiales, por los delitos de homicidio, desorden público, atentado y daños a la propiedad. También un buen número de civiles quedaba a disposición de los tribunales ordinarios. Cucú Hernández Vega, segundo jefe de la Policía Secreta, se personó voluntariamente ante el coronel Oscar Díaz, oficial investigador de la causa, pero hubo que ordenar el arresto del comandante Meoqui Lezama por no comparecer al llamado de una citación judicial. Orlando León Lemus, El Colorado, se esfumó. En su afán de encontrarlo, el Ejército ocupó, sin éxito, el hotel Sevilla, donde se le suponía escondido, y luego la Guardia Rural lo buscó por el interior de la Isla. Se sabría después que permaneció oculto en la casa del senador Paco Prío hasta su salida clandestina hacia México.
El 16 de septiembre, 24 horas después de la tragedia, unas 3 000 personas siguieron hasta la necrópolis de Colón el cortejo fúnebre de las víctimas. Sobre las ocho de la noche, a la luz de los faros de los automóviles, terminó el sepelio. Para garantizar el orden, fuerzas del Ejército se situaron a lo largo del trayecto y rodearon el cementerio.
Antes, en la noche del propio lunes 15, al descender de un ómnibus en la calle San Lázaro, era ultimado a balazos Raúl Adán Daumy, agente del Servicio de Investigaciones Especiales y Extraordinarias que dirigía Mario Salabarría. La venganza por los sucesos de Orfila había comenzado. (Continuará)
Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/
http://cbianchiross.blogia.com/
Il giorno in cui lo avrebbero ucciso, - 15 settembre del 1947 -, Emilio Tro Rivero fece colazione in compagnia della madre nell’umile casa che condividevano al numero 409 della calle San Rafael, in Centro Avana. Qualche ora dopo, già verso le 12, si comunicava telefonicamente con l’anziana per dirle di non aspettarlo a pranzo. Era invitato a farlo nella residenza di Antonio Morín Dopico, sospeso da vari mesi dalle sue funzioni di capo della Polizia di Marianao a causa di uno scandalo di cui fu protagonista a Guanabacoa. Lo accompagnavano Luís Padierne, Arcadio Méndez, e Alberto Díaz González, tutti membri dell’Unione Insurrezionale Rivoluzionaria (UIR).
Lo scriba non può precisare se a questo punto, Tro sapesse del mandato di cattura per la morte del capitano Rafael (Porcellino) Ávila che pesava su di lui e che era stato affidato al comandante Mario Salabarría Aguiar. La sentinella che era fissa al domicilio di Morín dichiarò che verso le tre del pomeriggio, Tro e due dei suoi compagni si trovavano seduti nel portico della casa con fare pacifico e spensierato, quando li vide alzarsi precipitosamente e trasferirsi all’interno dell’abitazione.
Fu allora che si accorse che da due automobili scendevano uomini armati con mitragliatrici e che prendevano posizione nella via per iniziare immediatamente a sparare verso la casa, aggressione che ebbe risposta dall’interno dell’immobile, sito in calle 8 e D, del quartiere Benítez, una zona conosciuta come Orfila per una farmacia omonima che esisteva in luogo. L’aggressione – precisò il vigilante – partì dai nuovi arrivati: affermazione che confermò la domestica di Morín Dopico. Fra gli aggressori figuravano: Orlando León Lemus (Il Rosso), Rogelio Hernández Vega (Cucú), secondo capo della Polizia Segreta, José Fallat o Fayat (Il Turchetto), il tenente Roberto Pérez Dulzaides, il comandante Roberto Meoqui Lezama e molti altri fino a raggiungere una truppa di 200 uomini, tutti vicini a Salabarría, ma non tutti appartenenti al Servizio di Investigazioni Speciali e Straordinarie, il reparto poliziesco che questi dirigeva. Ciò, a giudizio dell’investigatore Humberto Vázquez García, “indicava chiaramente il carattere gangsteristico dell’operazione” che fu trasmessa in diretta da Radio Reloj (orologio, n.d.t.), registrata integralmente dall’annunciatore Germán Pinelli (divenuto poi popolarissimo attore brillante, di origine italiana, n.d.t.) – che poi la trasmise nel suo programma Reporter Canda Dry, della CMQ – e filmata da Guayo del Notiziario Nazionale del Cine.
“Il Presidente è malato”
Gli uomini di Salabarría sottomisero la casa a un vero sbarramento di fuoco con armi leggere e ricorsero in qualche caso ai gas lacrimogeni. Gli assediati risposero al fuoco con vigore. La battaglia lascerà un saldo di sei morti e otto feriti. La prima vittima fu l’ufficiale Mariano Puerta Yergo dell’11ma Stazione di Polizia. Informato dei fatti del quartiere Benitez, prese un’automobile assieme ad altre due guardie, con l’intenzione di combattere assieme al suo amico Tro. Non giunse a destinazione. Una raffica di mitragliatrice lo fulminò mentre cercava di raggiungere la casa assediata.
Quando la sanguinosa battaglia era al suo culmine, Tro riuscì a comuncare telefonicamente col tenente Armando Correa gli chiese di recarsi al campo militare Columbia per richiedere l’intervento dell’Esercito, i suoi amici temevano che cadendo in mano di Salabarría sarebbero stati giustiziati. Correa svolse l’incombenza e assieme ad altri membri della UIR si presentò alla sede dello Stato Maggiore delle Forze Armate. Il generale Ruperto Cabrera, che lo ricevette, dispose il fermo dei visitatori al fine di evitare – disse – la loro partecipazione nella battaglia.
Intanto, si stavano facendo altre gestioni a favore degli assediati. Membri della UIR ed elementi vincolati a Tro si recarono al Palazzo Presidenziale. Non poterono vedere Grau. Riuscirono, però, ad avere un colloquio con Paulina Alsina, la prima dama della Repubblica che gli assicurò di aver ottenuto dal Presidente l’autorizzazione perché intervenisse l’Esercito negli scontri. I rettori del Senato e della Camera, il Ministro degli Interni, il Capo della Polizia, il Vice Ministro della Difesa, parlamentari..., tutti coloro che visitarono il Palazzo al fine di conoscere l’opinione del Presidente su quella sparatoria o, almeno, indovinarla nel suo linguaggio metaforico o leggerla nella scintilla maliziosa dei suoi occhi, ricevettero la stessa risposta: “Il Presidente è malato e non li può ricevere”.
Si è speculato su questa attitudine di Grau. Molti anni dopo, Salabarría rivelerà un dettaglio sconosciuto che nel suo momento fu quasi un segreto di Stato. Il Presidente soffriva di epilessia e ogni attacco gli causava perdita di memoria. Mentre avveniva il fatto di Orfila era in una delle sue crisi, cosa che impedì di dargli informazione dei fatti. Qualcuno avvisò il generale Genovevo Pérez, Capo dell’Esercito in visita a Washington, di quello che succedeva e l’obeso e vitaminizzato militare dispose, da la, l’uso di mezzi blindati per porre fine al massacro.
Tre ore dopo
Erano passate tre ore dall’inizio del combattimento, quando dalle finestre della casa si fecero vedere bandiere bianche e grida di “Non sparate! Non sparate! Escono donne e bambini!”. La gente di Salabarría rispose con violenti epiteti, ma Tro e i suoi compagni insistettero finché si raggiunse l’uscita che coincise con l’arrivo delle truppe dell’Esercito con carri armati, mezzi blindati e armi per affrontare una battaglia di notevole livello. Al fronte dei militari giunsero il generale Gregorio Querejeta, il colonnello Oscar Díaz e il tenente colonnello Lázaro Lendeira, capo dei carristi.
Il primo a uscire dalla casa fu Morín Dopico, che portava tra le braccia, ferita gravemente, sua figlia Miriam di appena dieci mesi di vita. L’Esercito lo condusse all’Ospedale Militare in qualità di detenuto. Poi uscì Aurora Soler de Morín, in stato di gravidanza e dietro, Emilio Tro. Tutto sembrava essere finito quando si udì di nuovo il crepitìo di una mitragliatrice e la moglie di Morín cadde al suolo colpita a morte. Un poliziotto la prese per le braccia per farla alzare e Tro cercò di alzarla dalle caviglie con il proposito di toglierla dalla strada. Non si poté concludere l’operazione perché appena giunti al marciapiede si udì un’altra raffica e Tro crollò crivellato di colpi. Aveva 15 perforazioni nel torace, due nella regione scapolare, sei a fior di pelle, tre in un a spalla, una nella coscia e un’altra in faccia che distrusse il mascellare superiore e gli svuotò l’occhio destro.
Le immagini cinematografiche riprese da Guayo per il Notiziario Nazionale misero in evidenza o corroborarono la colpevolezza di alcuni degli uomini di Salabarría nei fatti. Nel documentario si apprezza come Il Turchetto spara alla signora Soler ed a Emilio Tro, di passo ferisce l’autista di questi, il capitano De la Osa, aiutante del Capo della Polizia e fulmina il tenente Padierne, uno degli uomini di Tro. Un’altra scena riprende Pérez Dulzaides, tenente della Polizia Nazionale azionando la sua mitragliatrice contro gli arresi, in particolare Tro quando, in ginocchio, cercava di alzare il corpo agonizzante della moglie di Morín Dopico. Dulzaides venne interrogato a Columbia con tanta violenza che perse conoscenza in due occasioni. Il cadavere del capitano Arcadio Méndez apparve nella sala della casa, appena cominciarono a dissiparsi i gas lacrimogeni lanciati all’interno dell’abitazione.
Il fatto, esecrabile, di sparare contro persone già arrese, provocò una grave rissa tra gli assedianti dal momento che molti di loro discrepavano dai loro compagni per aver attuato in questo modo. In ogni modo l’Esrecito impedì che proseguisse il massacro, pretese la consegna immediata delle armi e Landeira procedette alla detenzione di Salabarría e di non pochi agenti ai suoi ordini. Immediatamente, il plenario del Tribunale Superiore della Giurisdizione di Guerra e Marina stabilì la causa 95 del 1947 dello Stato Maggiore Generale dell’Esercito contro Mario Salabarría Aguiar, Antonio Morín Dopico e numerosi ufficiali, per il delitto di omicidio, disordine pubblico, attentato e danni alla proprietà. Anche un buon numero di civili rimase a disposizione dei tribunali ordinari. Cucú Hernández Vega, secondo capo della Polizia Segreta, si presentò volontariamente davanti al colonnello Oscar Díaz, ufficiale investigatore della causa, ma si dovette ordinare l’arresto del comandante Meoqui Lezama per non comparire alla chiamata di una citazione giudiziaria. Orlando León Lemus, Il Rosso, scomparve. Nella foga di trovarlo l’Esercito occupò, senza successo, l’hotel Sevilla dove si supponeva si nascondesse e poi la Guardia Rurale lo cercò all’interno dell’Isola. Si saprà successivamente che rimase nascosto nella casa del senatore Paco Prío fino alla sua partenza clandestina per il Messico.
Il 16 settembre, 24 ore dopo la tragedia, circa 3000 persone seguirono fino al cimitero di Colón il corteo funebre delle vittime. Attorno alle otto di sera, alla luce dei fari delle automobili, ebbe fine la sepoltura. Per garantire l’ordine, forze dell’Esercito si disposero lungo il percorso e circondarono il cimitero.
Prima, nella notte dello stesso 15, nel discendere da un autobus nella calle San Lázaro, era ultimato a colpi d’arma da fuoco Raúl Adán Daurry, agente del Servizio di Investigazioni Speciali e Straordinarie che dirigeva Mario Salabarría. La vendetta per i fatti di Orfila era cominciata. (Continua)
Los sucesos de Orfila (III)
Ciro Bianchi Ross
El día en que lo iban a matar --15 de septiembre de 1947--, Emilio Tro Rivero desayunó en compañía de su madre en la humilde habitación que compartían en la casa de vecindad marcada con el número 409 de la calle San Rafael, en Centro Habana. Horas después, ya sobre las 12, se comunicaba por teléfono con la anciana para decirle que no lo esperara a almorzar. Estaba invitado a hacerlo en la residencia de Antonio Morín Dopico, suspendido desde meses antes en sus funciones de jefe de la Policía de Marianao, a causa de un escándalo que protagonizó en Guanabacoa. Lo acompañarían Luis Padierne, Arcadio Méndez y Alberto Díaz González, todos miembros de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR).
No precisa el escribidor si a esa altura Tro conocía de la orden de detención que por la muerte del capitán Rafael (Lechoncito) Ávila pesaba sobre él y que había sido confiada al comandante Mario Salabarría Aguiar. El vigilante que estaba de posta fija en el domicilio de Morín declararía que sobre las tres de la tarde, Tro y dos de sus compañeros se hallaban sentados en el portal de la casa en actitud pacífica y desprevenida, cuando los vio ponerse de pie de manera precipitada, trasladarse al interior de la vivienda y cerrar la puerta principal.
Fue entonces que advirtió que de dos automóviles descendían hombres armados con ametralladoras que se posesionaban en la calle para de inmediato comenzar a tirotear la casa, agresión que fue ripostada desde el interior del inmueble, sito en calle 8 y D, reparto Benítez, una zona conocida como Orfila por una farmacia existente en la zona.
La agresión --puntualizó el vigilante-- partió de los recién llegados; aseveración que ratificó la sirvienta de Morín Dopico. Entre los agresores figuraban Orlando León Lemus (El Colorado); Rogelio Hernández Vega (Cucú), segundo jefe de la Policía Secreta; José Fallat o Fayat (El Turquito); el teniente Roberto Pérez Dulzaides; el comandante Roberto Meoqui Lezama y muchos más hasta completar una tropa de unos 200 hombres, todos allegados a Salabarría, pero no todos pertenecientes al Servicio de Investigaciones Especiales y Extraordinarias, la dependencia policial que aquel dirigía. Esto, a juicio del investigador Humberto Vázquez García, <
"El presidente está enfermo"
Los hombres de Salabarría sometieron la casa a un verdadero barraje con armas ligeras y recurrieron en determinado momento a los gases lacrimógenos. Los sitiados respondieron al fuego con vigor. La batalla dejaría un saldo de seis muertos y ocho heridos. La primera víctima fue el oficial Mariano Puerta Yergo, de la 11na. Estación de Policía.
Enterado de los sucesos del reparto Benítez tomó un automóvil, junto con otros dos vigilantes, con la intención de luchar junto a su amigo Tro. No llegó a su destino. Lo fulminó una ráfaga de ametralladora cuando trataba de ganar la casa sitiada.
Cuando la sangrienta pelea se hallaba en su clímax, Tro logró comunicarse por teléfono con el teniente Armando Correa. Le pidió que se dirigiera al campamento militar de Columbia y gestionara la intervención del Ejército, pues él y sus amigos temían ser ejecutados de caer en manos de Salabarría. Correa cumplió el encargo y en compañía de otros miembros de la UIR se personó en la sede del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. El general Ruperto Cabrera, que los recibió, dispuso la retención de los visitantes a fin de evitar
--aseveró-- su participación en la refriega.
Mientras tanto, otras gestiones se hacían en favor de los sitiados.
Miembros de la UIR y elementos vinculados a Tro acudieron al Palacio Presidencial. No pudieron ver a Grau. Lograron, sí, entrevistarse con Paulina Alsina, primera dama de la República, que les aseguró haber obtenido del Presidente la autorización para que el Ejército interviniera en el altercado. Los rectores del Senado y la Cámara, el Ministro de Gobernación (Interior), el Jefe de la Policía, el Viceministro de Defensa, parlamentarios..., todos los que visitaron Palacio a fin de conocer la opinión del mandatario sobre aquella balacera o, al menos, adivinarla en su lenguaje epigramático o leerla en la chispa maliciosa de sus ojos, recibieron la misma respuesta: <
Se ha especulado sobre esa actitud de Grau. Muchos años después Salabarría revelaría un detalle desconocido y que en su momento fue casi secreto de Estado. El mandatario sufría de epilepsia, y cada ataque le provocaba pérdida de memoria. Mientras transcurría lo de Orfila, estaba en una de sus crisis, lo que impidió que se le diera noticia de los sucesos. Alguien avisó al general Genovevo Pérez, jefe del Ejército, de visita en Washington, de lo que sucedía, y el obeso y bien vitaminado militar dispuso desde allá el empleo de los blindados para poner fin a la matanza.
Tres horas después
Habían transcurrido tres horas desde el inicio del combate, cuando por las ventanas de la casa se dejaron ver trapos blancos y gritos de <<¡No tiren! ¡No tiren! ¡Van a salir niños y mujeres!>>. La gente de Salabarría respondió con epítetos violentos. Pero Tro y sus compañeros insistieron hasta que al fin se efectuó la salida, lo que coincidió con la llegada de tropas del Ejército equipadas con tanques, camiones blindados y armas como para una batalla de gran envergadura. Al frente de los militares llegaban el general Gregorio Querejeta, el coronel Oscar Díaz y el teniente coronel Lázaro Landeira, jefe de los tanques.
El primero en salir de la casa fue Morín Dopico, quien llevaba en brazos, herida a sedal, a su hija Miriam, de apenas diez meses de nacida. El Ejército lo conduciría al Hospital Militar en calidad de detenido. Luego salió Aurora Soler de Morín, en estado de gestación, y detrás Emilio Tro. Todo parecía haber terminado cuando se escuchó de nuevo el tableteo de una ametralladora, y la esposa de Morín cayó al suelo herida de muerte. Un policía la tomó por los brazos para levantarla, y Tro trató de alzarla por los tobillos con el propósito de sacarla a la calle. No pudo concluirse la gestión, porque apenas llegados a la acera se escuchó una ráfaga más y Tro se desplomó cosido a balazos. Tenía 15 perforaciones en el tórax, dos en la región escapular, seis a flor de piel, tres en el hombro, una en el muslo y otra más en la cara que le destrozó el maxilar superior y le vació el ojo derecho.
Las imágenes cinematográficas captadas por Guayo para el Noticiero Nacional pusieron en evidencia o corroboraron la culpabilidad de algunos de los hombres de Salabarría en los sucesos. En el documental se aprecia cómo El Turquito dispara sobre la señora Soler y Emilio Tro, hiere de pasada al chofer de este y al capitán De la Osa, ayudante del Jefe de la Policía, y fulmina al teniente Padierne, uno de los hombres de Tro. Otra escena capta a Pérez Dulzaides, teniente de la Policía Nacional, encañonando con su ametralladora a los rendidos, en especial a Tro cuando, de rodillas, trataba de levantar el cuerpo agonizante de la esposa de Morín Dopico. Dulzaides fue entrevistado en Columbia con tanta violencia que perdió el conocimiento en dos ocasiones. El cadáver del capitán Arcadio Méndez apareció en la sala de la casa, apenas empezaron a disiparse los gases lacrimógenos lanzados al interior de la vivienda.
El hecho execrable de disparar contra personas ya rendidas provocó una grave riña entre los sitiadores, ya que muchos de ellos increparon a sus compañeros por haber actuado de esa forma. De cualquier manera, el Ejército impidió que prosiguiera la matanza, exigió la entrega inmediata de las armas, y Landeira procedió a la detención de Salabarría y de no pocos agentes a sus órdenes. De inmediato el pleno del Tribunal Superior de la Jurisdicción de Guerra y Marina radicó la causa 95 de 1947 del Estado Mayor General del Ejército contra Mario Salabarría Aguiar, Antonio Morín Dopico y numerosos oficiales, por los delitos de homicidio, desorden público, atentado y daños a la propiedad. También un buen número de civiles quedaba a disposición de los tribunales ordinarios. Cucú Hernández Vega, segundo jefe de la Policía Secreta, se personó voluntariamente ante el coronel Oscar Díaz, oficial investigador de la causa, pero hubo que ordenar el arresto del comandante Meoqui Lezama por no comparecer al llamado de una citación judicial. Orlando León Lemus, El Colorado, se esfumó. En su afán de encontrarlo, el Ejército ocupó, sin éxito, el hotel Sevilla, donde se le suponía escondido, y luego la Guardia Rural lo buscó por el interior de la Isla. Se sabría después que permaneció oculto en la casa del senador Paco Prío hasta su salida clandestina hacia México.
El 16 de septiembre, 24 horas después de la tragedia, unas 3 000 personas siguieron hasta la necrópolis de Colón el cortejo fúnebre de las víctimas. Sobre las ocho de la noche, a la luz de los faros de los automóviles, terminó el sepelio. Para garantizar el orden, fuerzas del Ejército se situaron a lo largo del trayecto y rodearon el cementerio.
Antes, en la noche del propio lunes 15, al descender de un ómnibus en la calle San Lázaro, era ultimado a balazos Raúl Adán Daumy, agente del Servicio de Investigaciones Especiales y Extraordinarias que dirigía Mario Salabarría. La venganza por los sucesos de Orfila había comenzado. (Continuará)
Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/
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domenica 18 maggio 2014
sabato 17 maggio 2014
venerdì 16 maggio 2014
Altro piccolo passo verso il disgelo
FONTE: AFP/ELNUEVOHERALD
Diplomáticos de alto nivel de Cuba y EEUU se reúnen en el Departamento de Estado
AFP
WASHINGTON -- La subsecretaria de Estado adjunta para América Latina, Roberta Jacobson, se reunió este jueves en Washington con la directora de la División de América del Norte de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, confirmó el Departamento de Estado.
Los dos gobiernos ya expresaron públicamente su interés de normalizar las relaciones en un proceso gradual, aunque por el momento no se han visto pasos concretos.
Una portavoz de la Cancillería estadounidense se limitó a confirmar que el encuentro entre las diplomáticas ocurrió en la mañana, pero ninguna de las partes reveló el contenido de la reunión.
Estados Unidos y Cuba mantienen contactos regulares a nivel técnico para discutir cuestiones específicas como las normas migratorias y la actividad postal, pero no son comparables a la visita de Vidal a Washington, que constituye un diálogo diplomático de alto nivel.
Desde noviembre del año pasado, la Oficina de Intereses de Cuba en Washington carece de servicios bancarios, ya que los bancos estadounidenses o extranjeros con operación en Estados Unidos se niegan a aceptar la administración de sus cuentas a causa de la legislación vigente. El Departamento de Estado afirmó en varias oportunidades que estaba ayudando a la delegación cubana a hallar un banco que administre sus cuentas, pero por el momento el problema sigue sin resolverse.
Se desconoce si la visita de Vidal a Jacobson sirvió para tratar este tema o la situación del estadounidense Alan Gross, detenido en Cuba desde 2009 por distribuir equipos de telecomunicaciones que el gobierno de La Habana considera no comerciales. Washington ha pedido públicamente que Cuba libere a Gross “por razones humanitarias”.
El gobierno cubano ha reiterado su disposición a realizar “contactos de alto nivel” para tratar la situación de Gross y la de tres agentes cubanos detenidos en Estados Unidos por espiar a integrantes radicales de la comunidad cubana-estadounidense.
Diplomáticos de alto nivel de Cuba y EEUU se reúnen en el Departamento de Estado
AFP
WASHINGTON -- La subsecretaria de Estado adjunta para América Latina, Roberta Jacobson, se reunió este jueves en Washington con la directora de la División de América del Norte de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, confirmó el Departamento de Estado.
Los dos gobiernos ya expresaron públicamente su interés de normalizar las relaciones en un proceso gradual, aunque por el momento no se han visto pasos concretos.
Una portavoz de la Cancillería estadounidense se limitó a confirmar que el encuentro entre las diplomáticas ocurrió en la mañana, pero ninguna de las partes reveló el contenido de la reunión.
Estados Unidos y Cuba mantienen contactos regulares a nivel técnico para discutir cuestiones específicas como las normas migratorias y la actividad postal, pero no son comparables a la visita de Vidal a Washington, que constituye un diálogo diplomático de alto nivel.
Desde noviembre del año pasado, la Oficina de Intereses de Cuba en Washington carece de servicios bancarios, ya que los bancos estadounidenses o extranjeros con operación en Estados Unidos se niegan a aceptar la administración de sus cuentas a causa de la legislación vigente. El Departamento de Estado afirmó en varias oportunidades que estaba ayudando a la delegación cubana a hallar un banco que administre sus cuentas, pero por el momento el problema sigue sin resolverse.
Se desconoce si la visita de Vidal a Jacobson sirvió para tratar este tema o la situación del estadounidense Alan Gross, detenido en Cuba desde 2009 por distribuir equipos de telecomunicaciones que el gobierno de La Habana considera no comerciales. Washington ha pedido públicamente que Cuba libere a Gross “por razones humanitarias”.
El gobierno cubano ha reiterado su disposición a realizar “contactos de alto nivel” para tratar la situación de Gross y la de tres agentes cubanos detenidos en Estados Unidos por espiar a integrantes radicales de la comunidad cubana-estadounidense.
giovedì 15 maggio 2014
Assegnato il Premio Letterario Italo Calvino 2014
Lo scrittore Roberto Méndez ha vinto il Premio Letterario Italo Calvino per il 2014, manifestazione organizzata dall'Unione Artisti e Scrittori di Cuba (UNEAC), col patrocinio dell'ARCI. L'opera, "Música nocturna para un ereje", narra la storia reale di un sacerdote cattolico, Tristán de Jesús Medína, dalla vita molto tribulata, da peccatore con debole per l'altro sesso e nella sfera della fede che ha cambiato più volte, tornando alla Chiesa Cattolica Romana negli ultimi anni di vita, dopo aver voluto conoscere altri modi di credere.
mercoledì 14 maggio 2014
Cubana Airlines e Air France firmano un accordo di collaborazione
Posted by: Redazione TTC in Affari
Ana Margarita Godoy, Cubana Airlines e Zoran Jelkin, vicepresidente Air France per Caraibi e Latin America.
I rappresentanti della Cubana Airlines e Air France hanno firmato un memorandum d’intesa che contribuirà allo sviluppo del traffico aereo per i Caraibi.
L’accordo prevede di lavorare principalmente su un codice condiviso da attuare sulla rotta L’Avana-Parigi e sulla recentemente inaugurata rotta L’Avana-Martinica.
Prevede inoltre l’estensione del servizio di trasporto per il turismo francese ed europeo verso altre città di Cuba come Santiago de Cuba, Santa Clara e Holguín, in quest’ultima provincia si vuole sviluppare un forte canale di comunicazione.
Il terzo punto prevede di creare programmi per lo scambio di esperienze nei diversi settori tecnici e commerciali di entrambe le compagnie.
Le aziende hanno firmato in aprile un accordo esteso che consente a Cuba l’accesso a più di 30 destinazioni Air France in tutto il mondo e nei Caraibi, mentre la compagnia aerea francese utilizzerà il mercato domestico sviluppato da Cubana de Aviación.
Il prossimo giugno Air France festeggia i suoi 16 anni di attività a Cuba e come parte dell’interesse della compagnia aerea europea nell’ambito del turismo cubano, la copertina della rivista a bordo sarà dedicata alla nazione caraibica, le cui attrazioni sono esposte anche nelle sale di imbarco e sale VIP della società.
Detto da Gordiano Lupi...
Traduttore ufficiale di Yoani Sánchez in italiano: “Lei pensa solo ai soldi”
12 Mag 2014
“Yoani Sánchez ha disdetto il contratto con La Stampa e ha fatto di me un uomo libero, ché fino a ieri non potevo dire quel che pensavo, visto che la traducevo. (…)Ho avuto il torto di credere nella lotta di Yoani Sánchez (…), una lotta che partiva dal basso per colpire il potere (…). Mi sono dovuto rendere conto – a suon di cocenti delusioni – che l’opposizione di Yoani era lettera morta (…), mi sono reso conto di avere a che fare con una persona che mette al primo posto interessi per niente idealistici. Una blogger che conduce la sua vita tranquilla, che a Cuba nessuno conosce e che nessuno infastidisce, che non viene minacciata, imprigionata, zittita, che non ha problemi a entrare e uscire dal suo paese.”
12 Mag 2014
“Yoani Sánchez ha disdetto il contratto con La Stampa e ha fatto di me un uomo libero, ché fino a ieri non potevo dire quel che pensavo, visto che la traducevo. (…)Ho avuto il torto di credere nella lotta di Yoani Sánchez (…), una lotta che partiva dal basso per colpire il potere (…). Mi sono dovuto rendere conto – a suon di cocenti delusioni – che l’opposizione di Yoani era lettera morta (…), mi sono reso conto di avere a che fare con una persona che mette al primo posto interessi per niente idealistici. Una blogger che conduce la sua vita tranquilla, che a Cuba nessuno conosce e che nessuno infastidisce, che non viene minacciata, imprigionata, zittita, che non ha problemi a entrare e uscire dal suo paese.”
martedì 13 maggio 2014
Per la difesa dell'Ambiente, con Luca Lombroso
Con VIDEO: Luca Lombroso a SulPanaro.net https://www.youtube.com/watch?v=7EH5YMwurjI
http://www.sulpanaro.net/2014/05/lombroso-mirandola-imparare-convivere-fenomeni-estremi-video/
Lombroso a Mirandola: “Imparare a convivere con fenomeni estremi”. VIDEO
Conoscere per prevenire. Luca Lombroso, ieri in Municipio a Mirandola, ha presentato il libro Apocalypse Now? in un incontro organizzato dalla lista L’Altra Europa con Tsipras. E’ stata l’occasione per fare il punto su cambiamenti climatici e sui recenti eventi che hanno flagellato anche il nostro territorio.
Introdotto da Stefano Lugli, candidato alle Europee del 25 maggio con L’Altra Europa, Lombroso è partito dal proprio libro – uscito a fine 2012 ed edito da Artestampa, ma oggi sempre più attuale – per spiegare come interpretare ciò che sta accadendo e, possibilmente, cosa ci dovremo aspettare in un futuro in cui, con certi fenomeni anche estremi, bisognerà saper convivere.
“Quella del Mediterraneo - argomenta - è una zona molto sensibile dal punto di vista del cambiamento del clima, ciò significa che gli effetti sono maggiori, il riscaldamento è superiore e gli eventi estremi sono più accentuati. L’Emilia-Romagna fa parte di quello spot del Mediterraneo e proprio per questo è particolarmente colpita, ma in realtà lo stesso si può dire per il Veneto, il Trentino e altre regioni di quest’area. La recente alluvione nelle Marche ne è un esempio: si tratta di fenomeni ormai non infrequenti”. Insomma, nubifragi anche intensi, alluvioni o periodi di clima fuori norma (come quello verificatosi lo scorso gennaio, con medie autunnali più che invernali) devono iniziare ad essere considerati eventi non così occasionali ed eccezionali. Tanto che Lombroso lancia un’idea: “Ritengo sia ora di iniziare a pensare, nelle aziende anche di questa zona, di approntare i piani di emergenza non solo in caso di terremoto come già accade, ma anche in caso di tornado, visto che certe situazioni stanno diventando, non dico la normalità, ma eventi non così improbabili”.
“Chi ha venti o trent’anni oggi – continua – deve mettersi nell’ordine delle idee che nel proprio futuro troverà situazioni di clima e risorse di energia differenti da quelle che ha conosciuto sinora. I cambiamenti già li stiamo vedendo, bisognerà adattarsi ad essi con i comportamenti e una diversa idea di quotidianità che non sarà più quella di oggi. Il clima è un dado truccato, in cui la variabilità aumenta e compaiono aspetti nuovi per quanto concerne temperature e precipitazioni. E’ un dado truccato perché, al di là della statistica, con il cambiamento ci sono possibilità che si verifichino eventi estremi. Ora, la Pianura Padana è destinata progressivamente ad un aumento di siccità ed alluvioni, ma la variabilità con cui gli eventi estremi accadono confonde le idee e così, se magari per qualche periodo non si verificano, il problema non viene più considerato tale, viene rimandato o sottovalutato e, nei periodi di crisi, non finisce mai nei primi posti dell’agenda politica”.
In tutto questo, inevitabilmente l’uomo è chiamato ad adattarsi per non soccombere: “Il sottotitolo del libro è‘Possiamo salvare il mondo. Ora’, ma la parola “ora” io l’ho scritta un anno e mezzo fa… Bisognerebbe agire adesso, immediatamente, quel ‘salvare il mondo’ significa salvare noi stessi, con una serie di azioni tese a saper convivere con problemi che, in parte, abbiamo causato, e che non possiamo permetterci vadano oltre certi limiti che non potremmo sopportare”. Ecco, allora, tornare in auge un concetto come quello di sostenibilità, ormai non più salvifico: “Sostenibilità – ancora Lombroso – significa cercare di fare meglio le cose ma con l’attuale modello di sviluppo. Il che va anche bene, ma doveva essere fatto vent’anni fa, quando la sostenibilità serviva a prendere tempo per affrontare in seguito le situazioni in maniera drastica. Oggi il concetto da utilizzare è quello diresilienza, ovvero come affrontare adeguatamente eventi fuori dagli standard, come possono essere periodi di siccità, alluvioni, tornado”. In questo senso, la cura del territorio, la manutenzione e la prevenzione diventano decisivi. Il dato è presto detto: “Un euro investito in prevenzione ne fa risparmiare sette di ricostruzione”. Basterebbe questo per capire la direzione.
E Lugli, al termine della serata, ha chiosato il tutto con una frase di Hugo Chavez: “Se il clima fosse una banca lo avrebbero già salvato”. Difficile dargli torto.
Acquista on line il libro Apocalypse Now? di Luca Lombroso
Il sito di Luca Lombroso
Luca Lombroso su Twitter
www.lombroso.it
luca@lombroso.it
http://www.sulpanaro.net/2014/05/lombroso-mirandola-imparare-convivere-fenomeni-estremi-video/
Lombroso a Mirandola: “Imparare a convivere con fenomeni estremi”. VIDEO
Conoscere per prevenire. Luca Lombroso, ieri in Municipio a Mirandola, ha presentato il libro Apocalypse Now? in un incontro organizzato dalla lista L’Altra Europa con Tsipras. E’ stata l’occasione per fare il punto su cambiamenti climatici e sui recenti eventi che hanno flagellato anche il nostro territorio.
Introdotto da Stefano Lugli, candidato alle Europee del 25 maggio con L’Altra Europa, Lombroso è partito dal proprio libro – uscito a fine 2012 ed edito da Artestampa, ma oggi sempre più attuale – per spiegare come interpretare ciò che sta accadendo e, possibilmente, cosa ci dovremo aspettare in un futuro in cui, con certi fenomeni anche estremi, bisognerà saper convivere.
“Quella del Mediterraneo - argomenta - è una zona molto sensibile dal punto di vista del cambiamento del clima, ciò significa che gli effetti sono maggiori, il riscaldamento è superiore e gli eventi estremi sono più accentuati. L’Emilia-Romagna fa parte di quello spot del Mediterraneo e proprio per questo è particolarmente colpita, ma in realtà lo stesso si può dire per il Veneto, il Trentino e altre regioni di quest’area. La recente alluvione nelle Marche ne è un esempio: si tratta di fenomeni ormai non infrequenti”. Insomma, nubifragi anche intensi, alluvioni o periodi di clima fuori norma (come quello verificatosi lo scorso gennaio, con medie autunnali più che invernali) devono iniziare ad essere considerati eventi non così occasionali ed eccezionali. Tanto che Lombroso lancia un’idea: “Ritengo sia ora di iniziare a pensare, nelle aziende anche di questa zona, di approntare i piani di emergenza non solo in caso di terremoto come già accade, ma anche in caso di tornado, visto che certe situazioni stanno diventando, non dico la normalità, ma eventi non così improbabili”.
“Chi ha venti o trent’anni oggi – continua – deve mettersi nell’ordine delle idee che nel proprio futuro troverà situazioni di clima e risorse di energia differenti da quelle che ha conosciuto sinora. I cambiamenti già li stiamo vedendo, bisognerà adattarsi ad essi con i comportamenti e una diversa idea di quotidianità che non sarà più quella di oggi. Il clima è un dado truccato, in cui la variabilità aumenta e compaiono aspetti nuovi per quanto concerne temperature e precipitazioni. E’ un dado truccato perché, al di là della statistica, con il cambiamento ci sono possibilità che si verifichino eventi estremi. Ora, la Pianura Padana è destinata progressivamente ad un aumento di siccità ed alluvioni, ma la variabilità con cui gli eventi estremi accadono confonde le idee e così, se magari per qualche periodo non si verificano, il problema non viene più considerato tale, viene rimandato o sottovalutato e, nei periodi di crisi, non finisce mai nei primi posti dell’agenda politica”.
In tutto questo, inevitabilmente l’uomo è chiamato ad adattarsi per non soccombere: “Il sottotitolo del libro è‘Possiamo salvare il mondo. Ora’, ma la parola “ora” io l’ho scritta un anno e mezzo fa… Bisognerebbe agire adesso, immediatamente, quel ‘salvare il mondo’ significa salvare noi stessi, con una serie di azioni tese a saper convivere con problemi che, in parte, abbiamo causato, e che non possiamo permetterci vadano oltre certi limiti che non potremmo sopportare”. Ecco, allora, tornare in auge un concetto come quello di sostenibilità, ormai non più salvifico: “Sostenibilità – ancora Lombroso – significa cercare di fare meglio le cose ma con l’attuale modello di sviluppo. Il che va anche bene, ma doveva essere fatto vent’anni fa, quando la sostenibilità serviva a prendere tempo per affrontare in seguito le situazioni in maniera drastica. Oggi il concetto da utilizzare è quello diresilienza, ovvero come affrontare adeguatamente eventi fuori dagli standard, come possono essere periodi di siccità, alluvioni, tornado”. In questo senso, la cura del territorio, la manutenzione e la prevenzione diventano decisivi. Il dato è presto detto: “Un euro investito in prevenzione ne fa risparmiare sette di ricostruzione”. Basterebbe questo per capire la direzione.
E Lugli, al termine della serata, ha chiosato il tutto con una frase di Hugo Chavez: “Se il clima fosse una banca lo avrebbero già salvato”. Difficile dargli torto.
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lunedì 12 maggio 2014
I fatti di Orfila (II) di Ciro Bianchi Ross
Pubblicato su Juventud Rebelde dell'11/5/14
Oltre alle rivalità esistenti fra i gruppi criminali o d’azione, i fatti di Orfila ebbero diversi precedenti diretti. Uno di questi fu l’attentato che orlando León Lemus, “il Rosso”, subì nella Calzada di Ayestaran il lunedì 25 maggio del 1947 che, si sospettò, lo avesse perpetrato Emilio Tro o, almeno, gente dell’Unione Insurrezionale Rivoluzionaria (UIR) che dirigeva. Il 5 settembre dello stesso anno, l’automobile di Emilio Tro fu crivellata di colpi da uomini del “Rosso”, ma il leader dell’UIR non si trovava a bordo. In risposta a questa aggressione, una settimana dopo Tro finì a pistolettate, nella bottega di di 21 e D nel Vedado, il capitano Rafael Ávila, capo della Polizia di Sanità. Involucrato – da quel che si dice – nell’attentato del giorno 5.
Asciutto e affabile
Quelli che lo conobbero, ricordano Orlando León Lemus come un uomo dai capelli rossi, asciutto, inquieto, affabile. Accumulava, nel pieno della gioventù, una lunga storia da sovversivo dapprima nella Scuola di Arti e Mestieri, dove ottenne il soprannome di “Rosso” e poi nell’Istituto n° 1 di Secondo Insegnamento dell’Avana, luogo ove iniziò la sua opposizione a Batista. Fece parte del gruppo iniziale di Azione Rivoluzionaria Guiteras (ARG) e conquistò la celebrità nel 1939 rimanendo ferito nel già scomparso Teatro Principale della Commedia della calle Ánimas quando, militanti di questa organizzazione, chiusero a colpi d’arma da fuoco una riunione che vi celebravano i comunisti. Il Rosso che allora aveva 22 anni, uscì dal Principale con 4 colpi nel torace e un’accusa fatta dalla polizia che lo portò a comparire davanti al Tribunale d’Urgenza, dalla quale però venne assolto.
Non tardò nel vedersi coinvolto in altri fatti di sangue e il generale Manuel Benítez, capo della Polizia Nazionale nel governo costituzionale di Batista gli offrì, per ordine del Presidente, una grossa somma di denaro per andarsene all’estero. Il Rosso non accettò l’offerta. Nemmeno altri membri dell’ARG, come lo “Strano” e Rogelio Hernández Vega. La stessa proposta, il Generale Benítez la fece a Tro che però rifiutò il denaro anche se accettò di uscire dal Paese.
Passò il tempo. Un giorno del 1943 il Rosso viaggiava in autobus per la Calzada di Belascoaín quando venne riconosciuto dalla polizia. Gli agenti cercarono di arrestarlo, ma si dette alla fuga dopo averne abbattuto uno.
Giunse così la mattina del 25 maggio. Il Rosso guidava un’automobile in cui viaggiavano, inoltre, Tomás Bretón, della Gestione Nazionale della Lotteria e Francisco Villanueva, quando un altro veicolo lo superò a tutta velocità alla sua sinistra, per seppellirlo in una gragnuola di colpi e proiettili di mitragliatrice. Il Rosso e Bretón che viaggiavano assieme al loro compagno sul sedile anteriore, uscirono miracolosamente illesi e si persero nella prima traversa che incontrarono nella corsa mentre Villanueva, ferito, copriva la loro fuga fino a che l’auto assalitrice si perse in direzione del Cerro.
Pochi minuti dopo, il ferito, giungeva all’Ospedale d‘Emergenza. Lo accompagnava il Rosso. Quando questi si preparava a lasciare il posto medico, avvertì uno strano movimento e si guardò da un gruppo che gli sembrava sospetto. Temendo di essere soggetto a un altro attentato, chiese aiuto alla Polizia Segreta che, dalla sua sede di Reina e Escobar, inviò un nutrito gruppo di agenti per proteggerlo. Circondato di poliziotti, il Rosso abbandonò Emergenza travestito da medico. Quella stessa notte passeggiò per l’Avana una carovana di tre automobili irte di mitragliatrici. Nella seconda di esse viaggiava il Rosso che non tardò nel responsabilizzare Batista e Benítez, già fuori dal potere, dell’accaduto. Commentò: “Risponderò al piombo col piombo... Continuerò nella mia lotta rivoluzionaria”.
Mettono un prezzo sulla sua testa
La verità, senza dubbio, sembra essere un’altra. Un gruppo rivale aveva voluto eliminarlo. Il sempre ben informato Mario Kuchílan diceva, nella sua colonna del giornale Prensa Libre che un “conosciuto rivoluzionario” era al punto di essere sottomesso al giudizio di un tribunale privato. In effetti, cinque gruppi d’azione avevano messo un prezzo sulla sua testa e così lo rivelò un documento sottoscritto da Jesús Diéguez, dell’Unione Insurrezionale Rivoluzionaria; Luís Pérez, dell’Alleanza Nazionale Rivoluzionaria; Lauro Blanco, di Giovane Cuba; Vicente Alea, dell’Associazione Libertaria de Cuba e José Canto del Campo, dei Combattenti Antifascisti.
Il documento in questione: “La giustizia rivoluzionaria ha cercato di sanzionare Orlando León Lemus. Siccome questo fatto può dar luogo a confusione nell’opinione pubblica, ci interessa chiarire che non si tratta di contese tra organismi rivoluzionari né, molto meno, atti di tipo gangsteristico pagati dalla reazione di regimi passati che hanno tiranneggiato il Paese. L’atto realizzato contro León Lemus, al contrario, rispondeva al sentimento rivoluzionario più puro perpetrato da un’organizzazione che ha una storia pulita e feconda”. Proseguiva: “Quelli che militarono nel campo della rivoluzione e all’ombra del martirologio di coloro che caddero contro tutte le tirannie non hanno diritto di commerciare con la fame del popolo e ammassare fortune con mezzi disdicevoli, proteggendo la speculazione e la borsa nera, come ha fatto León Lemus”.
Emilio Tro rispose col piombo all’attentato del 5 settembre del 1947. Quella sera la sua auto fu crivellata di colpi. Se l’intenzione era di eliminarlo, i suoi nemici scelsero male il luogo e il momento. Tro non si trovava all’interno del veicolo e nessuno dei suoi occupanti morì, nonostante che oltre 60 proiettili perforarono la carrozzeria. È da supporre, dato il volume di fuoco, che ci fossero feriti, ma nessuno andò a cercare aiuto ai centri di pronto soccorso. Lo stile dell’aggressione e l’interesse per non formalizzare la denuncia fecero pensare a molti che la vendetta non avrebbe tardato a presentarsi. In effetti, subito il Segretario Generale della UIR, Jesús Diéguez dichiarava: “Sappiamo chi furono gli autori e vendicheremeo l’attentato. Sereni e responsabili, con la fiducia del movimento rivoluzionario di Cuba senza trascendere alla vendetta squallida di interessi meschini, né paure insultanti, a tutti i traditori della rivoluzione ricordiamo: La giustizia tarda, ma arriva’”
Si commentò che gli aggressori appartenessero al gruppo del Rosso e successivamente si seppe che la sera del 5, uno di coloro che erano all’interno del veicolo assalito, identificò il capitano Ávila come uno degli assalitori. Ávila, uomo del Rosso, fungeva da Capo della Polizia di Sanità. Una settimana dopo era cadavere. Beveva una gassosa nella bottega di 21 e D nel Vedado, quando tre uomini, scesi da una Buick nera, azionarono le loro pistole calibro 45. Ferito, Ávila, cadde in ginocchio. Si riprese con difficoltà e cercò di guadagnare l’interno dell’esercizio in un vano intento di sfuggire ai suoi aggressori. Lo finirono.
Ricerca e cattura
Diceva Enrique de la Osa nella nota che dette a conoscere nella sezione “En Cuba” della rivista Bohemia, che l’opinione pubblica accolse l’incidente come uno in più. Lesse con scetticismo che il capitano Francisco Loredo, capo della Nona Stazione di Polizia, aveva interrogato i testimoni presenti alla morte di Ávila e scritto rapporto dell’accaduto.
Una notizia di maggior rilievo si incubava nei meandri. Si assicurava che il colonnello Fabio Ruíz Rojas, capo della Polizia Nazionale, aveva designato il comandante Mario Salabarría perché agisse come ufficiale investigatore del crimine.Salabarría sottomise i testimoni a un interrogatorio rigoroso e gli mostrò diverse fotografie, fra le quali fu identificata quella di Emilio Tro, come uno dei giustizieri di Ávila.
Valendosi delle facoltà che gli conferiva il Servizio Militare della Riserva, il presidente Grau assegnò a Tro i gradi di comandante e lo designò capo dell’Accademia della Polizia. Una decina di suoi compagni ottenne incarichi da cadetti. Tro aveva vasta esperienza militare guadagnata nell’Esercito degli Stati Uniti, nel quale si arruolò nel 1942. Un lungo allenamento lo convertì in esperto nel maneggio delle armi principali. Ciò gli permise di entrare nelle forze del generale Patton, con le quali combatté in Normandia e Germania. Con lo stesso procedimento, dette ingresso a Salabarría e altri uomini di azione nel corpo poliziesco.
Tro non piaceva agli altri capi del gruppo; risultava indipendente in mezzo al complesso scacchiere delle organizzazioni. La sua designazione nella Polizia piacque ancora meno ai suoi avversari. Per di più non era gradito al colonnello Fabio Ruiz, ciò che provocò un malessere ingiustificato nell’istituzione. Ruiz non assistette alla presa di possesso di Tro come direttore dell’Accademia. Per dire la verità l’unico “alto” ufficiale che si fece presente fu Morín Dopico. Il lettore non perda di vista che a quell’epoca il Comando della Polizia Nazionale era nelle mani di un comandante o un tenente colonnello a cui, per comodità, si dava trattamento da colonnello.
Con la dichiarazione dei testimoni, Benito Herrera, capo della Polizia Segreta e il comandante Mario Salabarría si presentarono davanti al dottor Riera Medida, giudice istruttore della Quarta Sezione e con prove alla mano, il funzionario giudiziario emise ordine di detenzione nei confronti di Emilio Tro Rivero. Sarà Salabarría, per disposizione del giudice, l’incaricato di arrestarlo.
Era sabato 13 settembre. Quarant’otto ore dopo, si scatenarono i fatti del quartiere Orfila.
(Continua).
Los sucesos de Orfila (II)
Ciro Bianchi Ross * digital@juventudrebelde.cu
10 de Mayo del 2014 19:28:54 CDT
Además de las rivalidades existentes entre los grupos gangsteriles o
de acción, varios antecedentes directos tuvieron los sucesos del
Orfila. Uno de ellos fue el atentado que Orlando León Lemus, <>, sufriera en la Calzada de Ayestarán, el lunes 25 de mayo de
1947 y que, se sospechó, lo había perpetrado Emilio Tro o, al menos,
gente de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR) que dirigía. El
5 de septiembre del propio año, el automóvil de Emilio Tro fue baleado
por hombres del Colorado, pero el líder de la UIR no se hallaba a
bordo. En respuesta a esa agresión, una semana después, Tro ultimó a
balazos, en la bodega de 21 y D, en el Vedado, al capitán Rafael
Ávila, jefe de la Policía del Ministerio de Salubridad, involucrado
--según se dijo-- en el atentado del día 5.
Enjuto y afable
Los que lo conocieron recuerdan a Orlando León Lemus como un hombre
pelirrojo, enjuto, intranquilo, afable. Acumulaba en plena juventud un
largo historial subversivo, primero en la Escuela de Artes y Oficios,
donde ganó el apodo del Colorado, y luego en el Instituto No. 1 de
Segunda Enseñanza de La Habana, lugar en que comenzó su oposición a
Batista. Figuró en el grupo inicial de Acción Revolucionaria Guiteras
(ARG) y ganó celebridad, en 1939, al resultar herido en el ya
desaparecido Teatro Principal de la Comedia, de la calle Ánimas,
cuando militantes de esa organización cerraron a tiros un acto que
allí celebraban los comunistas. El Colorado, que tenía entonces 22
años de edad, salió del Principal con cuatro tiros metidos en la caja
del cuerpo y una acusación policial que lo llevó a comparecer ante el
Tribunal de Urgencia que, en definitiva, lo absolvió.
No demoró en verse envuelto en otros hechos de sangre, y el general
Manuel Benítez, jefe de la Policía Nacional en el Gobierno
constitucional de Batista, le ofreció, por orden del Presidente, una
gruesa suma de dinero si se marchaba al extranjero. No aceptó el
Colorado la oferta. Tampoco otros miembros de ARG, como el Extraño y
Rogelio Hernández Vega. Igual propuesta hizo a Tro el general Benítez,
pero rechazó el dinero, aunque sí accedió a salir del país.
Pasó el tiempo. Un día de 1943 viajaba el Colorado en un ómnibus por
la Calzada de Belascoaín cuando fue reconocido por la policía.
Intentaron detenerlo los agentes, pero se dio a la fuga después de
abatir a uno de ellos.
Llegó así la mañana del 25 de mayo. Conducía el Colorado un automóvil
en que viajaban además Tomás Bretón, de la Renta Nacional de Lotería,
y Francisco Villanueva, cuando otro vehículo lo rebasó, a toda
velocidad y por su izquierda, para cubrirlo con una lluvia de
perdigonazos y balas de ametralladora. El Colorado y Bretón, quienes
viajaban junto a su compañero en el asiento delantero, salieron del
auto milagrosamente ilesos y se perdieron por la primera bocacalle que
encontraron en su carrera, mientras que Villanueva, herido, cubría su
fuga hasta que el auto agresor se perdió en dirección hacia El Cerro.
Minutos después llegaba el herido al Hospital de Emergencias. Lo
acompañaba el Colorado. Cuando este se dispuso a abandonar el centro
médico, advirtió un movimiento extraño y reparó en un grupo que le
pareció sospechoso. Temiendo ser objeto de otro atentado, pidió ayuda
a la Policía Secreta, que desde su cuartel de Reina y Escobar envió un
nutrido grupo de agentes para protegerlo. Rodeado de policías, el
Colorado abandonó Emergencias disfrazado de médico. Esa misma noche
paseó por La Habana una caravana de tres automóviles erizados de
ametralladoras. En el segundo de ellos viajaba el Colorado, que no
demoró en responsabilizar a Batista y a Benítez, ya fuera del poder,
con lo sucedido. Comentó: <>.
Ponen precio a su cabeza
La verdad, sin embargo, parece ser otra. Un grupo rival había querido
eliminarlo. El siempre bien informado Mario Kuchilán decía en su
columna del periódico Prensa Libre que <>
estaba a punto de ser sometido al juicio de un tribunal privado. En
efecto, cinco grupos de acción habían puesto precio a su cabeza y así
lo reveló un documento que suscribían Jesús Diéguez, de la Unión
Insurreccional Revolucionaria; Luis Pérez, de Alianza Nacional
Revolucionaria; Lauro Blanco, de Joven Cuba; Vicente Alea, de
Asociación Libertaria de Cuba; y José Canto del Campo, de los
Combatientes Antifascistas.
Decía el documento en cuestión: <>.
Proseguía:
<>.
Emilio Tro respondió con plomo al atentado del día 5 de septiembre de
1947. Esa noche su automóvil fue acribillado a balazos. Si la
intención era eliminarlo, sus enemigos escogieron mal el lugar y el
momento. Tro no se hallaba en el interior del vehículo, y ninguno de
sus ocupantes resultó muerto, pese a que más de 60 plomazos impactaron
su carrocería. Es de suponer, dado el volumen de fuego, que hubiera
heridos, pero nadie acudió en busca de ayuda a los centros de socorro.
El estilo de la agresión y el interés por no formalizar la denuncia
hicieron pensar a muchos que la venganza no demoraría en hacerse
presente. En efecto, pronto declaraba Jesús Diéguez, secretario
general de la UIR: <>.
Se rumoró que los agresores pertenecían al grupo del Colorado y con
posterioridad se conoció que uno de los que en la noche del día 5
estaba en el interior del vehículo agredido identificó al capitán
Ávila como uno de los agresores. Ávila, hombre del Colorado, fungía
como jefe de la Policía del Ministerio de Salubridad. Una semana
después era cadáver. Bebía una gaseosa en la bodega de 21 y D, en el
Vedado, cuando tres hombres, que habían descendido de un Buick negro,
hicieron funcionar sus pistolas calibre 45. Herido, Ávila cayó de
rodillas. Se incorporó con dificultad y trató de ganar el interior del
establecimiento en un vano intento de escapar de sus agresores. Lo
remataron.
Búsqueda y captura
Decía Enrique de la Osa en la nota que dio a conocer en la sección En
Cuba, de la revista Bohemia, que la opinión pública acogió el
incidente como uno más. Leyó con escepticismo que el capitán Francisco
Loredo, jefe de la Novena Estación de Policía, había interrogado a los
testigos presenciales de la muerte de Ávila y levantado acta del
suceso.
Una noticia de más ancho alcance se incubaba entre bastidores. Se
aseguraba que el coronel Fabio Ruiz Rojas, jefe de la Policía
Nacional, había designado al comandante Mario Salabarría para que
actuase como oficial investigador del crimen. Salabarría sometió a los
testigos a un interrogatorio riguroso y les mostró diversas
fotografías, entre las cuales fue identificada la de Emilio Tro como
uno de los victimarios de Ávila.
Valiéndose de las facultades que le confería el Servicio Militar de
Reserva, el presidente Grau otorgó a Tro grados de comandante y lo
designó jefe de la Academia de la Policía. Una decena de sus
compañeros obtuvieron cargos de cadetes. Tro tenía vasta experiencia
militar ganada en el Ejército de Estados Unidos, en el que se alistó
en 1942. Un largo entrenamiento lo convirtió en un experto en el
manejo de las principales armas. Eso le permitió ingresar en las
fuerzas del general Patton, con las que combatió en Normandía y
Alemania. Con el mismo procedimiento, dio entrada a Salabarría y a
otros hombres de acción en el cuerpo policial.
Tro disgustaba a los otros jefes de grupo; lucía independiente en
medio del complejo tablero de las organizaciones. Su designación en la
Policía disgustó aun más a sus contrarios. Para remate, no era del
agrado del coronel Fabio Ruiz, lo que provocó un improcedente estado
de indisciplina en la institución. Ruiz no asistió a la toma de
posesión de Tro como director de la Academia. A decir verdad, el único
<> oficial que se hizo presente en dicha ocasión fue Morín Dopico.
No pierda de vista el lector que en ese tiempo la jefatura de la
Policía Nacional estaba en manos de un comandante o un teniente
coronel al que, por comodidad, se daba trato de coronel.
Con la declaración de los testigos, Benito Herrera, jefe de la Policía
Secreta, y el comandante Mario Salabarría se personaron ante el doctor
Riera Medida, juez de instrucción de la Sección Cuarta, y, con las
pruebas a la vista, el funcionario judicial dictó orden de detención
contra Emilio Tro Rivero. Sería Salabarría, por disposición del juez,
el encargado de detenerlo.
Era el sábado 13 de septiembre. Cuarenta y ocho horas después se
desencadenaban los sucesos del reparto Orfila. (Continuará)
Ciro Bianchi Ross
cbianchi@enet.cu
http://wwwcirobianchi.blogia.com/
http://cbianchiross.blogia.com/
Oltre alle rivalità esistenti fra i gruppi criminali o d’azione, i fatti di Orfila ebbero diversi precedenti diretti. Uno di questi fu l’attentato che orlando León Lemus, “il Rosso”, subì nella Calzada di Ayestaran il lunedì 25 maggio del 1947 che, si sospettò, lo avesse perpetrato Emilio Tro o, almeno, gente dell’Unione Insurrezionale Rivoluzionaria (UIR) che dirigeva. Il 5 settembre dello stesso anno, l’automobile di Emilio Tro fu crivellata di colpi da uomini del “Rosso”, ma il leader dell’UIR non si trovava a bordo. In risposta a questa aggressione, una settimana dopo Tro finì a pistolettate, nella bottega di di 21 e D nel Vedado, il capitano Rafael Ávila, capo della Polizia di Sanità. Involucrato – da quel che si dice – nell’attentato del giorno 5.
Asciutto e affabile
Quelli che lo conobbero, ricordano Orlando León Lemus come un uomo dai capelli rossi, asciutto, inquieto, affabile. Accumulava, nel pieno della gioventù, una lunga storia da sovversivo dapprima nella Scuola di Arti e Mestieri, dove ottenne il soprannome di “Rosso” e poi nell’Istituto n° 1 di Secondo Insegnamento dell’Avana, luogo ove iniziò la sua opposizione a Batista. Fece parte del gruppo iniziale di Azione Rivoluzionaria Guiteras (ARG) e conquistò la celebrità nel 1939 rimanendo ferito nel già scomparso Teatro Principale della Commedia della calle Ánimas quando, militanti di questa organizzazione, chiusero a colpi d’arma da fuoco una riunione che vi celebravano i comunisti. Il Rosso che allora aveva 22 anni, uscì dal Principale con 4 colpi nel torace e un’accusa fatta dalla polizia che lo portò a comparire davanti al Tribunale d’Urgenza, dalla quale però venne assolto.
Non tardò nel vedersi coinvolto in altri fatti di sangue e il generale Manuel Benítez, capo della Polizia Nazionale nel governo costituzionale di Batista gli offrì, per ordine del Presidente, una grossa somma di denaro per andarsene all’estero. Il Rosso non accettò l’offerta. Nemmeno altri membri dell’ARG, come lo “Strano” e Rogelio Hernández Vega. La stessa proposta, il Generale Benítez la fece a Tro che però rifiutò il denaro anche se accettò di uscire dal Paese.
Passò il tempo. Un giorno del 1943 il Rosso viaggiava in autobus per la Calzada di Belascoaín quando venne riconosciuto dalla polizia. Gli agenti cercarono di arrestarlo, ma si dette alla fuga dopo averne abbattuto uno.
Giunse così la mattina del 25 maggio. Il Rosso guidava un’automobile in cui viaggiavano, inoltre, Tomás Bretón, della Gestione Nazionale della Lotteria e Francisco Villanueva, quando un altro veicolo lo superò a tutta velocità alla sua sinistra, per seppellirlo in una gragnuola di colpi e proiettili di mitragliatrice. Il Rosso e Bretón che viaggiavano assieme al loro compagno sul sedile anteriore, uscirono miracolosamente illesi e si persero nella prima traversa che incontrarono nella corsa mentre Villanueva, ferito, copriva la loro fuga fino a che l’auto assalitrice si perse in direzione del Cerro.
Pochi minuti dopo, il ferito, giungeva all’Ospedale d‘Emergenza. Lo accompagnava il Rosso. Quando questi si preparava a lasciare il posto medico, avvertì uno strano movimento e si guardò da un gruppo che gli sembrava sospetto. Temendo di essere soggetto a un altro attentato, chiese aiuto alla Polizia Segreta che, dalla sua sede di Reina e Escobar, inviò un nutrito gruppo di agenti per proteggerlo. Circondato di poliziotti, il Rosso abbandonò Emergenza travestito da medico. Quella stessa notte passeggiò per l’Avana una carovana di tre automobili irte di mitragliatrici. Nella seconda di esse viaggiava il Rosso che non tardò nel responsabilizzare Batista e Benítez, già fuori dal potere, dell’accaduto. Commentò: “Risponderò al piombo col piombo... Continuerò nella mia lotta rivoluzionaria”.
Mettono un prezzo sulla sua testa
La verità, senza dubbio, sembra essere un’altra. Un gruppo rivale aveva voluto eliminarlo. Il sempre ben informato Mario Kuchílan diceva, nella sua colonna del giornale Prensa Libre che un “conosciuto rivoluzionario” era al punto di essere sottomesso al giudizio di un tribunale privato. In effetti, cinque gruppi d’azione avevano messo un prezzo sulla sua testa e così lo rivelò un documento sottoscritto da Jesús Diéguez, dell’Unione Insurrezionale Rivoluzionaria; Luís Pérez, dell’Alleanza Nazionale Rivoluzionaria; Lauro Blanco, di Giovane Cuba; Vicente Alea, dell’Associazione Libertaria de Cuba e José Canto del Campo, dei Combattenti Antifascisti.
Il documento in questione: “La giustizia rivoluzionaria ha cercato di sanzionare Orlando León Lemus. Siccome questo fatto può dar luogo a confusione nell’opinione pubblica, ci interessa chiarire che non si tratta di contese tra organismi rivoluzionari né, molto meno, atti di tipo gangsteristico pagati dalla reazione di regimi passati che hanno tiranneggiato il Paese. L’atto realizzato contro León Lemus, al contrario, rispondeva al sentimento rivoluzionario più puro perpetrato da un’organizzazione che ha una storia pulita e feconda”. Proseguiva: “Quelli che militarono nel campo della rivoluzione e all’ombra del martirologio di coloro che caddero contro tutte le tirannie non hanno diritto di commerciare con la fame del popolo e ammassare fortune con mezzi disdicevoli, proteggendo la speculazione e la borsa nera, come ha fatto León Lemus”.
Emilio Tro rispose col piombo all’attentato del 5 settembre del 1947. Quella sera la sua auto fu crivellata di colpi. Se l’intenzione era di eliminarlo, i suoi nemici scelsero male il luogo e il momento. Tro non si trovava all’interno del veicolo e nessuno dei suoi occupanti morì, nonostante che oltre 60 proiettili perforarono la carrozzeria. È da supporre, dato il volume di fuoco, che ci fossero feriti, ma nessuno andò a cercare aiuto ai centri di pronto soccorso. Lo stile dell’aggressione e l’interesse per non formalizzare la denuncia fecero pensare a molti che la vendetta non avrebbe tardato a presentarsi. In effetti, subito il Segretario Generale della UIR, Jesús Diéguez dichiarava: “Sappiamo chi furono gli autori e vendicheremeo l’attentato. Sereni e responsabili, con la fiducia del movimento rivoluzionario di Cuba senza trascendere alla vendetta squallida di interessi meschini, né paure insultanti, a tutti i traditori della rivoluzione ricordiamo: La giustizia tarda, ma arriva’”
Si commentò che gli aggressori appartenessero al gruppo del Rosso e successivamente si seppe che la sera del 5, uno di coloro che erano all’interno del veicolo assalito, identificò il capitano Ávila come uno degli assalitori. Ávila, uomo del Rosso, fungeva da Capo della Polizia di Sanità. Una settimana dopo era cadavere. Beveva una gassosa nella bottega di 21 e D nel Vedado, quando tre uomini, scesi da una Buick nera, azionarono le loro pistole calibro 45. Ferito, Ávila, cadde in ginocchio. Si riprese con difficoltà e cercò di guadagnare l’interno dell’esercizio in un vano intento di sfuggire ai suoi aggressori. Lo finirono.
Ricerca e cattura
Diceva Enrique de la Osa nella nota che dette a conoscere nella sezione “En Cuba” della rivista Bohemia, che l’opinione pubblica accolse l’incidente come uno in più. Lesse con scetticismo che il capitano Francisco Loredo, capo della Nona Stazione di Polizia, aveva interrogato i testimoni presenti alla morte di Ávila e scritto rapporto dell’accaduto.
Una notizia di maggior rilievo si incubava nei meandri. Si assicurava che il colonnello Fabio Ruíz Rojas, capo della Polizia Nazionale, aveva designato il comandante Mario Salabarría perché agisse come ufficiale investigatore del crimine.Salabarría sottomise i testimoni a un interrogatorio rigoroso e gli mostrò diverse fotografie, fra le quali fu identificata quella di Emilio Tro, come uno dei giustizieri di Ávila.
Valendosi delle facoltà che gli conferiva il Servizio Militare della Riserva, il presidente Grau assegnò a Tro i gradi di comandante e lo designò capo dell’Accademia della Polizia. Una decina di suoi compagni ottenne incarichi da cadetti. Tro aveva vasta esperienza militare guadagnata nell’Esercito degli Stati Uniti, nel quale si arruolò nel 1942. Un lungo allenamento lo convertì in esperto nel maneggio delle armi principali. Ciò gli permise di entrare nelle forze del generale Patton, con le quali combatté in Normandia e Germania. Con lo stesso procedimento, dette ingresso a Salabarría e altri uomini di azione nel corpo poliziesco.
Tro non piaceva agli altri capi del gruppo; risultava indipendente in mezzo al complesso scacchiere delle organizzazioni. La sua designazione nella Polizia piacque ancora meno ai suoi avversari. Per di più non era gradito al colonnello Fabio Ruiz, ciò che provocò un malessere ingiustificato nell’istituzione. Ruiz non assistette alla presa di possesso di Tro come direttore dell’Accademia. Per dire la verità l’unico “alto” ufficiale che si fece presente fu Morín Dopico. Il lettore non perda di vista che a quell’epoca il Comando della Polizia Nazionale era nelle mani di un comandante o un tenente colonnello a cui, per comodità, si dava trattamento da colonnello.
Con la dichiarazione dei testimoni, Benito Herrera, capo della Polizia Segreta e il comandante Mario Salabarría si presentarono davanti al dottor Riera Medida, giudice istruttore della Quarta Sezione e con prove alla mano, il funzionario giudiziario emise ordine di detenzione nei confronti di Emilio Tro Rivero. Sarà Salabarría, per disposizione del giudice, l’incaricato di arrestarlo.
Era sabato 13 settembre. Quarant’otto ore dopo, si scatenarono i fatti del quartiere Orfila.
(Continua).
Los sucesos de Orfila (II)
Ciro Bianchi Ross * digital@juventudrebelde.cu
10 de Mayo del 2014 19:28:54 CDT
Además de las rivalidades existentes entre los grupos gangsteriles o
de acción, varios antecedentes directos tuvieron los sucesos del
Orfila. Uno de ellos fue el atentado que Orlando León Lemus, <
1947 y que, se sospechó, lo había perpetrado Emilio Tro o, al menos,
gente de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR) que dirigía. El
5 de septiembre del propio año, el automóvil de Emilio Tro fue baleado
por hombres del Colorado, pero el líder de la UIR no se hallaba a
bordo. En respuesta a esa agresión, una semana después, Tro ultimó a
balazos, en la bodega de 21 y D, en el Vedado, al capitán Rafael
Ávila, jefe de la Policía del Ministerio de Salubridad, involucrado
--según se dijo-- en el atentado del día 5.
Enjuto y afable
Los que lo conocieron recuerdan a Orlando León Lemus como un hombre
pelirrojo, enjuto, intranquilo, afable. Acumulaba en plena juventud un
largo historial subversivo, primero en la Escuela de Artes y Oficios,
donde ganó el apodo del Colorado, y luego en el Instituto No. 1 de
Segunda Enseñanza de La Habana, lugar en que comenzó su oposición a
Batista. Figuró en el grupo inicial de Acción Revolucionaria Guiteras
(ARG) y ganó celebridad, en 1939, al resultar herido en el ya
desaparecido Teatro Principal de la Comedia, de la calle Ánimas,
cuando militantes de esa organización cerraron a tiros un acto que
allí celebraban los comunistas. El Colorado, que tenía entonces 22
años de edad, salió del Principal con cuatro tiros metidos en la caja
del cuerpo y una acusación policial que lo llevó a comparecer ante el
Tribunal de Urgencia que, en definitiva, lo absolvió.
No demoró en verse envuelto en otros hechos de sangre, y el general
Manuel Benítez, jefe de la Policía Nacional en el Gobierno
constitucional de Batista, le ofreció, por orden del Presidente, una
gruesa suma de dinero si se marchaba al extranjero. No aceptó el
Colorado la oferta. Tampoco otros miembros de ARG, como el Extraño y
Rogelio Hernández Vega. Igual propuesta hizo a Tro el general Benítez,
pero rechazó el dinero, aunque sí accedió a salir del país.
Pasó el tiempo. Un día de 1943 viajaba el Colorado en un ómnibus por
la Calzada de Belascoaín cuando fue reconocido por la policía.
Intentaron detenerlo los agentes, pero se dio a la fuga después de
abatir a uno de ellos.
Llegó así la mañana del 25 de mayo. Conducía el Colorado un automóvil
en que viajaban además Tomás Bretón, de la Renta Nacional de Lotería,
y Francisco Villanueva, cuando otro vehículo lo rebasó, a toda
velocidad y por su izquierda, para cubrirlo con una lluvia de
perdigonazos y balas de ametralladora. El Colorado y Bretón, quienes
viajaban junto a su compañero en el asiento delantero, salieron del
auto milagrosamente ilesos y se perdieron por la primera bocacalle que
encontraron en su carrera, mientras que Villanueva, herido, cubría su
fuga hasta que el auto agresor se perdió en dirección hacia El Cerro.
Minutos después llegaba el herido al Hospital de Emergencias. Lo
acompañaba el Colorado. Cuando este se dispuso a abandonar el centro
médico, advirtió un movimiento extraño y reparó en un grupo que le
pareció sospechoso. Temiendo ser objeto de otro atentado, pidió ayuda
a la Policía Secreta, que desde su cuartel de Reina y Escobar envió un
nutrido grupo de agentes para protegerlo. Rodeado de policías, el
Colorado abandonó Emergencias disfrazado de médico. Esa misma noche
paseó por La Habana una caravana de tres automóviles erizados de
ametralladoras. En el segundo de ellos viajaba el Colorado, que no
demoró en responsabilizar a Batista y a Benítez, ya fuera del poder,
con lo sucedido. Comentó: <
Ponen precio a su cabeza
La verdad, sin embargo, parece ser otra. Un grupo rival había querido
eliminarlo. El siempre bien informado Mario Kuchilán decía en su
columna del periódico Prensa Libre que <
estaba a punto de ser sometido al juicio de un tribunal privado. En
efecto, cinco grupos de acción habían puesto precio a su cabeza y así
lo reveló un documento que suscribían Jesús Diéguez, de la Unión
Insurreccional Revolucionaria; Luis Pérez, de Alianza Nacional
Revolucionaria; Lauro Blanco, de Joven Cuba; Vicente Alea, de
Asociación Libertaria de Cuba; y José Canto del Campo, de los
Combatientes Antifascistas.
Decía el documento en cuestión: <
Proseguía:
<
Emilio Tro respondió con plomo al atentado del día 5 de septiembre de
1947. Esa noche su automóvil fue acribillado a balazos. Si la
intención era eliminarlo, sus enemigos escogieron mal el lugar y el
momento. Tro no se hallaba en el interior del vehículo, y ninguno de
sus ocupantes resultó muerto, pese a que más de 60 plomazos impactaron
su carrocería. Es de suponer, dado el volumen de fuego, que hubiera
heridos, pero nadie acudió en busca de ayuda a los centros de socorro.
El estilo de la agresión y el interés por no formalizar la denuncia
hicieron pensar a muchos que la venganza no demoraría en hacerse
presente. En efecto, pronto declaraba Jesús Diéguez, secretario
general de la UIR: <
Se rumoró que los agresores pertenecían al grupo del Colorado y con
posterioridad se conoció que uno de los que en la noche del día 5
estaba en el interior del vehículo agredido identificó al capitán
Ávila como uno de los agresores. Ávila, hombre del Colorado, fungía
como jefe de la Policía del Ministerio de Salubridad. Una semana
después era cadáver. Bebía una gaseosa en la bodega de 21 y D, en el
Vedado, cuando tres hombres, que habían descendido de un Buick negro,
hicieron funcionar sus pistolas calibre 45. Herido, Ávila cayó de
rodillas. Se incorporó con dificultad y trató de ganar el interior del
establecimiento en un vano intento de escapar de sus agresores. Lo
remataron.
Búsqueda y captura
Decía Enrique de la Osa en la nota que dio a conocer en la sección En
Cuba, de la revista Bohemia, que la opinión pública acogió el
incidente como uno más. Leyó con escepticismo que el capitán Francisco
Loredo, jefe de la Novena Estación de Policía, había interrogado a los
testigos presenciales de la muerte de Ávila y levantado acta del
suceso.
Una noticia de más ancho alcance se incubaba entre bastidores. Se
aseguraba que el coronel Fabio Ruiz Rojas, jefe de la Policía
Nacional, había designado al comandante Mario Salabarría para que
actuase como oficial investigador del crimen. Salabarría sometió a los
testigos a un interrogatorio riguroso y les mostró diversas
fotografías, entre las cuales fue identificada la de Emilio Tro como
uno de los victimarios de Ávila.
Valiéndose de las facultades que le confería el Servicio Militar de
Reserva, el presidente Grau otorgó a Tro grados de comandante y lo
designó jefe de la Academia de la Policía. Una decena de sus
compañeros obtuvieron cargos de cadetes. Tro tenía vasta experiencia
militar ganada en el Ejército de Estados Unidos, en el que se alistó
en 1942. Un largo entrenamiento lo convirtió en un experto en el
manejo de las principales armas. Eso le permitió ingresar en las
fuerzas del general Patton, con las que combatió en Normandía y
Alemania. Con el mismo procedimiento, dio entrada a Salabarría y a
otros hombres de acción en el cuerpo policial.
Tro disgustaba a los otros jefes de grupo; lucía independiente en
medio del complejo tablero de las organizaciones. Su designación en la
Policía disgustó aun más a sus contrarios. Para remate, no era del
agrado del coronel Fabio Ruiz, lo que provocó un improcedente estado
de indisciplina en la institución. Ruiz no asistió a la toma de
posesión de Tro como director de la Academia. A decir verdad, el único
<
No pierda de vista el lector que en ese tiempo la jefatura de la
Policía Nacional estaba en manos de un comandante o un teniente
coronel al que, por comodidad, se daba trato de coronel.
Con la declaración de los testigos, Benito Herrera, jefe de la Policía
Secreta, y el comandante Mario Salabarría se personaron ante el doctor
Riera Medida, juez de instrucción de la Sección Cuarta, y, con las
pruebas a la vista, el funcionario judicial dictó orden de detención
contra Emilio Tro Rivero. Sería Salabarría, por disposición del juez,
el encargado de detenerlo.
Era el sábado 13 de septiembre. Cuarenta y ocho horas después se
desencadenaban los sucesos del reparto Orfila. (Continuará)
Ciro Bianchi Ross
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