Fonte Cuba Contemporanea/Efe
Un taller museo de locomotoras en La Habana
Por Redacción
Fotos Claudia Camps
3 Agosto,
2014 - 23:53
Locomotora del antiguo central Providencia cerca de los Almacenes de San
José, en el puerto habanero.
En pocos
meses debe desaparecer de su sitio junto al Capitolio habanero el taller de
locomotoras a vapor que desde 2007 ha recuperado decenas de máquinas, algunas
del siglo XIX, como tributo a la historia del ferrocarril y al patrimonio industrial
cubano.
Desde
2007, las viejas locomotoras -fabricadas entre 1878 y 1925 y provenientes de
toda Cuba- fueron concentradas y reparadas paulatinamente en un terreno junto a
la conocida fábrica de habanos Partagás, cerca del Capitolio Nacional, donde un
equipo ha trabajado para rescatarlas.
"Se
trajeron desde muchos lugares de Cuba, donde hay una relación sentimental con
esas locomotoras. Su historia está imbricada con la historia del azúcar, y esa
es, a su vez, la historia del pueblo cubano", dijo a Efe Ariel Causa, uno
de los encargados del proyecto.
Causa
trabaja para la Oficina del Historiador de La Habana, la entidad que decidió
restaurar, con vistas a su exhibición pública y como atractivo turístico, un
total de 40 locomotoras de vapor entre las más de 200 que hay en la Isla,
consideradas parte del patrimonio nacional desde 2004.
Sin grúas
y con métodos arcaicos, una veintena de hombres encabezados por el contratista
Raúl Abreu sacó las máquinas de centrales azucareros o áreas rurales con
poleas, ganchos e improvisadas rampas para subirlas a los remolques que las
trasladaron a La Habana.
Abreu, un
técnico de experiencia que se crió en una familia de ferroviarios, confesó a
Efe que realizar ese traslado les costó siete años y se hizo sin apenas recursos,
por lo que ha sido el logro "más importante" del proyecto.
"Nuestro
trabajo es diferente al de otras partes del mundo. No usamos tecnología, no
compramos piezas nuevas, lo hacemos todo de modo rudimentario", comentó.
En lo que
resta de 2014 deben concluir las reparaciones para completar la colección, cuyo
valor mínimo de subasta antes de la rehabilitación se calculó en casi siete
millones de dólares.
Al menos
siete máquinas datan del siglo XIX y una de ellas, la más antigua, es de 1878 y
estuvo activa durante 127 años.
Dos
locomotoras son de origen alemán y el resto fueron construidas por fabricantes
de Estados Unidos en el siglo XIX, como Baldwin Locomotives y Rogers
Locomotives Works. Sirvieron a la industria azucarera o al transporte público
durante los años de esplendor del ferrocarril en Cuba, que fue en 1837 el
primer país de Iberoamérica en tener vía férrea.
Aunque la
era del vapor llegó a su fin aproximadamente a mediados del siglo XX, Cuba
siguió utilizando las locomotoras, sobre todo en el sector del azúcar. Algunas
quedaron en desuso o abandonadas entre 2002 y 2004 con el proceso de
reestructuración en esa industria.
Las
primeras locomotoras reparadas por la Oficina del Historiador fueron colocadas
en un parque junto a la Estación de Trenes de La Habana y en otros espacios
como los antiguos Almacenes de San José, una instalación actualmente dedicada a
la venta de artesanía como parte de un mega proyecto cultural en el puerto
habanero.
El destino
del grupo que resta todavía no es definitivo, aunque una parte podría acabar en
el Museo del Ferrocarril, ahora en reparación y emplazado en Cristina, una de
las estaciones pioneras de la capital cubana.
Para los
últimos meses del proyecto, se prevé poner en marcha en un emplazamiento
turístico de La Habana un equipo de Cagney Brothers, un fabricante
estadounidense que se especializó en locomotoras en miniatura.
Abreu
explicó que la máquina, construida en 1902 y con solo dos metros de largo, es
la locomotora de su tipo más antigua y en funcionamiento del mundo, por lo que
podría entrar al libro de records Guinness.
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